Partido Comunista de Cuba promueve a general octogenario en medio de incertidumbre por protestas

·6  min de lectura
Cuba's Ministry of the Revolutionary Armed Forces

El Partido Comunista de Cuba pasó por encima de sus propias reglas esta semana para promover a un general de la vieja guardia a los principales órganos de toma de decisiones de la organización, el último de una serie de cambios recientes que reflejan los desafíos que enfrenta un liderazgo militar envejecido que se aferra al poder.

El general de cuerpo de Ejército Ramón Espinosa, de 83 años, primer viceministro de las fuerzas armadas cubanas, se convirtió el martes en miembro del Buró Político del Partido Comunista y de su Comité Central durante una reunión partidista. Su designación va en contra de las propias reglas del Partido modificadas en su último Congreso el año pasado para prohibir que los funcionarios de 60 años o más ocupen un asiento en el Comité Central y los mayores de 70 años se conviertan en miembros del Politburó.

El secretario del Comité Central, Roberto Morales Ojeda, pidió a sus miembros hacer una excepción para seleccionar a Espinosa a pesar de los límites de edad, citando “su larga hoja de servicios como jefe militar dentro y fuera de Cuba” y “su fidelidad a los líderes de la Revolución”, según Granma, el diario del Partido. Espinosa luchó en las incursiones de Cuba en África y se cree que es cercano a Raúl Castro, quien se retiró oficialmente como secretario del Partido el año pasado pero sigue siendo el máximo líder del país.

El general de división Ricardo Rigel Tejeda, de 58 años, recientemente nombrado jefe del Ejército Oriental, también fue seleccionado este martes como miembro del Comité Central del Partido. Rigel Tejeda reemplazó al General de División Agustín Peña Porres, ex jefe del Ejército Oriental, quien murió el año pasado entre más de una docena de oficiales militares de alto rango activos y retirados cuyas muertes se han relacionado con la pandemia de Covid.

Los recientes nombramientos ilustran “la importancia de garantizar que las fuerzas armadas mantengan su influencia en la política del partido y del país”, dijo Brian Fonseca, ex analista del Comando Sur de Estados Unidos y director del Instituto Jack D. Gordon para Políticas Públicas en la Universidad Internacional de la Florida.

La designación de Espinosa “es el resultado de la lealtad a Raúl y la revolución, así como el hecho de que es muy respetado”, dijo Fonseca. “La mayoría de las promociones siguen el mismo patrón. Aún así, es probable que su designación venga con el entendimiento de que se hará otra en los próximos años”.

Pero a medida que los generales que lucharon con los hermanos Castro envejecen, los cambios en la cúpula del liderazgo se han vuelto más frecuentes.

Influencia de Fidel Castro se desvanece en medio de luchas de poder y creciente oposición

El nombramiento de Espinosa ocurre en medio de rumores sobre el deterioro de la salud del ministro de las Fuerzas Armadas, Álvaro López Miera, de 79 años, también miembro del Buró Político. Los medios estatales cubanos no suelen publicar información sobre la salud de los funcionarios del gobierno, pero un informe reciente indicó que Espinosa y Rigel Tejeda presidieron un acto conmemorativo de la creación del Ejército Oriental, una ceremonia anual a la que suele asistir el máximo jefe del ejército. En cambio, López Miera envió una carta felicitando a las tropas, según informó la agencia estatal cubana de noticias.

El propio López Miera se hizo cargo de las Fuerzas Armadas cuando su exjefe, Leopoldo Cintra Frías, de 80 años, uno de los generales de la vieja guardia allegados a los hermanos Castro, fue “liberado de sus responsabilidades” poco antes del inicio del Congreso del Partido en abril del año pasado.

El ejército de Cuba es uno de los pilares que sustentan el régimen que tiene ya seis décadas, y los generales ocupan aproximadamente un tercio de los escaños del Buró Político. Bajo Raúl y su sucesor, el gobernante Miguel Díaz-Canel, a los altos funcionarios militares se les han asignado ministerios clave y otros cargos gubernamentales, al mismo tiempo que han ocupado más escaños en órganos políticos como la Asamblea Nacional y el Comité Central del Partido.

Entre los generales en el Buró Político se encuentran el jefe del Ministerio del Interior, Lázaro Alberto Álvarez Casas y Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, el presidente del conglomerado militar GAESA que está vinculado a una red de empresas offshore. Rodríguez López-Calleja, ex yerno de Raúl Castro, era una figura que se movía principalmente en las sombras, pero cuando Castro cumplió 90 años, el general finalmente fue nombrado miembro de la Asamblea Nacional y del Buró Político el año pasado.

Los militares también juegan un papel dominante en la economía, a través de GAESA, el consorcio que administra la mayor parte de la vida económica de la isla, incluidas varias cadenas hoteleras, el desarrollo inmobiliario, supermercados, gasolineras y muchas otros negocios rentables, incluida la Zona Especial de Desarrollo en el Puerto del Mariel, cercano a La Habana.

“El ejército cubano juega un papel central en el futuro del país, le guste o no a la gente”, dijo James L. Bruno, un ex diplomático estadounidense que actuó como enlace durante las conversaciones sostenidas con funcionarios cubanos en la Base de Guantánamo en la década de 1990.

Bajo las administraciones de Trump y Biden, varios militares han sido sancionados por su papel en las violaciones de derechos humanos en Cuba y su apoyo al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, incluidos López Miera, el jefe de las fuerzas armadas, y Rodríguez López-Calleja. Pero excluyendo a aquellos involucrados en abusos graves, dijo Bruno, Estados Unidos probablemente tendría que lidiar con el ejército cubano durante una transición.

“Cuando llegue una transición a Cuba, eventualmente, si queremos actuar de manera pragmática, vamos a necesitar tratar con militares porque, por un lado, creo que, les guste o no, tendrán que ejercer una influencia estabilizadora”, dijo Bruno.

El ex diplomático describió a los militares con los que interactuaba como profesionales, pragmáticos e incluso “oportunistas”.

“Realmente tuve la sensación de que la mayoría de esta gente aceptará cualquier sistema que se haga cargo del futuro del país”, dijo Bruno. “Lo hemos visto cuando la Unión Soviética se desmoronó. Vimos a todos estos tipos que son apparatchiks comunistas de repente convertirse en capitalistas haciéndose ricos. Pero en un sentido estrictamente pragmático, también proporcionaron cierta estabilidad a la transición”.

Quizás sintiendo los mismos peligros, los líderes de la vieja guardia han impedido que los funcionarios de rango medio asciendan en la escala política, a pesar de las promesas de Castro de renovar el liderazgo con oficiales leales más jóvenes. Las protestas generalizadas que tomaron por sorpresa a las autoridades cubanas en julio pasado podrían haber dado a los llamados líderes históricos otro argumento para mantenerse en el poder, una preocupación que también podría explicar el momento inusual del nombramiento del general Espinosa, en el periodo entre dos congresos del Partido.

“La selección de uno de los últimos históricos restantes y comprometidos como Espinosa podría significar que persisten las tensiones entre los líderes del partido sobre el futuro de Cuba después del 11 de julio”, dijo Fonseca. “Entonces, la selección podría ser intencional y estar diseñada para inclinar el liderazgo más alto del PCC a favor de la continuidad en lugar del cambio”.