Con un pollo al horno se arregla todo

Pollo en bandeja con panceta y tomates caramelizados, en Nueva York, el 8 de abril de 2020. Alimentos estilizados por Julia Gartland. (Julia Gartland/The New York Times)
Pollo en bandeja con panceta y tomates caramelizados, en Nueva York, el 8 de abril de 2020. Alimentos estilizados por Julia Gartland. (Julia Gartland/The New York Times)
Los muslos de pollo deshuesados se condimentan para asarse en bandeja con tomates y panceta, en Nueva York, el 8 de abril de 2020. Alimentos estilizados por Julia Gartland. (Julia Gartland/The New York Times)
Los muslos de pollo deshuesados se condimentan para asarse en bandeja con tomates y panceta, en Nueva York, el 8 de abril de 2020. Alimentos estilizados por Julia Gartland. (Julia Gartland/The New York Times)

Nada dice “todo va a estar bien” como una cena de pollo asado al horno.

Para mí, un ave de corral jugosa y con la piel crujiente es más reconfortante que los macarrones con queso, o incluso que un caldo de pollo, y me sacia más, sobre todo si me toca la suerte de poder devorar la cola cuando está dorada y brillante.

Pero cuando ya no tienes espacio en tu refrigerador para un pollo entero, una excelente alternativa es usar solo algunas piezas. Aquí las presentamos asadas al horno en una bandeja con dientes de ajo enteros, tomates cherry y panceta italiana (o tocino, o cualquier otro producto porcino grasoso que tengas).

Los muslos son mis favoritos para asar en bandeja porque tienen muchísimo sabor y son muy clementes: si te excedes, se mantendrán jugosos y con buen aspecto, lo cual te da un poco de margen por si necesitas dejar en el horno los otros elementos un poco más hasta que todo se dore. Puedes usar muslos con o sin huesos, pero los deshuesados ocupan menos espacio de almacenamiento. Las pechugas de pollo, con o sin huesos, también funcionarán aquí, solo tienes que dejarlas en el horno unos minutos menos.

Otra ventaja de los muslos deshuesados es que son delgados y no necesitan sazonarse con mucha anticipación, como es el caso de los cortes más gruesos. Solo hay que untarles hierbas aromáticas y especias (en este caso, una mezcla de ajo rallado, pimentón, comino, orégano y limón) y estarán listos.

Agregar un puñado de dientes de ajo enteros a la bandeja es una de mis estrategias habituales con las aves de corral. El ajo se confita con toda la grasa del pollo que se derrite y queda suave, cremoso y prácticamente caramelizado. Me gusta aplastar los dientes sueltos en rebanadas de pan de masa madre y untarlos como si fueran una mantequilla picante.

Comparar esos aterciopelados dientes de ajo con la mantequilla hizo que me dieran ganas de agregar unos tomates cherry a la bandeja del pollo; cuando se asan, los tomates se arrugan, se condensan y se caramelizan. Juntos, con el pan, se sentían como otra versión de mantequilla y mermelada apropiada para la hora de la comida.

Como es abril y mis tomates son más ácidos que dulces, añadí un poco de azúcar morena para ayudar a equilibrar su acidez. Pero si tienes tomates cherry perfectamente maduros, puedes omitir el azúcar.

También puedes omitir la carne de cerdo si no tienes —o no quieres— panceta ni tocino. El platillo será un poco menos proteínico, pero, con el pollo dorado bañado en tomates caramelizados y ajo, quedará igual de sabroso.


Receta: Pollo en bandeja con panceta y tomates caramelizados

Rinde para 4 porciones

Tiempo total de preparación: 45 minutos

680 gramos de muslos de pollo deshuesados y sin piel

1/2 cucharadita de sal kosher, y más según sea necesario

9 dientes de ajo enteros sin pelar

2 cucharadas de aceite de oliva extra virgen, y más para rociar

1 1/2 cucharadas de jugo de limón fresco, y más para servir

1 cucharada de pimentón dulce

1 cucharadita de orégano seco

1 cucharadita de azúcar moreno (opcional)

3/4 de cucharadita de comino molido

450 gramos de tomates cherry (de preferencia de diferentes colores) cortados por la mitad

57 gramos de panceta o tocino en cubitos

1/4 de taza de eneldo, perejil u otras hierbas frescas troceadas, para servir

Pimienta negra recién molida

1. Calienta el horno a 218 grados Celsius. Sazona el pollo con sal y colócalo en una bandeja para hornear con bordes.

2. Aplasta todos los dientes de ajo con la hoja de un cuchillo y luego pélalos. Ralla finamente un diente de ajo y ponlo en un tazón pequeño. Añade las 2 cucharadas de aceite de oliva, 1 1/2 cucharadas de jugo de limón, pimentón, orégano, azúcar morena (si la vas a usar) y comino. Viértelo sobre el pollo asegurándote de bañarlo todo.

3. Añade los tomates y el resto de los dientes de ajo pelados y aplastados a la bandeja para hornear, esparciéndolos alrededor del pollo. Sazona los tomates ligeramente con sal y rocíalos con un poco más de aceite de oliva. Esparce la panceta por encima.

4. Asa durante unos 30 o 35 minutos hasta que el pollo esté dorado y completamente cocido. Después de 15 minutos, revuelve los tomates y la panceta, pero deja el pollo como está.

5. Pasa el pollo a los platos. Revuelve los tomates y la panceta en la bandeja, raspando todos los deliciosos trozos dorados del fondo y de los lados, y añade las hierbas y la pimienta negra al gusto. Prueba y añade sal, si es necesario, y un poco de jugo de limón fresco, si lo deseas. Coloca los tomates, el ajo y la panceta sobre el pollo para servir.

© 2020 The New York Times Company