Así cambia la vida de las mexicanas (para bien) cuando se van de México... y eso es vergonzoso

A woman waits to catch her train in a subway station in New York on September 25, 2014. Iraq's Prime Minister Haider al-Abadi, who is attending the 69th session of the United Nations General Assembly in New York, said his country's intelligence operation has uncovered a plot for an attack on subway systems in the United States and Paris. AFP PHOTO/Jewel Samad        (Photo credit should read JEWEL SAMAD/AFP via Getty Images)
Foto: JEWEL SAMAD/AFP via Getty Images

Por Sofía Sánchez Morales - París, Francia

“A las mujeres, ¿ustedes planean unirse al paro del 9 de marzo de alguna forma simbólica?, ¿cómo podemos apoyar desde acá?”, la pregunta apareció a finales de febrero en el grupo de Facebook Mexicanos en París. Variantes de la misma duda se pueden encontrar en otros grupos con nombres similares, cambiando la ciudad por Berlín, Toronto, o Sidney.

Las mexicanas que viven en el extranjero han expresado en redes sociales su descontento con la situación de las mujeres en su país de origen. Sin embargo, los asesinatos de Ingrid Escamilla y Fátima, con apenas unas semanas de diferencia, sumados a la respuesta ineficiente del gobierno mexicano, ha causado indignación y deseo de manifestarse frente a las distintas embajadas y consulados alrededor del mundo.

“Es necesario hacer un llamado a las instituciones y empresas, y aún más importante crear conciencia en la sociedad en general. A pesar de las cifras no nos creen, nos tachan de exageradas, nos dicen ‘feminazis’ y nos reducen a memes y chistes en sus grupos y redes sociales”, expresa Mónica, quien desde hace 5 años vive en Alemania y trabaja en ventas.

Ella es una de las firmantes de la carta/denuncia titulada #MexicanasApoyandoDesdeElExtranjero, que fue entregada a medios nacionales e internacionales la noche del viernes 6 de marzo para defender la validez del acto político del paro del 9 de marzo, así como condenar los 10.5 asesinatos de mujeres que ocurren todos los días en México.

Las misivas son parte de las estrategias que desde el extranjero utilizarán miles de mexicanas. De acuerdo con datos del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), en 2017 vivían 11.9 millones de mexicanos en el extranjero, de los cuales el 54% son mujeres. Los nacionales mexicanos no están obligados a registrarse ante las representaciones diplomáticas o consulares al momento de su traslado al exterior, de acuerdo con el IME, por lo que resulta difícil establecer la cifra exacta de residentes en el exterior.

Algunas mujeres han decidido marchar el 8 de marzo con pancartas que recuerden lo que pasa en México en el idioma del país que las recibe, hay quienes usarán morado el 9 de marzo, o desaparecerán de las redes sociales para crear conciencia entre sus conocidos y hay quienes irán a los consulados nuevamente, para reiterar el descontento con la respuesta a la violencia.

“El movimiento feminista en México me parece impresionante y de buena manera. Yo veía esos movimientos muy centralizados, muy de la Ciudad de México, pero ahora están presentes en más ciudades”, dice Zyanya, quien estudia una maestría en Brasil desde hace dos años. “Las protestas tienen que incomodar, no sólo ser pacíficas, creo que hay que seguir así hasta que dejemos de naturalizar la violencia a las mujeres y hasta que todos se den cuenta”.

Diferencias considerables

Demonstrators carry signs and banners to protest femicide and violence against women in Nantes, France, November 25, 2019. REUTERS/Stephane Mahe
Mujeres se manifiestan el 25 de noviembre en Nantes, Francia, contra la violencia machista. (Foto: Reuters /Stephane Mahe)

Salir sola de noche y ponerse la ropa que le dé la gana sin temor a acoso o violencia, ha sido una de las ventajas inesperadas de vivir en Europa para Hania, estudiante de 18 años que lleva 6 meses en la costa francesa estudiando el idioma local.

Vivir fuera de México, como mexicana, puede ser un respiro frente a los hechos de violencia hacia las mujeres que se registran diariamente en el país. Tan sólo caminar por la calle cambia “porque tienes conciencia de que aquí no matan a diez mujeres al día, y si bien existen otras formas de violencia de género, no voy por la calle con la idea de que me pueden matar, cosa que en México es una constante”.

Para Silvia, que lleva 9 años en Japón como profesora de español, el contraste es muy fuerte. “Es muy cómodo vivir en un país donde se puede caminar a cualquier hora, en cualquier lugar sin tener una sensación de vulnerabilidad o inseguridad. En general, se trata de una sociedad honesta y tranquila y eso permite dar una sensación de serenidad en las salidas. Siempre me ha llamado la atención, por ejemplo, ver a los niños desde muy pequeños ir a la escuela solos, cruzando la megalópolis de Tokio, en calles y trenes, de manera muy tranquila y natural”.

Para María, estudiante de maestría en Nueva York, el sentimiento es similar. Si bien se ha enfrentado a episodios de violencia racista y sexista, y es consciente de los problemas de acceso al aborto libre o la disparidad salarial en Estados Unidos, considera que lo que sucede en México es “un tema urgente, literal de vida o muerte, que hay que atender ya”.

Tanto Mónica en Alemania, como Zyanya en Brasil, coinciden en el choque que provoca enfrentarse al espacio público cuando regresan a México de visita, pues implica “poner la mente en modo alerta y planear constantemente por dónde y cómo moverme en el espacio”, dice Mónica.

Pese a este contraste entre los países en los que residen actualmente y al que siguen llamando casa, las mujeres comparten una sensación de esperanza gracias al movimiento feminista que se ha apoderado del ojo del huracán.

“Pienso que la respuesta, muy dividida entre la sociedad mexicana sobre las recientes protestas contra la violencia machista en México son particularmente representativas de una sociedad que se aferra a seguir reproduciendo formas de violencia que están arraigadas a la cultura local”, dice María. “Creo que toda esta tensión es un buen signo de que esas estructuras están siendo cuestionadas. Estamos cuestionando la historia que nos contaron, ya es hora de replantear nuestra verdad histórica”.

Hania, que está a punto de volver a México después de su estancia en Francia, ve con ánimos el futuro.

“Soy muy feliz de estar en esta época en la que es tan fácil tener acceso a otras opiniones y poder informarnos. Yo hace unos años casi no podía decir que era feminista porque se burlaban de mí, y ahora más bien tengo la voz y las bases para refutar las burlas e invitarles a leer. Eso es muy poderoso y no hay vuelta atrás”.

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