Píldoras para abortar se podrán recibir por correo

Píldoras para abortar se podrán recibir por correo
Píldoras para abortar se podrán recibir por correo


La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) levantó el jueves 16 de diciembre una de las principales restricciones para lograr un aborto: de ahora en más se podrán recibir las píldoras por correo.

Antes, las píldoras para abortar solo se podían conseguir en persona y con la receta de un proveedor de salud certificado. La decisión, que es permanente, confronta a acciones que buscan restringir el acceso al aborto. De hecho, la Corte Suprema está considerando revertir el derecho a abortar que fue un fallo histórico en 1973, Roe vs. Wade, a nivel nacional.

Esta decisión de la FDA no solo volverá más fácil conseguir la medicación sino que ayudará a aquellas mujeres que necesitan tener un aborto y viven en estados con leyes restrictivas. En muchos casos deben cruzar las líneas estatales para realizar el procedimiento.

Durante la pandemia, la FDA había levantado temporalmente el mandato de conseguir la medicación en persona.

Información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reveló que, en 2019, el 42% de todos los abortos, y el 54% de los abortos realizados antes de las 10 semanas, habían sido a través del uso de medicación.

El mismo informe indica que las adultas jóvenes, en los 20 años, representaron el 56.9% del total de abortos. El informe se basó en datos de 47 estados (No están representados en el informe California, Maryland y New Hampshire).

Del total de abortos, el 79% fueron antes de las 10 semanas de gestación.

Cómo funciona la píldora abortiva

Según explica Planned Parenthood, el proceso de la píldora abortiva tiene varios pasos e incluye dos medicamentos diferentes.

Primero, la mujer toma una pastilla llamada mifepristona. Este medicamento detiene el desarrollo del embarazo. Algunas personas sienten náuseas o comienzan a sangrar después de tomar mifepristona, pero no es común.

El segundo medicamento se llama misoprostol y debe tomarse no más de 48 horas después de tomar la primera píldora. Este medicamento provoca calambres y sangrado para vaciar el útero.

Para la mayoría de las personas, los cólicos y el sangrado generalmente comienzan entre 1 y 4 horas después de tomar el misoprostol. Es normal ver grandes coágulos de sangre (del tamaño de un limón) o grupos de tejido cuando esto sucede.

Es como tener un período muy intenso y con cólicos, y el proceso es muy similar a un aborto espontáneo temprano. (Si no sangra dentro de las 24 horas posteriores a la toma del segundo medicamento, misoprostol, hay que llamar al proveedor de salud).

Los calambres y el sangrado pueden durar varias horas. La mayoría de las personas terminan de expulsar el tejido del embarazo en 4-5 horas, pero puede llevar más tiempo. Los calambres y el sangrado disminuyen después de que sale el tejido del embarazo. Es posible que se presenten calambres de forma intermitente durante 1 o 2 días más.

Se puede tomar analgésicos como ibuprofeno unos 30 minutos antes de tomar el segundo medicamento, misoprostol, para aliviar los calambres. No se debe tomar aspirina, porque puede hacer que se sangre más.

Es normal tener algo de sangrado y manchado durante varias semanas después del aborto. Por eso conviene tener toallas sanitarias a mano.

Hay que hacer un seguimiento con el médico para confirmar que todo el proceso de terminación del embarazo funcionó bien.

Los grupos pro aborto aplaudieron la decisión de la FDA, mientras que los grupos en contra como el DeVos Center for Religion and Civil Society, parte de la Heritage Foundation, manifestaron su preocupación diciendo que creen que menos control médico pondrá a los pacientes en mayor riesgo.

Sin embargo, un estudio realizado con 84,000 mujeres que se realizaron abortos en Canadá comprobó que la estrategia de recibir la pídora por correo no agregaba riesgo, y, de hecho, facilitaba la decisión y permitía realizar un tratamiento en la privacidad del propio hogar. El estudio se publicó en The New England Journal of Medicine.