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¿Podría Trump ser reelegido luego de ser destituido?

¿Qué pasa cuando hay una investigación por juicio político al presidente en marcha a un año de las elecciones presidenciales? Estados Unidos camina por territorio desconocido.

(AP Photo/Andrew Harnik)
(AP Photo/Andrew Harnik)

Faltan tres meses para el caucus de Iowa, la primera votación que se celebrará para elegir candidatos a las presidenciales de 2020. El presidente Trump se presenta a la reelección, a diferencia de los dos últimos presidentes que enfrentaron un juicio político, Richard Nixon y Bill Clinton, quienes estaban en su segundo mandato cuando fueron juzgados. Estados Unidos nunca antes tuvo un presidente que se encontrara en posición de ser reelegido tras un juicio político; y mucho menos de ser condenado y luego destituido, en caso de que eso suceda. Pero en el peor de los casos hipotéticos, el presidente Trump incluso podría ser reelegido.

La Cámara de Representantes está comenzando la fase pública de su investigación por juicio político con la desclasificación de transcripciones de testimonios antes secretos y luego con audiencias públicas el miércoles, jueves y viernes. Si la Cámara vota a favor los artículos de destitución, entonces el juicio político pasará al Senado.

Hay otros presidentes que han enfrentado formalmente investigaciones por juicio político –Nixon, Clinton y Andrew Johnson–, pero ninguno fue condenado ni destituido del cargo. Johnson, que llegó a la presidencia tras la muerte de Abraham Lincoln, no fue nominado para otro mandato. Richard Nixon renunció en su segundo mandato antes de que la Cámara de Representantes votara la destitución. Clinton sobrevivió al juicio en el Senado y cumplió íntegro su segundo mandato.

¿Entonces sería posible que Trump fuera destituido del cargo por el proceso de juicio político y luego ser reelegido para un segundo mandato en la Casa Blanca?

“En teoría, podría ser”, dice Frank O. Bowman III, experto en Derecho Constitucional y profesor de la Universidad de Missouri, autor de “High Crimes and Misdemeanors: A History of Impeachment for the Age of Trump”.

Bowman dice que “la constitución estadounidense prevé solo dos medidas o castigos si la Cámara de Representantes procesa a alguien y el Senado lo condena. Y son la destitución de cualquier cargo que ocupe el acusado y también su inhabilitación para lo que la Constitución llama cargos públicos (“office of honor”). Básicamente cualquier cargo federal”.

Pero hay una regla constitucional poco conocida que permitiría a Trump ser reelegido y ganar el cargo de nuevo si fuera juzgado, condenado y destituido del cargo.

“Si el presidente fuera condenado, pero el Senado decidiera no emitir un voto de inhabilitación, o si el voto saliera negativo, en teoría el presidente podría presentarse otra vez”, dice Bowman.

La sección concreta de la Constitución a la que se refiere Bowman es el Artículo I, Sección 3, Cláusula 7, que establece: “La sentencia en casos de juicio político no deben ir más allá de la destitución del cargo y una inhabilitación para ocupar y disfrutar de cualquier cargo público remunerado en Estados Unidos”.

Técnicamente, la Constitución no exige que el Senado haga una segunda votación para inhabilitar a un funcionario electo para tener un cargo en el futuro. Si fuera así, requeriría un voto mayoritario, en lugar de los dos tercios requeridos para condenar en base a los artículos del juicio político.

Un funcionario que se benefició considerablemente de la decisión del Senado de no inhabilitarlo fue el juez federal Alcee Hastings. En 1989, fue sometido a juicio político y condenado por el Senado por aceptar soborno. Pero el Senado decidió no realizar la votación para la inhabilitación.

“Como resultado de lo cual, el exjuez Hastings regresó a Florida, de donde era, y un par de años más tarde se postuló al Congreso y ganó”, dice Bowman. Hastings fue elegido para la Cámara de Representantes en 1992 y desde entonces ha ejercido funciones en el Congreso porque nunca se le inhabilitó. Bowman dice que “en teoría eso podría pasar también con el presidente y, por tanto, un presidente que fuera condenado podría presentarse de nuevo y en teoría ser elegido y ocupar el cargo”.

Kate Murphy