La gran amenaza del Pentágono: los suicidios militares en Alaska

Homeless male soldier addicted to drugs and alcohol sitting alone and depressed feeling anxious and alone at home.
La mayoría de los suicidios en el ejército no están relacionados con traumas de guerra. Muchos de los soldados que deciden quitarse la vida en Alaska no han sido trasladados al extranjero. (Getty Images)

La vida en el ejército estadounidense no es nada fácil. Mucho menos si te trasladan para Alaska.

En la base militar Fort Wainwright de Alaska se suicidaron 17 soldados en 2021. Se trata de una situación que ha causado preocupación en el Pentágono por el brusco cambio en las estadísticas. La cifra es mayor que la suma de los suicidios en los dos años anteriores y supera con creces la media entre 2016 y 2020.

En 2020, siete soldados se quitaron la vida; ocho en 2019 y tres en 2018.

Más allá de las estadísticas, están las vidas truncadas que dejan un desolación en sus seres queridos. En enero de 2022, el sargento. Zachary Calagui fue encontrado muerto por un vecino en su piso de Fairbanks, Alaska. Y aunque aún no ha sido reconocido oficialmente como suicidio, las investigaciones iniciales no han encontrado indicios de que se trate de un accidente ni de un homicidio.

La situación es tan grave que el Ejército ya ha diseñado un plan de reclutamiento de voluntarios para sustituir a los soldados muertos en sus comandos árticos y ha realizado cambios importantes en el régimen de entrenamiento en esos climas extremos, informó la publicación Military.

Los comandantes de Alaska están conscientes de lo que sucede y han presionan a Washington para que les otorgue más recursos para atender la salud mental de la tropa. Y mientras ese dinero llega, intentan mejorar la situación con pequeños esfuerzos como distribuir gratuitamente suplementos de vitamina D para ayudar a combatir la depresión en ese lugar de prolongados inviernos y poca exposición a la luz solar.

También han mejorado las condiciones de vida de los cuarteles, reforzando los gimnasios y estableciendo la salida anticipada de los soldados los viernes en la tarde para ayudarles a levantar el ánimo. En un lugar con temperaturas que descienden a los -20 ºC, cualquier actividad al aire libre puede ser mortal. Por eso han mejorado las caminerías entre los dormitorios y las cafeterías y han instalado cortinas opacas para ayudar a los soldados a dormir durante el verano, cuando el sol nunca se pone.

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Transparencia y estigmas

Los líderes militares decidieron enfrentar la situación con transparencia y han abierto las puertas de las bases militares a equipos de periodistas, quienes han constatado que no hay abusos generalizados.

Lo que sí es muy obvio es que las bases se encuentran en lugares remotos, donde los soldados trabajan en zonas con poca o ninguna cobertura móvil (se comunican con los equipos de telecomunicaciones militares). Otro aspecto que los golpea es la dificultad que tienen para comunicarse de manera regular con sus familiares y amigos en sus lugares de origen, debido a sus jornadas laborales y la diferencia de los usos horarios.

Una cosa que hay que decir a favor del ejército es que el problema de los suicidios en Alaska no es exclusivo de las Fuerzas Armadas. Ese gigantesco estado ártico, ubicado en el extremo noroeste de Norteamérica y separado del resto de Estados Unidos, tiene una de las tasa de suicidios más altas del país.

El general de división Brian Eifler, comandante del ejército de Estados Unidos en Alaska, le dijo a Military.com que ha intentado atraer expertos en salud mental hacia la zona ofreciendo buenas condiciones de trabajo y sueldos atractivos. Aunque reconoce que no es suficiente porque tiene escasez de mano de obra en otros los sectores, incluyendo el área médica.

Prevenir los suicidios ha resultado particularmente difícil porque los soldados han sido entrenados en una cultura militar que desestima la importancia de la salud mental y que estigmatiza al que reconoce que tiene un problema. Algunos soldados ya tienen trastornos emocionales cuando se unen al ejército, pero muchos desarrollan problemas mentales durante los despliegues y combates en el extranjero, o en la soledad de sus misiones en lugares remotos, donde tienen que vivir lejos de sus familias.

“El COVID es un desafío, pero no está matando a nuestros soldados. El suicidio sí lo es", dijo Eifler a USA Today.

Pero si tomamos en cuenta exclusivamente a las Fuerzas Armadas, el suicidio fue un problema casi exclusivo del ejército el año pasado. En Alaska, también hay 10.000 aviadores de la Fuerza Aérea , pero solo un piloto se suicidó en 2021. Eifler y los altos mandos del Ejército temen que el alto número de suicidios en 2021 represente algún tipo de normalidad nueva y horrible en Alaska.

Perspectiva histórica del suicidio

El Pentágono ha comprendido que los problemas de salud mental en Alaska se han convertido en su peor enemigo. Por eso, el secretario de Defensa, Lloyd Austin, visitó las tropas en verano del 2021 para recalcar la importancia de cuidar la salud emocional.

Fort Wainwright es una de las nueve instalaciones que serán investigadas por una comisión independiente del Congreso encargada de frenar esa terrible tendencia.

La prioridad de los militares es aumentar el número de terapeutas para resguardar la salud mental de su personal.

Si miramos las cifras desde una perspectiva histórica, la situación no parece demasiado grave. Desde 1843, la tendencia general en las tasas anuales de suicidio entre los miembros en servicio activo del Ejército de Estados Unidos fue creciendo hasta llegar a una tasa máxima de 118,3 cada 100.000 en 1883, según la investigación “A Historical Examination of Military Records of US Army Suicide, 1819 to 2017”.

El estudio señaló que la tasa disminuyó en 3 oleadas sucesivas, siempre al finalizar una de las las siguientes guerras: Guerra Hispanoamericana (1898), Primera Guerra Mundial (1914-1918) y Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Esta última oleada tuvo la tasa históricamente más baja de 5 por 100.000 en 1944 a 1945.

Durante la Guerra Fría, entre 1945-1991, la tasa se estabilizó entre 10-15 cada 100.000. La tasa aumentó nuevamente durante las guerras de Afganistán e Irak, hasta alcanzar 29,7 por 100.000 en 2012.

Y desde 2008 hasta la fecha de publicación del estudio en 2019, la tasa anual se había mantenido en un rango de 20,2 a 29,7 por cada 100.000 soldados.

Quizá uno de los pocos efectos positivos del aumento de la tensión en la frontera entre Estados Unidos y Rusia, que se encuentra justamente en Alaska, es que se detenga los suicidios de los soldados.

Fuentes. Military, USA Today, JAMA

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