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El pobre historial de fusiones petroleras cuestiona la transición verde del sector

FOTO DE ARCHIVO: Una bomba de extracción petrolífera de Permian Basin, en Loving County, Texas

Por Ron Bousso

LONDRES, 1 SEP (Reuters) - Mientras las grandes compañías petroleras se preparan para gastar miles de millones en activos de energía renovable para mantener su relevancia en un futuro con bajas emisiones de CO2, el irregular historial de la industria en materia de fusiones y adquisiciones es una señal de alerta para algunos inversores.

Hace diez años, las principales empresas energéticas del mundo gastaban miles de millones de dólares en activos de petróleo y gas y en costosos programas de perforación en los lugares remotos del mundo, en una incesante carrera por producir más.

Pero un viaje al presente, a través de la debacle del petróleo en 2014, seguida de las consecuencias de la pandemia de coronavirus de este año, nos muestra que algunas grandes empresas petroleras están lamentando el coste de aquella época de derroche, al igual que sus accionistas.

Cuando Shell compró BG Group por 54.000 millones de dólares en 2016 en medio de la caída de los precios, el consejero delegado Ben van Beurden presentó un caso convincente a los inversores: la operación impulsaría el dividendo de Shell en casi cualquier escenario imaginable de precios del petróleo.

Cuatro años más tarde, con el mundo atenazado por una inesperada pandemia global, la compañía angloholandesa ha recortado sus dividendos por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial y suspendió lo que era el mayor programa de recompra de acciones del mundo.

Para los inversores, aquella transacción coronó una década de adquisiciones decepcionantes, desde que Exxon Mobil comprara el productor norteamericano de gas natural XTO por 30.000 millones de dólares en 2009 hasta la adquisición de la canadiense Talisman Energy por parte de la española Repsol, por 8.300 millones de dólares, unos meses antes del batacazo de los precios de 2014, hasta la inoportuna apuesta de 38.000 millones de dólares por parte de Occidental Petroleum para comprar el productor de petróleo de esquisto Anadarko el año pasado.

Ahora, en un momento en que los dirigentes políticos europeos están tomando medidas enérgicas contra las emisiones de gases de efecto invernadero, las principales compañías petroleras de la región han prometido reinventarse como proveedores de energía con bajas emisiones de dióxido de carbono que prosperarán en un mundo de energía limpia.

Sin embargo, para alcanzar sus objetivos a tiempo, casi inevitablemente tendrán que luchar por hacerse con un conjunto relativamente pequeño de activos de energía renovable en competencia con las grandes empresas eléctricas en un momento en que las valoraciones están por las nubes.

Y a algunos inversores les preocupa que la historia se repita.

"Las grandes empresas han sido malas asignadoras de capital durante la mayor parte de los últimos 20 años", dice Chris Duncan, un analista de Brandes Investment Partners que tiene acciones en varias empresas petroleras europeas. "Estoy nervioso... normalmente cuando las compañías hacen la transición a un mercado diferente, la transición no es un proceso rentable".

BP y Total presentarán los detalles de sus nuevas estrategias a los inversores este mes. Repsol celebrará su día de estrategia en noviembre y el de Shell será en febrero.

"LOS MISMOS ERRORES"

El derrumbe de los precios del petróleo desde el varapalo de la pandemia también ha obligado a las grandes empresas a rebajar en miles de millones de dólares el valor de sus activos y también ha afectado a sus ingresos hasta el punto de que han asumido más deuda para mantener los pagos a los accionistas.

Shell, por ejemplo, hizo una provisión de 16.800 millones de dólares para ajustar el valor de sus activos, que incluían una gran parte de su emblemática planta de gas natural licuado (GNL) QCLNG en Australia, que adquirió a través del acuerdo con BG.

En total, las principales empresas energéticas del mundo han realizado amortizaciones para reflejar la caída del valor de sus activos por un total de 60.000 millones de dólares este año, ante la caída de los precios del petróleo y de la demanda durante la pandemia de coronavirus.

Y desde 2005, la deuda combinada de las cinco principales empresas petroleras mundiales, entre las que se encuentran Shell, BP y Total, se ha quintuplicado hasta alcanzar los 370.000 millones de dólares. Eso significa que gran parte del dinero que generarán en los próximos años probablemente se destinará a reducir la deuda.

De manera que las compañías petroleras buscan activos renovables como el viento, la energía solar y la hidroeléctrica, que por lo general tienen un rendimiento menor que el petróleo y el gas, o invierten en proyectos ecológicos desde cero, partiendo de una posición ya muy apalancada.

Algunos analistas dicen que con una deuda en niveles sin precedentes, una perspectiva incierta de los precios del petróleo y el pobre historial de fusiones, las grandes compañías petroleras se enfrentan a la difícil tarea de atraer a los inversores.

"Las grandes empresas europeas en particular tendrán que ganarse el derecho a invertir más en energías renovables, y convencer a los inversores de que no cometerán los mismos errores una y otra vez", dice el analista Biraj Borkhataria, de RBC Capital Markets.

"Cuando Shell adquirió BG Group, una cita clave del CEO de Shell se nos quedó grabada: 'Los movimientos audaces y estratégicos dan forma a nuestra industria'. Desafortunadamente, muchos de los 'audaces' movimientos de los directivos en los últimos años han demostrado destruir el valor a largo plazo para los accionistas", dijo.

En su discurso de julio, el CEO de Shell defendía las ventajas de la operación.

"La empresa se fortaleció, pero efectivamente la empresa no fue capaz de soportar el golpe de la pandemia si queríamos adoptar una postura prudente... Sigo convencido de que fue la decisión correcta", dijo van Beurden a los periodistas.

Sin embargo, tres actuales y antiguos ejecutivos de BG y Shell entrevistados por Reuters creen que la operación estaba sobrevalorada incluso en aquel momento debido a las previsiones alcistas de los precios del petróleo y el gas.

MENORES RENDIMIENTOS

Las grandes compañías petroleras han atraído históricamente a los inversores con la promesa de dividendos grandes y estables. Pero el sector ha mostrado un pobre historial desde la perspectiva de los accionistas en los últimos tiempos.

En los últimos cinco años, el rendimiento total de Shell para los accionistas fue de -2,9%, según datos de Refinitiv.

El panorama es similar para otros grupos, incluyendo BP, Exxon Mobil y Total. Además de Shell, BP y la noruega Equinor, también han recortado dividendos y suspendido la recompra de acciones.

El rendimiento total para los accionistas de BP, que asume que los dividendos se reinvierten en acciones, es de solo el 1,4% desde 2015, mientras que para Exxon era de -7,3%, el más bajo del sector, según datos de Refinitiv.

Chevron ofreció el mayor rendimiento total con un 5,9%.

En comparación, la rentabilidad de las acciones de Apple en los últimos cinco años está por encima del 40% mientras que las acciones de Alphabet (grupo al que pertenece Google) han devuelto más del 15%.

La caída constante del valor de las compañías petroleras —la capitalización del mercado de BP se ha reducido a la mitad en los últimos dos años, hasta unos 75.000 millones de dólares, por ejemplo— también podría hacer más difícil que las empresas lleven a cabo grandes adquisiciones de activos renovables o de compañías de energía, ya que tantos los activos como las empresas de energía han experimentado fuertes incrementos en su cotización en los últimos años.

Las acciones de la empresa danesa de energía renovable Orsted, por ejemplo, se han duplicado con creces en los últimos dos años, lo que le da una capitalización de mercado de unos 45.000 millones de dólares.

Las acciones de la empresa española Iberdrola, una de las mayores empresas de energía renovable del mundo, han saltado un 180% en dos años para darle un valor de mercado por encima de los 80.000 millones de dólares.

Las valoraciones de empresas como Orsted también podrían subir más, ya que muchas de las principales empresas de petróleo y gas de Europa compiten entre sí para ampliar rápidamente su presencia en negocios de bajo carbono.

No obstante, algunos inversores dicen que a medida que las compañías petroleras europeas evolucionen para convertirse en negocios de bajas emisiones de CO2, podrían atraer a un tipo diferente de inversor, más interesado en la estabilidad a largo plazo que en los pagos extraordinarios a los accionistas año tras año.

"A los inversores tradicionales de petróleo y gas les gustan los altos rendimientos y, hasta hace poco, los enormes dividendos asociados al sector", dijo Alasdair McKinnon, gestor de cartera de The Scottish Investment Trust.

"Sin embargo, este cambio puede atraer a un conjunto diferente de inversores que ven con menos escrúpulos las perspectivas de ingresos menores que ofrecen las energías renovables".

GRÁFICO-La deuda creciente de las petroleras: https://tmsnrt.rs/2EDyeXW

GRÁFICO-Provisiones de las petroleras: https://tmsnrt.rs/2Ewvwnd

(Información de Ron Bousso; editado por David Clarke; traducido por Tomás Cobos)