Iglesias usa el comodín del derrocamiento del Gobierno para defenderse de las cloacas

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (J.J. Guillen, Pool Photo via AP)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias. (J.J. Guillen, Pool Photo via AP)

Que ningún miembro del Gobierno se haya expresado al respecto del 'caso Dina' no significa que no les preocupe. Al contrario. Porque lo que parecía una jugada maestra de Podemos para 'empapelar' al excomisario José Manuel Villarejo sacando a la luz toda la bazofia de las cloacas del Estado, se le está volviendo en su contra. No porque las cloacas no sean para tanto, ya que nadie duda de su existencia tras observar las pruebas que dejó detrás de sí la mayor organización de mafia policial conocida hasta ahora. Sino porque Podemos intentó hacer suya la lucha personándose como causa popular saliendo a la luz detalles que arrojan ciertas dudas sobre su gestión.

Porque el hecho de que el vicepresidente del Gobierno reconociera ante el juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón que guardó una copia de la tarjeta del móvil sustraída a su excolaboradora, Dina Bousselham, y que no se la entregó a su dueña hasta que no se filtraron las primeras informaciones de su contenido le ha convertido a Pablo Iglesias en 'sospechoso' cuando su papel al inicio de todo esto era el de 'perjudicado'. Más aún al saberse que cuando le entregó la tarjeta a su dueña, esta estaba dañada. ¿Fue Iglesias quien la quemó? ¿El daño se produjo en la operación de desencriptado o para impedirlo?

Todo ello, a pesar de que Bousselham defiende a Iglesias, hace que ahora pendan sobre Iglesias tras posibles acusaciones por los delitos de:

  1. Daños informáticos

  2. Obstrucción a la justicia

  3. Apoderamiento de datos reservados

Que se concreten las acusaciones depende del informe ampliatorio de la policía científica, pero la situación no es fácil para el vicepresidente del Gobierno por muy aforado que esté. ¿Qué opina el PSOE? "Sobre materias o asuntos que están en este momento en investigación judicial, serán los tribunales los que tengan que dictaminar esta cuestión", repiten machaconamente sus portavoces.

Pero fuera de micrófonos entienden que la mala gestión de Podemos ha hecho que la polémica haya dejado de ser de asunto personal para ser político. Y ahí hay mucho en juego, porque el propio Iglesias se ha empeñado en que su situación judicial sea asunto también del PSOE usando el comodín del derrocamiento del Ejecutivo. Fíjense como contestó el sábado a una pregunta que le formularon en una entrevista en RNE:

- Pregunta. “¿Tiene el apoyo del presidente?”

- Respuesta. “Vamos, solo faltaría”.

Así, de golpe y porrazo, el vicepresidente del Gobierno ha involucrado al presidente en la operación. Pero por si esto pudiera no ser suficiente, Iglesias aprovechó su participación ayer en un mitin de Unidas Podemos por las elecciones gallegas del próximo domingo para señalar que todo es un complot por parte de los "poderes" para "sacar" a Unidas Podemos del Gobierno y evitar que se pongan en marcha medidas que, como la subida del SMI o el impulso a leyes como la de la eutanasia o la de protección de menores, "son irreversibles" y "construyen una nueva constitución material" en el Estado.

Iglesias se siente más protegido como parte del Gobierno que como líder de Unidas Podemos. Sin embargo su estrategia puede hacer que si él cae, el Ejecutivo de coalición se vea arrastrado complicándose su supervivencia.

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