24 Horas de Le Mans: Pechito López, una victoria para la historia en La Sarthe

El Toyota GR010 Hybrid de Toyota Gazoo Racing, conducido por Mike Conway de Gran Bretaña, Kamui Kobayashi de Japón y José María López de Argentina
Francois Mori

De junio a agosto, de la torrencial lluvia al sol. Los cambios no modificaron el sueño de José María Pechito López, que en trinomio con Kamui Kobayashi y Mike Conway se impuso en las míticas 24 Horas de Le Mans, por la cuarta fecha del Mundial de Resistencia (WEC). El cordobés se convirtió en el segundo piloto argentino en inscribir su nombre en la histórica lista de la carrera de mayor tradición del automovilismo mundial, luego del éxito de Froilán González (Ferrari) en 1954. La dotación, que giró 361 veces, dos veces más que el escolta, en el trazado de 13.626 metros, saltó a la cima del campeonato y se ofrece como firme candidato a repetir el título que logró en 2020. Toyota Gazoo Racing expuso su supremacía y favoritismo: ganó las cuatro fechas del calendario y demostró su contundencia en el circuito de La Sarthe, donde las victorias se repiten desde 2018. Las lágrimas del cordobés en el garaje y esa amplia sonrisa cuando sentado a los costados del auto que manejaba Kobayashi, que recorría la recta a marcha lenta, las señales del esfuerzo de un conjunto que debió superar la frustración y las penurias de las ediciones anteriores, donde el auto N°8 era el que celebraba en lo más alto del podio.

Lo hizo Pechito López, que repitió la hazaña de José Froilán González, que se impuso con Ferrari en 1954. La lluvia, un hilo que conectó las dos victorias logradas por los pilotos nacionales. La aventura 2021 presentó una partida caótica, aunque el Toyota GR10 Hybrid N°7, que marcó el rumbo desde el primer entrenamiento -también registró la Hyperpole- salió airoso de esos primeros incidentes en la pista. El Safety Car condujo a los 61 autos durante dos giros para que los pilotos y equipos valoraran con precisión el estado del asfalto francés y el spray que podría levantarse. Fueron 14 minutos de calma, pero también de una tensión que estalló cuando se levantó la neutralización: en la variante Dunlop el Alpine A480 -del trinomio André Negrao y los franceses Nicolas Lapierre y Matthieu Vaxiviere- superó al Toyota N°8, que marchaba bajo la conducción del suizo Sebastian Buemi; atrás, Olivier Pla (Glickenhaus N°708), excedido en velocidad, atropelló al auto de la marca japonesa que dibujó un trompo. El Toyota N°8 se detuvo antes de completar los 13.626 metros de la primera vuelta, luego de un nuevo despiste tras un incidente con el Ligier-Gibson N°74 de LMP2; el auto ganador de las tres últimas presentaciones caía al puesto 40 de la clasificación general. También el Alpine -Lapierre al volante-, que perseguía al auto N°7, ensayó un trompo antes de completar el segundo giro en la curva Indianápolis para retrasarse al 17mo casillero…

El clamor popular señala, con sarcasmo, que Le Mans elige al ganador. Lo sabe y lo padeció Pechito López en el pasado, por esa razón en las últimas tres horas de carrera la estructura recortó el tiempo de los stint: de la autonomía de 13 vueltas del inicio -poco más de 177 kilómetros- se pasó a etapas que bajaron a la mitad. Aquel mal recuerdo de 2019, donde una falla de un sensor, el error de comunicación y lectura de las pantallas que derivó en una desinteligencia entre los ingenieros y mecánicos derrumbó el festejo a falta de una hora para el desenlace, se convierte en anécdota a partir de este extraordinario triunfo. Esta vez, las fallas cuestionaron, en mayor medida, el rendimiento del auto N°8: fallas en el sistema de combustible -algo que sucedió también en las 6 Horas de Monza, el 18 de julio pasado- y la detención de Buemi, a la salida de la curva Indianápolis, tres vueltas después de pasar los boxes, enseñaban que la mala fortuna, de modo caprichoso, cambiaba de butaca.

La cantidad de horas al volante enseña la jerarquía de los pilotos, aunque existen particularidades. Toyota Gazoo Racing, que debía ratificar el favoritismo en Hypercar, ofrece dos trinomios que exponen paridad de rendimiento. Pechito López fue quien menos tiempo estuvo en la butaca, aunque su tarea se desarrolló en las fases que la cátedra apunta como crítica: la noche, la madrugada y el amanecer. Las horas de mayor oscuridad alimentan el cansancio y la fatiga es sinónimo de desconcentración: un desliz a más de 300 kilómetros por hora se traduce en un problema de altísimo riesgo. Y cuando el cielo comienza a aclararse, el cambio de luz repercute en la visión. El cordobés desanduvo con pericia, solo un pequeño despiste, a causa de un problema de frenos que evidenció el auto N°7, una situación que en las últimas horas del sábado presentó Kobayashi, quien en la zona Dunlop evitó el impacto contra el muro.

En la división de tareas, Kobayashi, que desarrolló cinco temporadas en la Fórmula 1, es el velocista del trinomio. Fue el encargado de señalar la Hyperpole, quien estiró las marcas y también el que recibió la bandera a cuadros. Una lógica: piloto japonés cerrando el círculo de la marca nipona. Pechito, sin proponérselo, prácticamente definió la aventura: recuperó el liderazgo en la pista, que estaba a manos del auto N°8, aunque la estrategia de uno y otro tenía diferencias, y cuando observó las dificultades que ofrecía el rival en la pelea por la victoria abrumó con su manejo hasta marcar un giro de distancia. El británico Mike Conway tuvo la capacidad para gestionar los pasajes de zozobra, cuando en los stint iniciales hizo que los pinchazos no derivaran en un contratiempo imposible de remontar.

Fuji 2018 significó la primera victoria de Pechito López en el WEC. Le Mans 2021, la octava. Ningún piloto argentino logró vencer tantas veces y ahora el cordobés intentará sumar su quinta corona mundial, después de la celebración en 2020 y las tres en el Mundial de Turismo (WTCC). La bandera argentina, en lo más alto.