El papa visita la pequeña comunidad católica de Mongolia, sin perder de vista a China
Durante la ceremonia en su honor, el papa Francisco en Mongolia incluyó un mensaje dirigido a los gobiernos: “no tienen nada que temer del trabajo de evangelización de la Iglesia”. Sus palabras no dejaban de hacer un guiño a China, que mantiene tensas relaciones con el Vaticano. La comunidad católica de Mongolia, democracia enclavada entre China y Rusia, recibió al papa con entusiasmo. Su llegada se inscribe en una agenda de visitas con el objetivo de acercar la Iglesia Católica a áreas remotas a Roma.
Banderas chinas se agitan frente a la catedral de Ulán Bator, capital de Mongolia, el 2 de septiembre. Católicos chinos aprovecharon la ocasión para cruzar la frontera y participar en la primera visita del papa al país asiático.
El desplazamiento del papa se percibe como la oportunidad de dar ánimos a la comunidad católica mongola, y también, de mejorar las relaciones con Beijing a las puertas de China.
“Estoy extremadamente feliz, es la primera vez que lo veo. No es como si se tuviera este tipo de oportunidades todo el tiempo. Estoy realmente muy feliz”, expresó Yang Guang a Reuters, un católico de Shanghái que viajó a Mongolia por la ocasión.
“Hay muchos católicos en china que querían venir, pero no pudieron. Así que nos sentimos bendecidos”, dijo una mujer china a la AFP.
Los periodistas de la agencia de noticias escucharon en paralelo cómo un visitante chino le aconsejaba a otro que no hablara con la prensa, por miedo a tener “problemas” a su regreso al país.
De camino a Mongolia, mientras el papa sobrevolaba el espacio aéreo chino, envió un telegrama al presidente Xi Jinping. El papa Francisco transmitió sus buenos deseos para todo el pueblo de China, y aseguró al presidente de sus rezos por “el bienestar de la nación”.
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