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'Piso para dos': la serie romántica que supera a 'Emily en París' donde más falla

LONDON, ENGLAND - OCTOBER 20: Anthony Welsh and Jessica Brown Findlay attend the Premiere Screening of new Paramount+ romantic comedy
LONDON, ENGLAND - OCTOBER 20: Anthony Welsh and Jessica Brown Findlay attend the Premiere Screening of new Paramount+ romantic comedy "The Flatshare" on October 20, 2022 in London, England. All episodes launch on December 1st. (Photo by David M. Benett/Dave Benett/Getty Images for Paramount+)

Encontrar una historia que aporte frescura dentro de un género tan trillado como la comedia romántica es como buscar una aguja en un pajar. La mayoría de fenómenos del streaming pasan rápido de moda, y el cine continúa dependiendo de Sandra Bullock (La ciudad perdida) y Julia Roberts (Pasaje al paraíso) para atraernos a las salas. Por su parte, Netflix encontró un enclave exitoso en Emily en París, una serie que desborda clichés y superficialidad con un descaro pasmoso. Pero tiene éxito. Por eso, cuando supe que Piso para dos ya estaba disponible para el disfrute del público latinoamericano, me apresuré en escribir este artículo para que la tengan en cuenta. Porque si quieren ver una romcom fresca, amena e ideal para una tarde de maratón, entonces esta es la serie perfecta.

Piso para dos está basada en el superventas británico de Beth O’Leary que, en pocas palabras, nos transporta a la era del amor sin Internet a través de dos completos extraños que forman un lazo inquebrantable a través de notas que se escriben mutuamente. La serie, disponible en Paramount+, arranca con Tiffany (Jessica Brown Findlay) llorando a lágrima viva en su nuevo departamento. Está procesando una ruptura dolorosa que, evidentemente, no fue idea suya. Su exnovio está rehaciendo su vida con otra mujer pero ella sigue usando su foto como salvapantallas.

Tiffany necesita espacio para superarlo, sin embargo, la costosa burbuja inmobiliaria de Londres solo le permite pagar un alquiler compartido. Aunque el arreglo funciona: ella tiene el departamento desde las 8 de la noche hasta las 8 de la mañana siguiente. Leon (Anthony Welsh), su compañero, trabaja de noche como enfermero así que tiene el espacio la otra mitad del día. Pero el acuerdo tiene una norma estricta: no pueden cruzarse. Por lo tanto, la relación de ‘compañeros’ se forja a base de ‘Post-It’ o notas que escriben en la alacena de la cocina.

La pantalla se divide en dos cada dos por tres haciéndonos partícipes de las vidas opuestas que llevan. Leon es organizado, tiene novia y una meta importante: ayudar a su hermano a salir de prisión, encarcelado por un crimen que no cometió. Tiffany es un terremoto emocional al borde de causar estragos a cada paso. Vive hundida en la baja autoestima por culpa de una relación emocionalmente abusiva mientras su trabajo la coloca bajo la presión de demostrar su valía. Pero entre los torbellinos personales que vive cada uno, surge un cable a tierra: la relación que crean, mantienen y comparten a través de esas notas escritas en la cocina cada día.

Probablemente se estén preguntando por qué la comparo con Emily en París si, a primera vista, son tan diferentes. Básicamente porque la serie de Netflix se ha convertido en un punto de referencia entre las comedias románticas ligeras del streaming. Y si Emily en París transcurre en la capital francesa con una protagonista dedicada al mundo de la publicidad, con amigos variopintos e historias de amor ligeras. Piso para dos nos transporta a Londres, con una protagonista periodista y una historia romántica más creíble.

La diferencia es que Piso para dos supera a la serie de Lily Collins en donde más falla: hacer que lo sencillo sea irresistible. Me explico.

Emily en París es una serie que falla en apoyarse tanto en la irrealidad de sus personajes, en la rapidez de sus tramas sin profundidad y en la superficialidad constante de las emociones. Todo pasa tan rápido que parece que Emily ni siente ni padece. Así como rompe corazones, los arregla, traiciona o enmienda relaciones, pero nunca paga las consecuencias. Todas sus historias en las tres temporadas disponibles transcurre con la misma superficialidad que un escaparate parisino.

Piso para dos no es una serie perfecta. Tiene agujeros de guion evidentes, sin embargo, la gran diferencia es que explora la vulnerabilidad de sus personajes, ahondando en sus arcos narrativos como no hace Emily en París. Aquí conocemos a Tiffany y León, profundizamos en sus flaquezas, errores y metas. Pero también en sus amigos, las vidas que les rodean y la influencia que tienen en cada uno. No son perfectos ni pretenden serlo por mucha irrealidad visual que utilicen para adornar la serie. Son vulnerables. Son creíbles y cercanos.

Por imposible que parezca, la serie consigue en seis episodios forjar una relación romántica a base de papelitos breves, echando raíces en la realidad que aporta cada personaje, la química entre los dos protagonistas y la vulnerabilidad que expone cada uno en secreto.

De esta manera, Piso para dos consigue convertir los clichés del típico ‘chico conoce chica’ y una historia de renovación personal (la de Tiffany) en una propuesta que enamora a través de un conductor tan sencillo como son esos mensajes breves en la cocina del departamento. Porque es sencillo. Porque es romántico. Porque no recurre a teléfonos celulares, aplicaciones, ni nada por el estilo. Sino a un romance que surge en medio de dos personajes imperfectos. Como la vida misma. Algo en donde Emily en París falla y fracasa, exprimiendo la superficialidad hasta el punto de crear personajes con un estilismo perfecto pero vacíos por dentro.

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