Otros países no entienden debate de transgéneros en EEUU

DUBLIN (AP) — Revelarse públicamente como niño transgénero fue un gran alivio para el estudiante irlandés Lucas Cross. Luego de años de mantenerlo en secreto, finalmente Cross podía usar los baños de varones en la escuela — porque en Irlanda, al igual que en otras partes del mundo, los baños que usan los niños no son asunto del gobierno.

En momentos en que Donald Trump y las cortes en Estados Unidos hacen del uso de lavatorios por transgénero un campo de batalla en las escuelas, los rincones más progresistas en Europa y Latinoamérica apenas pueden creerlo. De Tipperary a la Tierra del Fuego, las escuelas dejan a los niños ir al baño que se corresponde con su identidad — una tendencia que pudiera ser revertida si el encconado debate en Estados Unidos viaja al exterior.

"Lo que sucede en Estados Unidos tiene un impacto cultural acá, y eso asusta", dijo Catherine Cross, la madre de Lucas, que ayuda a escuelas en toda Irlanda a establecer políticas para ayudar a los estudiantes transgénero. "Siempre va a haber gente temerosa del cambio. Eso pudiera darles licencia para protestar más cuando vean lo que está pasando en Estados Unidos".

El derecho de los estudiantes transgénero a usar el baño que se corresponde con sus identidades es algo dado por sentado en Noruega y Argentina, donde las leyes más completas en ese sentido permiten que se revierta la identidad sexual de niños en sus certificados de nacimiento, pasaportes y otros documentos oficiales sin necesidad de un diagnóstico médico formal. La aceptación de identidad de los 6 años de edad en adelante es lo establecido.

"Cuando alguien cambia de género, el baño correspondiente es respetado. Si es una niña transgénero va al baño de niñas. Si es un niño transgénero va a un baño de varones", dijo Bárbara Magarelli, activista de derechos gay en Argentina, donde ella trabaja por el apoyo a los niño transgénero — incluyendo su niño de 12 años, cuyos documentos oficiales fueron cambiados hace tres años para reflejar su identidad como varón.

Magarelli dijo que los padres a menudo tienen más problemas para aceptar la nueva realidad. Los compañeros de clase de su hijo, dice, "ya lo sabían".

En Noruega, Anna Thulin-Myge, de 10 años, se siente liberada por una ley del 2016 que le permitió ser redefinida oficialmente como niña. Eso significa que puede usar los baños y vestidores para niñas en la escuela. El único arreglo especial es que ella llega cinco minutos antes que las demás niñas para cambiarse de ropa. La federación de deportes del país aconseja a escuelas y ligas que deben permitir a las niñas transgénero jugar en equipos de niñas, diciendo que la inclusión es más importante que cualquier preocupación sobre ventajas competitivas.

"Eso me hace sentirme incluida", dijo Anna en su casa en Haugesund, una ciudad pequeña en la costa suroccidental de Noruega.

Anna ha discutido el cambio de política de Trump con sus padres espera que su escuela no la obligue a regresar al baño de niños. "Me sentiría triste y confundida. No soy yo", dijo.

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Los reporteros de la Associated Press Mark Lewis en Haugesund, Noruega; Jonathan Shenfield en Londres y Almudena Calatrava y Paul Byrne en Buenos Aires contribuyeron.