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¿Para qué nos sirve a los ciudadanos el foro de Davos?

El 21 de enero arrancó la 50ª edición del Foro Económico Mundial, con un único objetivo: crear un mundo más sostenible e inclusivo. Desde 1971, los políticos, empresarios y representantes de organizaciones se reúnen para ‘’mejorar el estado del mundo’’. Sin embargo, ¿tiene este encuentro repercusiones a nivel ciudadano? ¿Realmente contribuye a hacer nuestra vida mejor?

Cada año, este foro se celebra durante una semana en la localidad suiza de Davos. En muchas ocasiones, los participantes aprovechan la ocasión para hacer negocios, cerrar tratos comerciales, de inversiones… Otros, lo utilizan como método para influir en la agenda global, como es el caso de Greta Thunberg. La activista sueca sabe que se trata de un evento imprescindible para la élite económica, y que es la oportunidad perfecta para hacerse oír y hacer hincapié en la emergencia climática.

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 Pedro Sanchez durante el World Economic Forum (WEF) REUTERS/Denis Balibouse
Pedro Sanchez durante el World Economic Forum (WEF) REUTERS/Denis Balibouse

El foro no ha servido solo para cuestiones exclusivamente económicas, sino también para resolver conflictos políticos. En 1988, Grecia y Turquía restablecieron sus relaciones, debilitadas por la cuestión de la invasión turca de la isla de Chipre. Otro ejemplo: en el año 2000, la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) utilizó sus intervenciones para lanzar programas para inmunizar a millones de niños.

En el caso de la Alianza Global para las Vacunas, por ejemplo, la población mundial sí se vio afectada, beneficiada, en este caso, por el impacto del evento suizo, porque este fue el medio utilizado para lanzar programas y concienciar de la importancia de las vacunas para las familias con niños. O en el caso de Grecia y Turquía, reanudar las relaciones después de cierto tiempo siempre es un hito para la historia de un país.

¿Cómo nos afecta en España?

La idea principal del foro es que del encuentro se pudieran desprender informes que pudieran guiar la política a nivel mundial, además de ‘animar’ a los participantes a involucrarse más por las causas mundiales actuales (la crisis climática, la igualdad de género, pobreza y desigualdad económica, etc). Las reuniones deben servir también para impulsar la acción real, y no solo consistir en remarcar los problemas actuales. Políticos como Donald Trump solo se limitan a hacer discursos optimistas sobre la situación de su país.

En un encuentro que reúne a la élite del capitalismo global, sacar propuestas financieras que sigan una línea más progresista puede resultar complicado. Pedro Sánchez ha intervenido por segundo año consecutivo, pero esta vez lo hace como Jefe de un gobierno de coalición con un partido que tradicionalmente se ha opuesto a las políticas defendidas en Davos. Sánchez ha declarado que el gobierno PSOE- Podemos no se quedará de brazos cruzados y que estará ‘’comprometido con el futuro y con la sociedad’’. ¿En qué se traduce esto?

El presidente ha demostrado su interés por garantizar el empleo de calidad y reducir la brecha social, así como actuar frente al cambio climático, gestionar la revolución digital y combatir el populismo ‘’de la cerrazón’’ de la extrema derecha. Pero más allá de estas posiciones de manual de la ‘izquierda’, el presidente se ha apresurado a confirmar ante la élite mundial de los negocios que seguirá bajando el déficit público, que no derogará la reforma laboral y que la subida del Salario Mínimo Interpofesional será progresiva y sosegada. Para eso sirve Davos, es como la prueba del algodón de cómo el ‘poder’ embrida los programas de coaliciones y formas de gobierno que arrancan con ímpetu ‘progre’ .

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