Pipas Churruca esconde en su logo sonriente el lado oscuro de una familia española millonaria

Una de las empresas más queridas por los niños (y no tan niños) de los 80 y los 90 es sin duda Churruca, el fabricante valenciano de frutos secos. Sus pipas han acompañado infinidad de momentos como partidos de fútbol, películas de cine o reuniones de amigos. Y es que comer pipas se asocia siempre a momentos de ocio y felicidad. ¿Quién se comería un paquete en un funeral o durante una operación quirúrgica a un familiar?

Del buen rollo implícitamente asociado a la marca Churruca también tiene culpa su logo, siempre vinculado a la figura de Tito, un chef con cara simpática, poco pelo y que aparece en algunas bolsas relamiéndose de gusto.

Logo de Churruca con la imagen del chef Tito. Fuente: Churruca.
Logo de Churruca con la imagen del chef Tito. Fuente: Churruca.

Con este panorama tan positivo cuesta creer que la compañía haya vivido casi dos décadas de tormenta interna por la lucha encarnizada entre Luis y José, los dos hermanos propietarios del negocio.

Para entender los motivos de esta disputa hay que remontarse a 1932, cuando el matrimonio López Lluch quiso complementar los ingresos que les reportaba la carnicería que regentaban. Empezaron tostando cacahuetes y vendiéndoselos a los vecinos. Luego siguieron con pipas y kikos, ampliando su clientela a turistas. Y viendo que la cosa marchaba bien, acabaron fundando Productos Churruca.

La compañía no paró de crecer en el siglo XX y se convirtió en un referente de los frutos secos a nivel nacional e internacional. Pero las cosas se torcieron cuando llegó el relevo generacional y los hermanos varones López Lluch heredaron la empresa al 50%.

El primero en ‘golpear’ fue Luis, que obtuvo el control de la compañía tras dos ampliaciones de capital. José las impugnó pero un juez le dio la razón a su hermano, así que tomó una decisión insólita: crear una sociedad paralela llamada STI Ibérica que también vendía productos bajo la marca Churruca. Sí, durante años en los kioskos de España había frutos secos llamados Churruca que pertenecían a dos empresas distintas.

Luis trató de devolver el ‘bofetón’ denunciando a su hermano, pero la justicia esta vez le dio la espalda al considerar que el uso de la marca pertenecía a la herencia que les había dejado su padre y no era propiedad de la empresa original Productos Churruca.

Imagen de las oficinas centrales de Churruca en Valencia. Fuente: Churruca.
Imagen de las oficinas centrales de Churruca en Valencia. Fuente: Churruca.

La batalla fraternal en los tribunales duró hasta 2008, cuando Luis pagó más de 7 millones de euros en una subasta pública para quedarse con la titularidad de la marca Churruca y el uso exclusivo de la figura del sonriente cocinero Tito. Así se ponía fin a casi dos décadas de litigios judiciales que pasaron prácticamente desapercibidos para los fieles consumidores que seguían asociando la marca al buen rollo y a la felicidad (nada que ver con lo que estaba ocurriendo entre sus dueños).

Por cierto, el nombre de Churruca es un homenaje a Cosme Damián Churruca, el marinero español que se convirtió en héroe en la batalla de Trafalgar. Su rostro aparecía incluso en los primeros envoltorios de frutos secos que vendieron. ¿Puede ser que su carácter batallador se impregnara en la compañía y de ahí las luchas encarnizadas entre los hermanos?

VÍDEO: Anuncios de los 80 - Pipas Churruca