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La película de animación que conquistó al mundo y el "Walt Disney japonés" que no cumplió con su promesa

El frío de Berlín se encrudecía esa noche de febrero de 2002. La prensa extranjera estaba perpleja, lo que veían no podía ser posible. Debía haber un error. Quizás el jurado había mandado un nombre equivocado, quizás todos habían leído mal. Los locales, por su parte, no perdieron el tiempo y decidieron publicar la noticia: El Oso de Oro le pertenecía a un film animado. El viaje de Chihiro, de Hayao Miyazaki se había transformado en la primera película de ese medio en llevarse el máximo galardón del prestigioso festival de cine alemán.

El camino de este film, que ahora se suma a Netflix con todo el catálogo de Ghibli empezó mucho tiempo antes, en el tórrido verano japonés, donde un retirado Hayao Miyazaki disfrutaba de su nueva vida como jubilado luego de haber estrenado La Princesa Mononoke, su ópera magna, su último film. Era el cierre de una trayectoria que empezó en los 70 con la película de Lupin III: El castillo de Cagliostro, y que terminó con una película personal donde la crítica al despiadado consumismo del hombre mataba a la naturaleza que lo rodeaba. Había tenido una carrera fructífera, todos sus films habían alcanzado, en mayor o menor medida, la fama en Japón y el estado de película de culto en el exterior. Nausicaä del valle del viento, Porco Rosso y Mi vecino Totoro habían tallado su nombre en el hall de la fama de la animación, el Walt Disney japonés, el fundador de Studio Ghibli, la fábrica de hacer películas adoradas por igual por el público y la crítica.

Atrás quedaba todo eso y Miyazaki, un retirado animador que no sabía cómo pasar su tiempo, se fue de vacaciones con una familia de amigos, como todos los años. Ellos tenían una hija de 10 años y observándola el director japonés se dio cuenta que no había ninguna película que le hablase directamente. "Es cierto que las chicas como ella veían películas con personajes de su edad, pero no se podían identificar con ellos porque ninguno buscaba interpelarlas, ninguno de estos personajes imaginarios intentaba parecerse a la vida que ellas tienen", comentó Miyazaki en una entrevista con el medio especializado The Midnight Eye.

Conversando con el medio Animage también continuó pensando sobre el tema, específicamente sobre el rol que ocupaba Chihiro dentro de su carrera. "Cuando hicimos Mi vecino Totoro buscamos mostrar la magia de la infancia; en El castillo en el cielo mostramos a un niño de 10 años embarcarse en un viaje y en Kiki's Delivery Service intentamos mostrar a una adolescente que tiene que aprender a vivir consigo misma. Nunca intentamos hablarle a las chicas que recién están empezando a recorrer el camino de la adolescencia. Quería decirles a esas chicas: 'no se preocupen, va a haber alguien con el que se puedan identificar, no solo en la ficción sino que también en la realidad', era vital para la película que la heroína no sea una persona extraordinaria con poderes, si no una chica normal que podés encontrar en cualquier parte de Japón". Es por eso que cada acción que hacía la protagonista era importante para el director: "Cada vez que ella atraviesa un nuevo problema o se enfrenta a una nueva situación, Chihiro va creciendo y así es como deja de ser una niña para pasar a ser una persona capaz".

Las ruedas empezaron a andar en la cabeza de Miyazaki, que decidió volver una vez más. Una segunda última película, un cierre perfecto a una carrera perfecta. Para prepararse leyó mucho manga shojo, cómics japoneses que tienen como público objetivo a las chicas preadolescentes. Fue ahí cuando notó una gran falla en la narrativa japonesa: "Sentí que lo único que tiene este país para ofrecerles a ellas son romances y viendo a las hijas de mis amigos sentía que eso no es lo que más querían, no es lo que deseaban".

El "auteur" del animé

Ya con la idea clara y aprobada, llegó el momento de empezar a trabajar. Nunca hubo un guion de la película. "Nunca tengo la historia terminada cuando empiezo a trabajar", afirmó a Midnight Eye. El primer paso para crear el film fue dibujar los storyboards, que funcionan como esqueleto principal de la película, mostrando todas las tomas y ángulos desde donde se va a "grabar". Inmediatamente después, mientras el equipo seguía armando la trama, empezó la producción y la animación del film, así que el proceso de guionado iría avanzando en paralelo a la grabación, como un tren al que le ponen las vías a medida que atraviesa estaciones. "Hay un orden interno que demanda la película misma. Cuando empecé a trabajar había imaginado 1200 tomas, pero el film me dijo: 'no, necesito más'. En cierta forma yo no hago películas, las películas se hacen a sí mismas y solamente me queda seguir sus deseos".

No tener guion podría traer grandes problemas a la hora de pensar personajes duraderos, pero "son nacidos de la repetición", afirmó Miyazaki. "Cuando trabajo en una película los limites entre quién soy yo y el personaje que estoy armando se van desdibujando, soy yo el que visita esos espacios y recién cuando me puedo ver es cuando empiezo a dibujarlos. Por eso siempre termino sobre la hora. Trabajar sin guion hace que cada escena que hagas sea la escena de quiebre. Cuando los padres de ella se transforman en cerdos es la escena más importante de la trama, pero la escena siguiente es todavía más importante, y la siguiente todavía más", comenta Miyazaki. No obstante, a pesar de eso, él siente que el film sí tiene momentos simbólicos. Específicamente dos: "La primera escena de la película, donde podés ver que es una niña vulnerable, y la otra es la última escena, donde ella se plantea como alguien lleno de vida y con ganas de enfrentarse contra el mundo".

En el mismo personaje de Chihiro se puede notar esa atención al detalle que tienen en estudio Ghibli y que tanto caracteriza a los films de Miyazaki. Aunque atrás quedaron los 2000 y la tecnología poco a poco empezó a inundar los aspectos cotidianos de todos los días, en la protagonista de la película se puede ver a una preadolescente que empieza a dar los primeros pasos de rebeldía, la apatía que identifica a esa época de juventud donde nada importa. "Esta generación es mucho más insensible a los esfuerzos que realizan los padres para hacerlos felices", comentaba Miyazaki en 2002. "Hay una escena donde el padre de ella la llama y no responde, está completamente absorta en su propia cabeza, es recién cuando la llama por una segunda vez que ella le presta atención. Mi staff me decía que dos veces eran pocas y que hacía falta que lo dijeran tres veces, que así es la juventud de hoy".

Folclore vs. Realidad

Muchas de las cosas que pasan en El viaje de Chihiro están inspiradas en el folclore japonés. Ella traspasa al mundo de los espíritus, donde deberá trabajar para Yubaba, la dueña de una casa de baños para los dioses de Japón y bruja que funciona como enemiga en el largometraje. En el sintoísmo, la religión mayoritaria de Japón, todas las cosas de la naturaleza tienen un alma y un dios, desde un arroyo que corre por el bosque hasta las piedras al fondo de ese arroyo, pasando por las hebras de pasto, los árboles y las flores.

En una de las escenas ella ayuda a limpiar el espíritu de un arroyo, que está representado como una masa amorfa y pútrida de brea y barro con basura desperdigada por todo su cuerpo, entre la que se encuentra, por ejemplo, una bicicleta que deben sacar a la fuerza entre varios. Luego de mucho esfuerzo el espíritu queda libre, mostrando a un anciano que sale poco a poco debajo del agua. A diferencia de lo que puede parecer en un principio, esto no está basado en la mitología, sino en las experiencias reales de Miyazaki: "Cerca de donde vivo hay un río que estaba lleno de basura. Cuando empezamos a limpiarlo y el agua se fue esclareciendo, pudimos ver toda la suciedad que se agrupaba en el fondo. Ahí había un manubrio de bicicleta que estaba saliendo, por poco, de dentro del agua. Pensamos que sacarlo iba a ser muy fácil, pero nos costó horrores de toda la mugre que se había posado sobre ella durante años. Ahora que el río está limpio poco a poco los peces vuelven a nadar en él, así que está bueno mostrar que no todo está perdido".

En cierta forma yo no hago películas, las películas se hacen a sí mismas y solamente me queda seguir sus deseosHayao Miyazaki

La naturaleza tiene mucho que ver con la animación del film pero no solo desde un punto de vista esotérico, sino como algo más normal. Cuando Miyazaki le pedía a sus compañeros que dibujaran una escena, todas las referencias que recibían eran de animales. Cuando Haku, el dragón, se lastima en la sala de las calderas, su movimiento tenía que ser como "el de un geco", hasta caer de la pared "como una serpiente". En el momento de tener que darle el medicamento, se tenía que sentir "como si le estuviera dando una medicina a un perro". Cuando dijo esa frase todo el equipo se quedó perplejo por un segundo, ninguno había tenido en su vida un perro, mucho menos le habían dado un remedio. Lo más cercano era un gato, mascota de uno de los animadores. Pero para Miyazaki eso no iba a funcionar. Entonces todos tuvieron que ir a un refugio de animales y ver cómo actuaban los perros. Luego sí pudieron plasmarlo en el film.

El viaje de Chihiro se toma sus tiempos, plantea emociones, tensiones e intercala pequeñas escenas donde los personajes simplemente viven su vida, con lo que se crea una sensación de fluidez que permite que la película avance de manera orgánica. Estas escenas tienen nombre, y están basadas en un concepto japonés, el ma, el espacio negativo. "Cuando todo el tiempo pasa algo, la película pasa a ser un trabajo, pero en el momento que descansás, que das espacio para respirar, la tensión obtiene un peso real. Cuando todo el rato estás bombardeando al espectador, en algún momento la audiencia va a ser insensible a lo que le mostrás. Todo va a ser lo mismo", afirmaba el director en una entrevista con Roger Ebert. "Hoy los creadores piensan que si la película frena por un segundo te vas a levantar a buscar pochoclos y ahí van a perder tu atención. Le tienen pánico al silencio".

Al momento del encontrar financiamiento, se superaron los inconvenientes gracias al fan menos pensado: John Lasseter. El padre de Toy Story y el estudio Pixar era un acérrimo fan de las películas de Miyazaki y le pidió a Disney que financiara la película a cambio de un contrato de exclusividad en el momento de emitirla fuera de Japón. La compañía del ratón aceptó y bancó un 10 por ciento de la producción. Finalmente El viaje de Chihiro (conocida en los países de habla inglesa como Spirited Away) tuvo su primera emisión en el teatro de Pixar y tanto Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke como este film fueron distribuidos por Disney.

El 21 de julio de 2001 Chihiro tuvo su estrenó frente a una expectante audiencia nipona que esperaba con ansias ver cuál era la razón por la cual Miyazaki había abandonado su retiro. La respuesta fue extremadamente positiva. Rápidamente el film se transformó en el más taquillero de la historia de Japón, reemplazando a Titanic y ocupando ese puesto hasta 2018, cuando Makoto Shinkai, considerado por la crítica como uno de sus sucesores, estrenó Kimi No Na Wa. Los premios también empezaron a llover rápidamente. Además de llevarse un Oso de Oro, el film de Miyazaki consiguió cuatro premios Annie, el máximo galardón de la animación; mejor película en los premios de la academia japonesa y una nominación a mejor película en idioma extranjero en los BAFTA.

No obstante, el último gran galardón fue también uno de los más importantes: el Oscar a mejor película animada. El viaje de Chihiro se transformó así en la segunda película en la historia en conseguir el premio, antes de que Disney y Pixar lograran poner sus manos sobre la estatuilla y ocupando el lugar que Shrek, de Dreamworks, había llenado solamente un año atrás. No obstante una gran ausencia se notó en el escenario esa noche, la de Hayao Miyazaki, el padre del film que decidió no presentarse a modo de protesta. "La única razón por la que decidí quedarme en Japón es que no quería visitar un país que estaba bombardeando Irak. En el momento mi productor me obligó a no hacer públicas mis razones pero la verdad es que no lo veo por aquí hoy en día", afirmó el director japonés en una entrevista con Los Angeles Times, antes de agregar: "Él compartía mi sentimiento".

El viaje de Chihiro es una película que no solo cambió una carrera, sino que cambió un medio artístico. Y fue la primera vez de muchas que Miyazaki amagó con abandonar el cine. Tantas veces lo hizo que la NHK, la televisión pública de Japón, le dedicó un documental llamado Never Ending Man. Hoy por hoy él está trabajando en su última película, hay que ver si esta vez sí cumple con su tan anunciado retiro.