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Para algunos, la pandemia los ha ayudado a encontrar su estilo

Alicia Kennedy en San Juan, Puerto Rico, 8 de enero de 2022. (Gabriella N. Báez/The New York Times)
Alicia Kennedy en San Juan, Puerto Rico, 8 de enero de 2022. (Gabriella N. Báez/The New York Times)

La palabra “ombliguera” no estaba en el vocabulario de Laken Brooks antes de marzo de 2020. Sin embargo, los meses de trabajo desde casa al comienzo de la pandemia le dieron a la candidata al doctorado, de 27 años, una oportunidad para reevaluar sus opciones de vestuario.

Entonces, cuando se le presentó la oportunidad de tener una camiseta recortada, de manga corta y gris carbón con imágenes de flores silvestres en el pecho, la tomó. Si bien para muchas personas la moda ha sido, en el mejor de los casos, una preocupación secundaria durante la pandemia, hay quienes, como Brooks, han descubierto su estilo personal.

Antes de la pandemia, Brooks vestía principalmente ropa informal de negocios para dar clases a sus alumnos en la Universidad de Florida en Gainesville. Un par de semanas después de trabajar desde casa, decidió salir de su zona de confort y ordenó un par de mallas, luego de que antes renunciara a ellas por sentirlas muy poco profesionales.

Se dio cuenta de que no se sentía segura con su ropa de la vida anterior al confinamiento. Brooks tiene problemas de salud que provocan una hinchazón intensa, pero con el fin de verse más profesional usaba ropa que le resultaba incómoda.

“Solo trataba de ignorar lo que estaba usando y concentrarme en mi trabajo”, comentó.

Si bien las mallas eran cómodas cuando daba clases desde su escritorio en casa, también fueron un paso significativo en su viaje de estilo. Este acto aparentemente pequeño “me hizo sentir cómoda con mi cuerpo por primera vez”, señaló Brooks.

Estilo en soledad

Laken Brooks posa cerca de su casa en Gainesville, Florida, el 15 de enero de 2021. (Eve Edelheit/The New York Times)
Laken Brooks posa cerca de su casa en Gainesville, Florida, el 15 de enero de 2021. (Eve Edelheit/The New York Times)

Una vez eliminadas las estructuras de la vida prepandémica, Amelia Crook, de 43 años y madre de dos hijos, se sintió obligada a redescubrir su estilo poco más de un año después del primer confinamiento más importante. Con una formación profesional en tecnología y una afinidad por los poderes de conexión de TikTok, Crook, que vive en Kyneton, Australia, publicó su primer video en mayo de 2021. Era una plegaria: “Hola, soy Amelia, tengo 42 años y he perdido mi estilo personal. Y necesito que me ayudes a encontrarlo”.

“Antes compraba ropa para integrarme”, dijo Crook en una entrevista por Zoom. “Eso fue una gran revelación para mí. Fue como decir: ‘Tengo mi guardarropa de trabajo, tengo mi guardarropa de mamá, y estas son las cosas aceptables para usar’”. Aunque antes de la pandemia no necesariamente le disgustaba su ropa, se dio cuenta de que se vestía para los demás.

Con la ayuda de sus 127.000 seguidores, Crook pulió su estilo hasta convertirlo en uno que describe como “estructurado con un capricho femenino”. En sus videos, Crook se prueba conjuntos compuestos por prendas de su armario y por nuevas adquisiciones (le gusta la ropa de segunda mano de tiendas como Depop) y prueba el maquillaje y las joyas mientras recibe los comentarios de sus seguidores.

Cuando Crook visitó su ropa nueva, fue con un mejor entendimiento de qué ropa la hace sentir bien.

“Tengo una visión más refinada de cómo quiero mostrarme en el mundo”, aseguró.

Vestirse para estar alegre

Querer sentirse mejor es la razón por la que Sara Camposarcone, de 25 años, asumió su gusto por la moda maximalista. Antes de la pandemia, trabajaba en un puesto de ventas en una empresa de tecnología en Toronto, donde se vestía con ropa de oficina tradicional y no podía mostrar sus habilidades creativas a través del estilo.

Usar piyama todos los días al comienzo de la pandemia entristecía a Camposarcone, por lo que decidió optar por una estética exagerada aunque no fuera a hacer nada. Antes de la pandemia, su ropa era en general negra y su estilo se enfocaba en las tendencias, afirmó.

Ahora usa colores vibrantes, capas y texturas. Uno de sus conjuntos favoritos, por ejemplo, es un atuendo de traje amarillo con pantalones cortos. Se lo pone con una blusa con estampado de cachorros y un chaleco a juego sobre un saco.

“Luego también tenía un bolso que hacía juego con el estampado de cachorros.
Era un atuendo completo de cachorritos. Me sentí muy bien”, dijo Camposarcone. “Probablemente me volvería a poner ese conjunto un millón de veces más porque era demasiado bueno”. Compra muchos artículos de segunda mano y se describe a sí misma como una maximalista sustentable.

Vestirse para la cámara

No todo eran blusas de cachorro y bolsos de gatito cuando se trataba de encontrar estilo durante la pandemia. Para algunos, fue tan sencillo como racionalizar su estilo. Alicia Kennedy, de 36 años, una escritora culinaria que vive en San Juan, Puerto Rico, se sintió más visible que nunca cuando la pandemia se apoderó de ella. En lugar de llamadas telefónicas, la gente de repente quería reunirse en Zoom. También era nueva en San Juan y quería crearse una identidad visual. Empezó a invertir en piezas de diseñadores sustentables como Mara Hoffman y marcas puertorriqueñas como Luca y Muns.

El estilo de Kennedy evolucionó de las botas gruesas y las ombligueras a las camisas blancas abotonadas de gran tamaño y los pantalones cortos de ciclista para su uniforme de trabajo desde casa. Cuando no se pone eso, es probable que se encuentre con un vestido sencillo o una camisa abombada.

“Me interesan más las siluetas sencillas y las cosas realmente adaptables”, comentó Kennedy.

Cuando el mundo era un caos, Kennedy encontraba una estructura en sus atuendos incluso cuando trabajaba desde casa.

“La idea de que tenía que levantarme todos los días y trabajar, aunque todo fuera imprevisible y extraño, significaba que necesitaba una mayor identidad a través de lo que llevaba puesto”, señaló. “Además, es un momento fácil para volverse absolutamente descuidado. Así que fue una especie de elección consciente para no hacerlo”.

© 2022 The New York Times Company