Pedro Aznar, en streaming: las dos caras del músico que deslumbró también como intérprete

Banda: Pedro Aznar (voz, bajo, contrabajo, teclado, mandolina), Federico Arreseygor (teclados), Julián Semprini (batería), Coqui Rodríguez (guitarras) y Diego Sánchez (percusión) / Sala: Sur en vivo, por streming / Nuestra opinión: muy buena

Es probable que, aún cuando todo esto del aislamiento pase y se convierta en un horrible recuerdo, el streaming siga siendo algo habitual. No para reemplazar a los conciertos en vivo con su necesario contacto humano, pero sí para complementarlos por cuestiones de distancia o de costos. Claro que, más allá de esta situación de emergencia, se deberán ajustar algunos aspectos respecto de las conexiones y la resistencia de las plataformas para que funcionen sin cortes, sin necesidad de reseteos y sin fallas en la calidad del audio y la imagen. Desde que empezaron estos conciertos durante la cuarentena, se ha avanzado muchísimo; sobre todo desde que los protocolos de varios distritos -como los de la ciudad de Buenos Aires- permiten ubicar a una banda completa en el escenario, transmitir desde una sala de teatro con varias cámaras y mejorar notablemente el sonido en relación a las transmisiones hechas con los escasos recursos caseros del principio. Y además, cantantes y músicos fueron acostumbrándose poco a poco a mirar a una platea que no existe y a generar un buen clima, haciendo caso omiso de que están prácticamente solos en espacios fantasma.

Pedro Aznar y su banda, en formato virtual

Pedro Aznar ya había hecho algunas actuaciones anteriores por esta vía digital, pero esta fue la primera que pudo hacer junto a sus músicos, sobre un escenario y sin sus gatos domésticos que fueron protagonistas en los otros shows en solitario y que ahora solo se vieron en la pantalla de fondo. Para la ocasión, se subió -en vivo- al escenario de Sur: un amplio lugar de Pompeya que en algún momento se llamó Salón Rock Sur. Cantó y tocó acompañado de casi todos sus compañeros, a excepción del percusionista Alejandro Oliva, quien fue reemplazado por Diego Sánchez. Y las varias cámaras con que contó la transmisión eligieron enfocar solamente a los artistas y evitar la desagradable imagen del espacio vació, como sucedió en otros casos.

Lo que ofreció musicalmente fue un repaso de varios de sus discos solistas con una lista de más de 20 canciones, que tocó en un espectáculo que superó las dos horas de show. Cada vez que se analiza a Aznar al frente de un recital propio es inevitable diferenciar al cantante (o mejor dicho, al intérprete) del compositor o letrista. Por supuesto, es parte de la subjetividad de cada uno -y, en este caso, de este cronista-, pero seguimos pensando que hay una notable distancia entre uno y otro. El creador de los propios títulos solo muy excepcionalmente entrega momentos altos. De lo que se escuchó esta vez desde el salón porteño, pueden destacarse, por ejemplo: aquella más antigua "Mientes", del disco "Tango 4" que hizo con Charly García; el bolero "Última pieza", de su álbum "Contraluz"; o "Quebrado", la canción que abre y da nombre al CD de 2008. Ya en otra línea de flotación, el listado de sus propias creaciones incluyó títulos como "Par", "Recor", "Sol de California", "Como un león", "Refugio", "Nocturno suburbano, "Dicen que dicen", "La trampa", "Tangó putain", varias de "Abrazo de hermanos" (compartido con el chileno Manuel García y premiado en los recientes Gardel como álbum conceptual) y algunas que todavía esperan estudio de grabación como "Mientras", "Dejando la tormenta atrás" o el blues "En espejo".

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Pero claro, está el otro Aznar: el que toca, canta, tiene una cabeza integradora del show, utiliza los recursos necesarios y, entonces, se transforma en un gran artista. Como siempre, el músico exhibió su destreza para tocar varios instrumentos (esta vez fueron diferentes bajos, mandolina y teclados), la dulzura de una garganta que superó una pequeña disfonía con la que comenzó -quizá producto de cierta tensión-, y el talento para seleccionar y hacer nuevas y muy valiosas versiones de piezas de otros autores. En tal sentido, la temperatura del concierto fue de menor a mayor porque ya, en la última parte, aparecieron: "Los dinosaurios", de Charly García; "Shape of my Heart", de Sting; "Karma Police", de Radiohead; o la maravillosa "A primera vista", del brasileño Chico César.

Federico Arreseygor en los teclados, Julián Semprini en la batería, el citado Sánchez en la percusión, Coqui Rodríguez en las guitarras y el propio Pedro tocando diferentes instrumentos fueron el respaldo instrumental necesario para un show sencillo en su armado, con arreglos que apuntaron siempre -y lo lograron- a acompañar y a poner en primer plano a las letras y las melodías.