Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

El "halcón" que metió a EE.UU. en Afganistán y usó su encanto para sacarlo

Washington, 29 feb (EFE).- El "halcón" Zalmay Khalilzad fue uno de los promotores de la intervención de EE.UU. en Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, casi dos décadas después, ha logrado revertir el curso de la historia con una mezcla de pragmatismo y carisma.

"Zal", diminutivo que usan sus amigos, fue nombrado enviado especial para Afganistán en septiembre de 2018 por el presidente de EE.UU., Donald Trump, y, desde entonces, ha negociado en Doha con los talibanes para llegar a un pacto sobre la retirada de las tropas estadounidenses.

"La fortaleza, la calidez y la personalidad abierta de Zal le permiten conseguir cosas casi imposibles", explica a Efe Robert Jervis, uno de los analistas de seguridad más importantes de EE.UU., que dio clases junto a Khalilzad en la Universidad de Columbia, en Nueva York, en los años 80.

Según Jervis, lo más importante de Khalilzad es su capacidad para trabajar con personas de visiones opuestas y lograr que se entiendan.

"¿Ha logrado un milagro en Afganistán? Posiblemente no, pero ha hecho progresos donde nadie más podía. Y, en parte, creo que eso se debe a su capacidad intelectual, su don de gentes y una gran capacidad para detectar cuál es el punto en que puede lograrse un compromiso".

Khalilzad está considerado como un gran intelectual con olfato político. En muchos aspectos, Trump vio en él a la persona perfecta para negociar con los talibanes el fin de la guerra más larga de la historia de EE.UU.

Musulmán y nacido en la ciudad afgana de Mazar-e-Sarif en 1951, Khalilzad sabe quiénes son los actores claves en Afganistán y cuáles sus costumbres: cuando quiere hablar con alguien simplemente levanta el teléfono o se pasa por su oficina sin necesidad de concertar una cita.

Conoce bien al actual presidente afgano, Ashraf Ghani, pues coincidieron de niños en un intercambio cultural en EE.UU. y, luego, estudiaron juntos en Beirut.

Después de la capital libanesa, el destino de ambos volvió a ser EE.UU., donde Ghani hizo su doctorado en la Universidad de Columbia, mientras que Khalilzad se trasladó a Chicago para estudiar bajo la tutela de Albert Wohlstetter, un polémico intelectual que está considerado como uno de los padres del movimiento "neocón".

Gracias a la influencia de Wohlstetter, entre 1985 y 1989 Khalilzad debutó en el mundo político como asesor de la Administración de Ronald Reagan sobre la ocupación soviética de Afganistán.

En ese momento, defendió la necesidad de entregar armas a los muyahidines que combatían al Gobierno comunista afgano pero, una vez que ese régimen cayó, los talibanes se impusieron.

En su biografía "El enviado", Khalilzad narra cómo vivió los atentados del 11 de septiembre: estaba en la Casa Blanca y, enseguida, George W. Bush recurrió a él para desarrollar un plan destinado a intervenir en Afganistán y derrocar a los talibanes que habían dado refugio a Al Qaeda.

Como el resto de los halcones "neocón" de la Administración de Bush, Khalilzad pensaba que la intervención militar de EE.UU. haría florecer la democracia en Afganistán y, con esa esperanza, fue uno de los arquitectos de la Conferencia de Bonn de diciembre de 2001 que designó a Hamid Karzai como presidente interino del país asiático.

Además, Bush nombró a Khalilzad embajador de EE.UU. en Afganistán (2003-2005) y embajador en Irak (2005-2007).

El poder que Khalilzad tuvo como embajador de Afganistán era inmenso. Sus críticos le consideraban una especie de "virrey", la verdadera autoridad del país con miles de millones de dólares de EE.UU. en la cartera y el apoyo de miles de soldados.

Ese poder hace que todavía hoy algunos desconfíen de él.

De hecho, el Ejecutivo de Ghani ha expresado su enfado con Khalilzad por haberle excluido de las negociaciones con los talibanes y le ha acusado de intentar satisfacer sus ambiciones personales para convertirse en el líder de Afganistán.

Khalilzad niega tener ninguna aspiración política en el país en el que nació, lo que no le ha impedido seguir intentando moldear su futuro.

Hoy fue él quien, en nombre de EE.UU., rubricó el acuerdo con los talibanes. En la foto no apareció ningún representante del Gobierno afgano, que negociará por separado con los talibanes.

(c) Agencia EFE