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Todo sobre la piel: mitos y verdades sobre la salud cutánea

Todo sobre la piel: mitos y verdades sobre la salud cutánea
Todo sobre la piel: mitos y verdades sobre la salud cutánea



Con sus casi 2 m² de extensión y 5 kg de peso, la piel es el órgano más grande del cuerpo.

Se divide en dos capas principales (epidermis y dermis) y cumple muchas funciones, como mantener íntegras las estructuras del organismo, actuar como barrera protectora, y funcionar como sistema de comunicación con el entorno. Como sucede con otros órganos, la forma de cuidarla suele estar rodeada de muchas creencias erróneas. Aquí repasamos y damos respuestas a los mitos más populares.

Mito 1: Todas las pieles son iguales

Verdad: Existen muchos tipos de piel, que a su vez están influenciados por distintos factores: alimenticios, regionales y genéticos. Los expertos suelen dividir los tipos de piel en cuatro grandes categorías:

  • Piel normal: "normal" es un término que se usa ampliamente para referirse a la piel bien equilibrada.

  • Piel grasa: se caracteriza por su grosor, aspecto opaco y poros dilatados, que generalmente se debe a un exceso de una sustancia grasa llamada sebo.

  • Piel seca: llamada xerosis, se define por la sensación de quienes la padecen. En estos casos la piel suele encontrarse tensa, pálida y agrietada. Los motivos van desde una mala hidratación, un ambiente seco, no lavarse las manos con frecuencia o sufrir alteraciones en la capa hidrolipídica que protege la piel (conformada por agua y sebo).

  • Piel mixta: este caso surge por alteraciones en la susceptibilidad de la piel dependiendo las zonas del rostro. Las áreas con mayor presencia grasa suelen ser la frente, nariz y mentón, lo que se conoce como zona T. El resto de la piel puede variar entre un estado normal o seco.

Mito 2: Lo que comemos no repercute sobre la salud cutánea

Verdad: Esto no es cierto, dado que la alimentación es fundamental para obtener energía y desarrollarnos, por lo que impacta directamente en la salud cutánea. La fortaleza, brillo, elasticidad, presencia de arrugas o manchas, y velocidad de recuperación de la piel, dependerá de los y la cantidad de nutrientes que formen parte de nuestra dieta.

  • Qué producto debes usar según tu tipo de piel

Los profesionales de la salud recomiendan alimentaciones ricas en vitaminas C, D, E y K, grasas saludables y líquidos, a la vez que se reducen los alimentos grasoso, salados, y azucarados, así como el exceso de cafeína y alcohol.

Mito 3: Fumar no afecta la piel

Verdad: Este es otro mito común, que se debe en gran parte a que los efectos dañinos del tabaco se suelen concentrar en los pulmones o el corazón. Sin embargo, la nicotina puede causar un estrechamiento de los vasos sanguíneos en las capas de la piel (especialmente en la más externa: epidermis). Esto dificulta el flujo sanguíneo hacia la piel, por lo que esta no recibe suficiente oxígeno y nutrientes importantes para mantense saludable, como la vitamina A.

Además de afectar a los vasos sanguíneos, el tabaco (junto a los más de 4.000 químicos que pueden encontrarse en su humo) dañan el colágeno y la elastina, sustancias que le garantizan fuerza y elasticidad a la piel.

Mito 4: Exponerse al sol siempre es malo para la piel

Verdad: Toda exposición solar puede causar cierto grado de daño sobre la piel, sin embargo, esto no significa que siempre sea malo para la salud cutánea. Por el contrario, los especialistas suelen recomendar una exposición moderada a la luz solar ya que esto es esencial para impulsar la síntesis de vitamina D. 

La vitamina D es clave para fortalecer las defensas, ayudar a absorber calcio, el mineral más abundante en el cuerpo, mejorar el funcionamiento del sistema muscular y nervioso, prevenir las enfermedades óseas y proteger la salud mental. Además, la exposición a los rayos UV del sol tiene propiedades antiinflamatorias que pueden ser beneficiosas frente algunas afecciones de la piel, como psoriasis, eccema y prurito.

Para aprovechar estos beneficios de forma segura, procura usar protector solar de alto factor, ropa adecuada y permanecer en la sombra entre las 11 a. m. y las 3 p. m.

Mito 5: Las heridas necesitan aire para sanar

Verdad: Este es otro mito generalizado, ya que, por el contrario, las heridas cutáneas se curan mejor en un ambiente limpio y húmedo. Esto se debe a que las células migran mejor para iniciar y continuar la recuperación en un ambiente húmedo en las primeras etapas de curación.

Mantener una herida cubierta con un ungüento y vendajes, siempre que no haya infección, es lo ideal. Sin embargo, hacia el final de proceso de curación (una vez formado el nuevo tejido conectivo) el aire puede ser de ayuda para finalizar la recuperación.

Mito 6: Tener la cara sucia causa acné

Verdad: El acné es causado por una interacción compleja de las hormonas y la piel, no por la suciedad. Por lo tanto, no, tener la cara sucia no causa necesariamente acné, a menos que esa suciedad sea por sustancias aceitosas como pomadas para el cabello o maquillaje aceitoso.

Mito 7: La exfoliación diaria es obligatoria para una piel sana

Verdad: La exfoliación es un proceso de renovación celular, que consiste en eliminar las células muertas, suciedad e impurezas que se acumulan en la superficie de la piel. Para ello, se pueden utilizar diferentes productos o compuestos, como cepillos, esponjas o guantes exfoliantes, alfa-hidroxiácidos o beta-hidroxiácidos.

A pesar de su popularidad, no es un tratamiento esencial para mantener la piel sana. Por el contrario, si este proceso se realiza repetidamente existe el riesgo de que dañe la barrera natural de la piel, poniéndola en peligro frente a muchos daños y afecciones.

Mito 8: Usar jabón antibacterial es lo mejor para la piel

Verdad: El microbioma natural cutáneo es vital para mantener una piel sana. El uso constante de jabones antibacterianos puede alterar ese equilibrio y aumentar el riesgo de sufrir muchas afecciones. Por ello, salvo que se trate de situaciones especiales, como trabajar en atención médica o manipulando alimentos, no se debe recurrir a este producto para proteger la piel.

Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Clínica Mayo, Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel, Instituto Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa.