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El espacio podría estar sembrado de planetas errantes y pronto podríamos verlos

Representación artística de un planeta errante con una masa similar a la de Júpiter vagando por el espacio. (Crédito imagen NASA/JPL, Caltech).
Representación artística de un planeta errante con una masa similar a la de Júpiter vagando por el espacio. (Crédito imagen NASA/JPL, Caltech).

Cuando era pequeño, la clase de ciencias planetarias (que despachamos en poco más de una semana) dejaba bastante clara la definición de planeta: “dícese de un cuerpo celeste que no emite luz propia y que orbita alrededor de una estrella”. En cuanto a su proceso de formación, bastaba con saber que se originaban por acreción de los restos “sobrantes” del disco proto-estelar a partir del cual se formaba la estrella.

Desde entonces el concepto de planeta ha variado enormemente, no tanto por la categorización en planetas enanos (como Plutón) y verdaderos planetas, sino también por la constatación de que existen planetas que vagan libremente por el espacio sin estar atados gravitacionalmente a estrella alguna.

¿Y en cuanto a su formación? Ahí parece “estar la madre del cordero” ya que algunos astrofísicos creen que además de la forma clásica antes explicada, los planetas podrían “nacer” también como las estrellas, a partir de nubes de gas y rocas que colapsan por acción de la gravedad, pero que no alcanzan la masa crítica suficiente para “encenderse” por reacciones termonucleares. De ser así, el número de planetas flotantes que van libremente por el espacio podría ser mucho más alto del que imaginamos.

Estos “objetos aislados de masa planetaria” como también se les llama, se detectaron por primera vez la década pasada al escanear el centro de nuestra galaxia y, como podéis imaginar, son enormemente difíciles de observar. Pero no todo está perdido, en la actualidad contamos con un aliado “natural” que nos facilitará la tarea, especialmente cuando dentro de 5 años contemos con un nuevo y potente “ojo espacial” que promete contar con una agudeza cien veces superior a la del Telescopio Hubble. Hablamos del “Telescopio Espacial Nancy Grace Roman”, que con un coste de 4.000 millones de dólares, tiene previsto su lanzamiento para 2025.

¿Quién es ese aliado “natural” antes mencionado? Bien, se trata de un fenómeno astronómico conocido como “microlente gravitacional” que se da como consecuencia de la Teoría de la Relatividad General de Einstein. Como sabéis, la luz tiende a viajar libremente en línea recta, pero no es “inmune” a los grandes campos gravitatorios (de hecho la luz es absorbida por los agujeros negros) que pueden “torcer” su trayectoria.

Los astrónomos hace muchos años que observan “deformaciones” en las imágenes de cuerpos celestes (llamémoslas “fuentes”) en las que se centran, cuando una acumulación de masa se sitúa entre ellas y el instrumento de observación. A esa masas que interfieren en nuestra visión de las fuentes, las llamamos lentes gravitacionales y no tienen por qué ser malas. De hecho, con los algoritmos de corrección necesarios, nos permiten visualizar objetos demasiado lejanos para nuestros telescopios, de ahí el nombre de “lentes”.

Representación artística del Telescopio Espacial Nancy Grace Roman. (Crédito imagen: NASA).
Representación artística del Telescopio Espacial Nancy Grace Roman. (Crédito imagen: NASA).

Pero volvamos con los “planetas huérfanos, errantes o vagabundos” (como veis tienen un montón de nombres descriptivos diferentes). Según el astrónomo Scott Gaudi de la Universidad Estatal de Ohio (OSU): “el universo podría estar plagado de planetas errantes sin que nos hayamos siquiera dado cuenta”. Pero todo eso podría cambiar en un lustro si el citado telescopio espacial Roman y nuestras amigas las microlentes se ponen a trabajar conjuntamente.

En un estudio reciente publicado en The Astronomical Journal por el equipo de astrofísicos de la OSU al que pertenece Gaudi, se afirma que las capacidades de la NASA para detectar planetas errantes podrían ser al menos 10 veces mejores cuando el Roman entre en funcionamiento. Esto nos daría una nueva y revolucionaria ventana de observación a estos extraños mundos, que hasta ahora no podíamos ni imaginar.

Por lo que puedo leer, las oportunidades de observar a uno de estos planetas a través de microlentes gravitacionales, empleando telescopios terrestres, son muy fugaces, ya que la señal puede durar entre unas horas y como máximo un par de días antes de desacoplarse. Pero el Roman podría cambiar esto dándonos más tiempo y potencia observacional.

¿Estará el espacio interestelar plagado de planetas errantes? Confiemos en tener respuesta en solo 5 años.

Me enteré leyendo Science Alert.

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