Pese a una popularidad oscilante, Putin logró un triunfo clave para seguir hasta 2036 en el poder

PARÍS.- Los rusos apoyaron masivamente una reforma constitucional que permitirá a Vladimir Putin permanecer en el poder hasta 2036. Si así fuera, el ex oficial de KGB de 68 años -que fue elegido presidente por primera vez en 2000- superará a Josef Stalincomo el dirigente que permaneció más tiempo al frente del Kremlin.

Al cabo de una larga semana de votación y después de haber escrutado 25% de los sufragios, la Comisión Central Electoral anunció que 73% de los electores dijeron "sí" a las más de 200 enmiendas constitucionales propuestas.

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Esos cambios incluyen nuevas protecciones sociales, como la garantía de una pensión mínima, y una serie de declaraciones de principios ultraconservadores, como la afirmación de la fe rusa en Dios y una definición del matrimonio que solo lo hace posible entre un hombre y una mujer.

En su conjunto, esos cambios representan la mayor reforma de la Constitución desde su redacción, dos años después de la caída de la Unión Soviética en 1991.

Pero una sola de esas enmiendas era clave para Vladimir Putin y sus seguidores y la razón por la cual, según sus críticos, la respuesta al referéndum se limitó a un simple "sí" o "no": la que modificó los términos y el número de mandatos presidenciales, permitiendo al jefe del Kremlin presentarse dos veces más cuando termine su actual y cuarto periodo presidencial en 2024.

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A pesar de que el referéndum fue pospuesto a comienzos de abril por la pandemia, todos lo consideraban una simple formalidad. Tanto, que mucho antes de que abrieran las oficinas de voto el 25 de junio, las librerías de Moscú comenzaron a vender copias de la nueva Constitución, aprobada en marzo por ambas cámaras del Parlamento, la Duma y el Consejo Federal, así como por todas las asambleas regionales del país.

En vísperas del referéndum, Grigory Melkonyants, copresidente del organismo independiente de monitoreo electoral Golos, describió la votación como una de las "menos transparentes" y "más manipuladas" en la historia del país. Una semana más tarde, el día antes que finalizara la compulsa -que Putin declaró feriado nacional para que los rusos pudieran ir a las urnas- Golos había recibido más de 1500 denuncias de fraude. La organización declaró que la mitad de ellas eran creíbles.

Los responsables de la Comisión Electoral inventaron nuevos procedimientos para este referéndum que, según advirtió Melkonyants, alentaban el fraude. Entre ellos, los electores fueron autorizados votar desde sus casas el primero de los seis días de referéndum. En el distrito de Moscú, un diputado municipal descubrió que el número de votos había aumentado 12 veces en relación a años anteriores, con ninguna documentación que probara que esa gente realmente había sufragado.

Los electores también fueron autorizados a votar en mesas improvisadas cerca de sus domicilios, en bancos públicos, baúles de automóvil o troncos de árbol, sin la presencia de ningún observador oficial. También pudieron votar en línea. Mucha gente descubrió que el sistema permitía votar dos y hasta tres veces.

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"En lo que podría considerarse la evidencia perfecta del fraude, la participación en el distrito autónomo de Yamal-Nenets (en los Urales) el último día del referéndum, alcanzó el 100%", subrayó Melkonyants.

El día previo al referéndum, en un discurso pronunciado ante un nuevo monumento dedicado a la Segunda Guerra Mundial en Moscú, Vladimir Putin solicitó públicamente a la Comisión Electoral que asegurara un voto transparente. El jefe del Kremlin se cuidó bien, sin embargo, de mencionar la enmienda que le permitirá presentar su candidatura presidencial dos veces más.

"Podremos asegurar estabilidad, seguridad, prosperidad y una vida decente solo a través del desarrollo. Solo juntos y por nosotros mismos", dijo.

Los analistas habían anunciado acertadamente que la reforma propuesta obtendría entre 70 y 75% de votos a favor. Los más críticos explicaron que esas cifras permitirían a Putin reivindicar un consistente apoyo popular, sin ser demasiado alto como para desatar denuncias de fraude.

Eso fue lo que sucedió en las elecciones legislativas del invierno de 2011, cuando el mandatario ruso tuvo que enfrentar la mayor protesta en su contra, bautizada "la revolución blanca" por su gran adversario Boris Nemtsov, asesinado en 2015 frente al Kremlin.

"No podemos dar crédito a estos resultados. Han fabricado sus propias reglas. Lo que montaron es la tecnología más sucia que existe para influenciar a los votantes", afirmó Melkonyants.

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Por esa razón, el mayor crítico del Kremlin y líder opositor de facto, Alexei Navalny, llamó a sus seguidores a boicotear la votación en vez de participar en lo que calificó de "farsa".

Otros opositores se unieron bajo la bandera "¡No a la campaña!". Durante toda la jornada, el colectivo publicó sus propios resultados para Moscú y San Petersburgo. A primeras horas de la tarde, los resultados mostraron 47% a favor de los cambios constitucionales en la capital y solo 37,8% en la ciudad natal de Putin.

En sus esfuerzos para atraer a los electores, el régimen transformó las oficinas de voto en Moscú en centros de testeo de coronavirus. Empleados y voluntarios, usando equipamientos de protección, tomaban la temperatura, distribuían tapabocas y guantes de látex. En el interior del país, se recurrió a verdaderos obsequios, como aparatos de televisión y otros electrodomésticos.

Para Tatiana Stanovaya, fundadora del proyecto R. Politik, lo que se vio esta semana en Rusia "es un régimen que cada vez se preocupa menos por violar la ley para obtener lo que quiere". Y agrega: "Pero finalmente se está mintiendo a sí mismo. Porque no tiene ese 73% de apoyo que muestran los resultados".