La otra pasión de Javier Milei: su historia de amor y odio por Boca que vincula a Macri, Palermo y Riquelme
Duerme poco Javier Milei. Piensa, analiza, reza. “Dios es libertario”, seguramente haya dicho, optimista, antes de apagar la luz. Finalmente, la voluntad de los argentinos le confió nada menos que los destinos de la Nación. No es una sensación nueva para él. Veintitrés años atrás, el candidato de La Libertad Avanza pasó varias noches sin dormir antes del viaje a Japón para alentar a Boca, su club, en la final de la Copa Intercontinental contra el Real Madrid. Creyó, aquella vez, que se trataba del día más importante de su vida…
Del líder político y espiritual de La Libertad Avanza se ha dicho casi todo. Nació en Buenos Aires, es licenciado en Economía de la Universidad de Belgrano, defiende las ideas heterodoxas de la escuela liberal austríaca y logró convencer al 55,69% del padrón en el balotaje bajo tres consignas explosivas: acabar con la casta, dinamitar el Banco Central y dolarizar la economía. De lo que poco se supo hasta el momento es del lado futbolero del economista de 53 años que, a partir del 10 de diciembre, será el próximo presidente de la Argentina. En especial, de su historia de amor y odio hacia Boca y de sus lazos políticos con el club...
Es miércoles 3 de febrero de 1999 y Boca disputa uno de los últimos partidos de pretemporada previos al debut en el Torneo Clausura frente a Ferro, en la Bombonera. El equipo viene de consagrarse campeón en el primer torneo de Carlos Bianchi al frente del Xeneize y busca repetir ese logro de la mano de un plantel repleto de figuras. Es el Boca de Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, que arrasará nuevamente en el certamen doméstico, que perderá un solo partido y alcanzará un invicto de 40 partidos, el más extenso del profesionalismo.
Javier Milei tiene 28 años y vive junto a su familia en la localidad Sáenz Peña, partido de Tres de Febrero, en la zona oeste del Gran Buenos Aires. El fútbol ya no es una prioridad para él. En 1989, y tras atajar seis años en las divisiones juveniles de Chacarita, decidió colgar los guantes para dedicarse de lleno a los estudios. Milei es fanático de Boca, pero siente como propia la camiseta tricolor. De hecho, llegó a ser titular indiscutido de la categoría ‘70, una de las más destacadas de aquellos tiempos. Luego fue promovido al plantel profesional y abandonó la práctica activa a los 19 años, sin llegar a debutar, en medio de la campaña del Funebrero que concluyó con el descenso del equipo a la Primera B.
Milei era bajo para el puesto (1,80 metro), pero osado bajo los tres palos. Le apodaban el Loco por su cabellera rebelde, su mirada cristalina y profunda, su forma temeraria de arrojarse de palo a palo y su extraña personalidad fuera de la cancha. Su referente era Luis Islas, otro arquero surgido de Chacarita y cinco años mayor que él, aunque su verdadero sueño era cantar como Mick Jagger. Es que además de futbolista, Javier era cantante del grupo Everest, una de las primeras bandas del país tributo a The Rolling Stones.
En 1989, abandonó su carrera de futbolista para abocarse a los estudios universitarios. Argentina vivía tiempos complicados, de gran incertidumbre por la devaluación de la moneda. Era el fin del gobierno de Alfonsín y Milei buscó especializarse en economía monetaria para comprender y analizar desde otra óptica el fenómeno de la hiperinflación. Sin embargo, y pese a la enorme pasión que le despertaban los números, jamás se alejó del fútbol ni dejó de lado su sentimiento por Boca.
Celebró alocadamente el título del Apertura 92 con el Maestro Tabárez como DT, que puso fin a la racha de 11 años sin conquistas locales para el club, y siete años después se hizo socio de Boca junto a su papá Norberto, su hermana Karina y su mamá Alicia Luján Lucich. El 3 de febrero de 1999, en pleno auge del ciclo Bianchi, los Milei realizaron el trámite para asociarse como grupo familiar y por la noche disfrutaron juntos y frente a la TV del triunfo de la selección argentina ante Venezuela por 2 a 0, con el debut de Marcelo Bielsa como DT y la dupla Guillermo-Palermo en la delantera.
Los títulos de Boca con el Virrey (tres Libertadores, dos Intercontinentales, cuatro torneos locales), sumados a la buena posición económica que disfrutaba la familia (su padre fue un importante empresario del gremio del transporte), empujaron a los Milei a adquirir un palco en el segundo piso de la Bombonera, con una vista privilegiada del campo de juego.
El 24 de mayo del 2000, Boca recibió a River en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores. La ida había terminado 2 a 1 para el Millonario con goles de Juan Pablo Ángel, Javier Saviola y Juan Román Riquelme, de tiro libre. Martín Palermo, ídolo máximo de Javier Milei, estuvo ausente en el Monumental producto de una grave lesión en su rodilla derecha. En noviembre del año anterior, segundos antes de convertir su gol número 100 con la camiseta de Boca, el Titán había sufrido una rotura en el ligamento cruzado anterior en un triunfo por 2 a 1 frente a Colón que le demandó casi seis meses de recuperación. En la revancha en la Bombonera, Palermo tuvo un regreso de película y Milei vivió una de sus noches más felices. A los 32′ del segundo tiempo, Palermo entró a la cancha en lugar del santiagueño Alfredo Moreno y una de las primeras pelotas que tocó la mandó al fondo del arco: 3 a 0 y clasificación. Exultante por el gol, Milei sacó medio cuerpo por sobre la baranda de los palcos y casi cae al vacío desde algo más de 12 metros. Viviría para contarla...
Luego Boca vencería en semifinales al América de México y en la final a Palmeiras de Brasil, en San Pablo, con Óscar Córdoba como héroe en los penales. En diciembre de 2000, Javier y su hermana Karina viajaron juntos a Tokio, para presenciar uno de los grandes hitos de la historia de Boca: la consagración en la Copa Intercontinental ante el Real Madrid, gran victoria por 2 a 1 con goles de Palermo.
Milei era ya un habitué de la Bombonera y comenzaba a invertir cada vez más dinero en cuestiones vinculadas al club. Incluso, en abril del 2001 se convirtió en uno de los 3.000 socios fundadores del Museo de la Pasión Boquense. El espacio ubicado en la planta baja del estadio fue inaugurado durante el segundo mandato de Mauricio Macri y contó con el apoyo de una gran cantidad de hinchas que aportaron $400 (400 dólares de aquel entonces) para su construcción y equipamiento. Cada uno de esos socios cuenta desde entonces con una estrella amarilla con su nombre grabado en el sector “Los Fundadores de la Pasión”, donde se mezclan personajes del deporte y la política argentina como Mauricio Macri, Norberto Madurga, Diego Armando Maradona, Juan Martín del Potro y… Javier Milei.
Pero así como supo cambiar el arco por los libros, o su trabajo como analista y asesor económico para meterse de lleno en el barro de la política, Milei experimentó otro cambio radical en su vida a partir del retiro como futbolista de Martín Palermo. Más: la última vez que pisó la cancha fue el 12 de junio del 2011, la noche en que el Titán disputó su penúltimo partido con la camiseta azul y oro y recibió como obsequio un arco de la Bombonera.
“El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar: no puede cambiar de pasión”, dice el agente judicial Pablo Sandoval, encarnado por Guillermo Francella, en el film de Juan José Campanella, “El Secreto de sus Ojos”. Pero el candidato de La Libertad Avanza sí logró despojarse de todo fanatismo por el que fue, durante más de 40 años, el club de sus amores.
“Era hincha de Boca, lo que pasa es que cuando (Daniel) Angelici trajo a (Juan Román) Riquelme en un acto de populismo, dije: ‘Bue, bastante tengo con vivir en un país populista como para ser hincha de un equipo que toma decisiones populistas’. Lo trajo para robar. Entonces, agarré y dejé de ser hincha de Boca”, confesó hace pocas semanas en una entrevista con Chiche Gelblung, en Crónica TV. Y agregó: “La tercera etapa (de Riquelme) fue nefasta. Yo tengo palco, tengo estrella en el museo, pero cuando se retiró (Martín) Palermo la tristeza fue tan grande que no pude volver a la cancha”.
Para Milei, no todos los ídolos son iguales. Más allá de sus condiciones, hay cuestiones de piel con algunos futbolistas que nunca pudo dejar atrás. Los dos casos que más aversión le provocan son los de Juan Román Riquelme y Fernando Gago. De hecho, según confesó alguna vez, el ingreso de Pintita en la final de la Copa Libertadores 2018 ante River lo llevó insólitamente a hinchar por el clásico rival: “Ese día hinchaba por Boca. Estaba mirando el partido y cuando entró Gago, cuya vuelta fue otro acto de populismo, hinché por River. Para mí Gago fue un pésimo jugador de fútbol, una de las grandes mentiras del fútbol argentino, ahí me volví anti-Boca”, subrayó.
Horas después de conocerse el escrutinio de las últimas elecciones, Milei y Macri se encontraron junto a Patricia Bullrich y algunos asesores de ambas fuerzas para sellar un acuerdo político con miras al balotaje. “Parte de la conversación con Javier Milei fue que me dijo: ‘Necesito que me recuperes la alegría de ser hincha de Boca. La he perdido desde que Riquelme es presidente’. Bah, presidente en ejercicio, porque en realidad [Riquelme] es el vicepresidente. Ahí hubo otro punto de contacto, porque Milei me dijo que también me había votado en mi época en Boca”, reveló Macri.
Milei ratificó los dichos de Macri y prometió hinchar nuevamente por Boca en caso de que el macrismo triunfe en las elecciones del sábado 2 de diciembre. “Le expresé que la única forma en que yo regresaría a Boca es con una dirigencia con la cual me sintiera confortable. Yo dejé de ser de Boca, pero estaría dispuesto a volver en caso de que hubiera un reordenamiento. Quisiera que volviera el Boca de Macri”, sostuvo.
Otro personaje cercano a Milei con recorrido en la política boquense es el desarrollista Edgardo Alifraco, uno de los cuatro legisladores porteños electos por la lista de Ramiro Marra, otro fanático de Boca. Alifraco es el titular de la agrupación SuperBoca (liderada históricamente por Orlando Salvestrini, exgerente de SOCMA con pasado como tesorero del club) y forma parte del armado macrista que impulsa la candidatura a presidente de Boca del ex ministro de Modernización de la Nación, Andrés Ibarra.
Alifraco, que se desenvolvió como intendente de la Bombonera y responsable del básquet, entre otras funciones, está sindicado por parte del kirchnerismo boquense como una “terminal” de Milei dentro de la principal lista opositora. Alifraco es el actual titular del MID (Movimiento de Integración y Desarrollo de la Ciudad de Buenos Aires), juega para Milei a nivel nacional y para Macri en la política boquense. Y comparte su amor por el Xeneize con otros tres integrantes de La Libertad Avanza: Ramiro Marra, Oscar Zago y Eugenio Casielles. Zago es legislador porteño y fue electo diputado nacional por el espacio de Javier Milei, mientras que Casielles fue candidato a primer congresal en CABA y también obtuvo su escaño. Zago fue dos veces legislador del PRO y participó en una de las campañas de Daniel Angelici en Boca, en tanto Marra y Casielles solo son socios del club. Según pudo averiguar LA NACION, ninguno de los tres tiene intenciones reales de involucrarse políticamente en la contienda electoral del Xeneize, aunque la derrota de Boca en la final de la Libertadores y un hipotético triunfo de Milei en el balotaje podría acercarlos aún más a la política del club.
A Milei, socio Nº 76.296, le corresponde votar en la mesa Nº 20, exclusiva para socios activos. Por una cuestión estatutaria, los comicios deben realizarse el primer o segundo fin de semana de diciembre. El sábado 9 y el domingo 10 ya quedaron descartados por una cuestión de seguridad, ya que será la fecha de asunción del nuevo presidente de la Nación. Javier Milei, con cuota al día, figura en el padrón al igual que su hermana y sus papás y está habilitado para sufragar. Pese a ya no considerarse “hincha”, cerca del líder libertario no descartan su presencia en las elecciones que se llevarán adelante en Brandsen 805. Un nido de poder al que nadie puede decirle que no.