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¿Por qué el mundo es cada vez más autoritario?

(L-R) Nicaragua's President Daniel Ortega, Cuba's President Raul Castro and Venezuela's President Nicolas Maduro pose for a family photo next to other regional leaders during an ALBA alliance summit to mark fifth anniversary of the death of Venezuela's late President Hugo Chavez in Caracas, Venezuela March 5, 2018. REUTERS/Marco Bello
(Izquierda a derecha) El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, el presidente de Cuba, Raúl Castro, y el presidente de Venezuela Nicolás Maduro posaban en una reunión de líderes regionales en Caracas en marzo de 2018 (REUTERS/Marco Bello)

La política mundial se mueve como el mar. Los académicos han descrito "olas" democráticas que han bañado de libertades los lugares más remotos del planeta durante décadas pero también existen períodos en que esas aguas se revierten, dejando a su paso restricciones y autocracia.

Para nuestro infortunio, la corriente democrática se ha comenzado a retirar. Eso significa que, en la actualidad, los ciudadanos del mundo estamos perdiendo libertades.

Lo peor del asunto es que la llamada Tercera Ola de Autocratización no es un fenómeno tan reciente. Fue identificado en 1994 y ahora ha erosionado un número importante de sistemas democráticos.

La astucia del autócratas

En una autocracia, todo el poder es detentado por un individuo o un partido como sucede en China, Cuba, Bielorrusia, Gambia, Sudán, Eritrea y otras 42 naciones.

La llegada de una tercera ola de autocratización no significa que todos los países del mundo enfrentan el riesgo inminente de convertirse en dictaduras.

Uno de los motivos por los que la autocratización haya pasado desapercibida es que no estamos hablando de una pérdida abrupta de la democracia mediante sangrientos golpes de estado.

La democracia que defiende la comunidad internacional es una poliarquía donde hay separación de poderes, elecciones libres y transparentes, libertad de asociación, de expresión y fuentes alternativas de información.

Los gobernantes con tendencias autocráticas comprenden esta postura y saben que sería más complicado aferrarse al poder si usan los sables y el garrote. Por eso han desarrollado métodos más sofisticados que socavan gradualmente los derechos democráticos.

Un ejemplo de que las reglas del juego están cambiando es el tema electoral. Las elecciones son una de las características más tangibles y apreciadas de una democracia y en muchos países no sólo los siguen convocando sino que tienen sistemas que facilitan el sufragio.

Pero la autocracia ataca por los flancos. Prohibir unos comicios tiene un costo político demasiado elevado, así que los ataques indirectos se materializan como restricciones parciales a la libertad de prensa, persecución de los disidentes y el irrespeto a las leyes. A la larga el silencio de los medios independientes, de los activistas de oposición y el tráfico de influencias le resta legitimidad al acto electoral.

Muchos lectores recordarán ejemplos recientes claros sobre las pérdidas democráticas que viven cada uno de sus países. Pero no son los únicos. Unas 2.500 millones de personas de 24 países fueron sometidas a los rigores de la autocratización en 2017.

La idea de Samuel

La primera descripción del vaivén de olas de democracia y autocracia de las libertades fue realizada por el politólogo estadounidense Samuel Huntington. Inició su modelo teórico con los procesos democráticos en Francia y Estados Unidos en el siglo XIX y en Europa después de la Primera Guerra Mundial. La ola contraria se produjo con la irrupción de los movimientos fascistas europeos que impulsaron la Segunda Guerra Mundial.

El triunfo aliado permitió la llegada de la segunda ola democratizadora tras el fin de la guerra hasta los años sesenta y su contrapeso autoritario surgió con las revoluciones y golpes militares entre 1958 y 1975.

La tercera ola de libertades comenzó en 1974 en España y algunos países de América Latina y se disolvió con los sucesos de la Plaza de Tiananmen y la guerra de los Balcanes unos años antes de finalizar el siglo XX.

Desigualdad y populismo

Para el politólogo británico Brian Klass, los países occidentales están atravesando una crisis de fe en la democracia que se evidencia en un aumento del populismo, el rechazo de los partidos tradicionales y el surgimiento de partidos disruptivos debido al aumento de la polarización y la inequidad.

"Al mismo tiempo ha habido un aumento del populismo autoritario en el extranjero, que coincide con políticas exteriores occidentales que apoyan esto. Mucha gente en Occidente están coqueteando o aceptando regímenes autoritarios en el resto del mundo".

La profesora sueca Anna Lührman asegura la democracia prevalecerá aunque existan desafíos mundiales que la amenazan hasta a las más consolidadas, incluyendo la estadounidense, que bajó su clasificación en el informe Variedades de Democracia ( V-Dem) realizado por la Universidad de Gotemburgo.

Admite que existen países que no han podido frenar su retroceso hacia la autocratización en los últimos 10 años, como Hungría, India, Rusia, Turquía y Venezuela, pero dice que a nivel mundial la democracia puede recuperarse y está mejor que en el pasado.

Otros expertos como Klass son menos optimistas: "La democracia es como un castillo de arena. Puedes colocar montones de arena para hacer un castillo razonablemente rápido pero no quedará hermoso. Y luego puede ser derribado por el agua en un instante y cuando ocurra se acabó. Los occidentales se olvidan de esto. Una vez que los gobiernos democráticos se vuelven autoritarios no hay vuelta atrás".

Venezuela, Nicaragua y Rusia en el hoyo negro

Lührmann afirma que la mayoría de los gobiernos, incluyendo las autocracias, tienen algún tipo de elecciones multipartidistas.

"Las pruebas que mostramos sugieren que los autócratas contemporáneos han aprendido su lección y ahora actúan más lenta y discretamente que sus predecesores históricos". Y aunque la democracia indudablemente se encuentra bajo amenaza, las reglas del juego obligan a los autócratas novatos cuidar las apariencias.

De los 24 estados que se encuentra en ese proceso existen dos escenarios: Que los actores democráticos sean lo suficientemente fuertes para movilizar un proceso de resistencia debido a que el autoritarismo se estableció de manera gradual como ocurrió en Corea del Norte en 2017, cuando un movimiento masivo de protestas presionó al parlamento a enjuiciar al presidente y frenar la autocratización.

Pero otros países como Turquía, Nicaragua, Rusia y Venezuela se deslizan cada vez más profundamente en "el espectro de un régimen autoritario".

El informe V-Dem asegura que Nicaragua, Turquía y Venezuela presentan el peor escenario de nueve democracias transformadas en autocracias en la última década.

Sobre la crisis venezolana, el profesor de la Universidad Católica Andrés Bello Benigno Alarcón Deza ha delineado 4 escenarios sobre una transición o la profundización de la autocratización en Venezuela en 2019. Dos plantean que la autocratización continuará con la misma élite de poder o con un gobierno autocrático renovado y dos menos probables que involucrarán una transición democrática.

En el caso venezolano parece que nadie se atreve a predecir hacia dónde irán las aguas.

Democracia/autocracia en cifras (V-Dem) 2019

* La tendencia hacia la autocratización continúa pero no es irreversible.

* 24 países están siendo severamente afectados por la "tercera ola de la autocratización", como Brasil, India, Estados Unidos, Bulgaria, Polonia, Hungría, Serbia.

* Un tercio de la población mundial vive en países que atraviesan autocratización. La población afectada pasó de 415 millones en 2016 a 2.300 millones de personas en 2018.

* 21 países han progresado en los últimos 10 años, como Armenia, Burkina Faso, Georgia, y Tunisia.

* La democracia prevalece en 99 países del mundo (55% de las naciones).

* El mundo es más democrático que en cualquier momento del siglo pasado.

* El número de democracias liberales ha caído de 44 en 2008 a 39 en 2018.