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Organizaciones sociales reclaman un freno al alza de precios en Argentina

Buenos Aires, 30 ene (EFE).- El movimiento social Barrios de Pie realizó este jueves una jornada de protesta frente a supermercados en veinte puntos de la Argentina para reclamar a empresarios y gobernantes un mayor control de los precios de los alimentos y frenar la inflación que afecta en mayor proporción a la población más pobre.

"No al aumento, sí al control de precios", "Basta de aumentos de precios", rezaban algunas de las pancartas de los manifestantes que se congregaron frente a cadenas de supermercados en la ciudad de Buenos Aires, el cordón urbano que rodea a la capital, y ciudades de Santiago del Estero, Jujuy, Catamarca, Tucumán, Misiones, Neuquén y Córdoba.

"Estamos denunciando que durante estos últimos dos meses los formadores de precios, las grandes empresas, los distribuidores y algunos productores de alimentos están teniendo una actitud muy irresponsable", declaró a Efe Silvia Saravia, coordinadora nacional de Barrios de Pie.

LA INFLACIÓN NO CEDE

La dirigente social subrayó que el pasado Gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019) "dejó una pobreza y una indigencia altísimas", a lo que se sumó que en los últimos dos meses los relevamientos de la agrupación en los barrios más vulnerables arrojaron "un aumento de casi el 10 %" de los precios.

"La situación se agrava para aquellos a los que no les llega la ayuda del Estado. En Argentina tenemos una pobreza estructural que ningún Gobierno ha logrado revertir, entendemos que es algo (a solucionarse) a mediano plazo pero la situación sigue siendo crítica y cuando aumentan los alimentos, aumenta la pobreza", lamentó Saravia.

La coordinadora del movimiento demandó "mayor control" al Estado y la inclusión de todos los productos de la canasta básica de alimentos en el programa de "precios cuidados", que fija valores de referencia para un grupo de productos de primera necesidad.

A su vez, Saravia destacó la importancia de la tarjeta alimentaria que lanzó el nuevo Gobierno del peronista Alberto Fernández pocos días después de su asunción el pasado 10 de diciembre.

Se trata de una tarjeta de débito con una carga mensual de 4.000 pesos (63,50 dólares) a las madres con un hijo de hasta seis años o de 6.000 pesos (95,20 dólares) a las que tienen más de un niño de hasta seis años y que solo puede destinarse a la compra de alimentos, pero pidió ampliar la edad de los menores beneficiarios.

"Nuestro relevamiento de talla y peso nos dice que la malnutrición está concentrada fundamentalmente hasta los 10 años. Y la tarjeta también debería llegar a los jubilados que hoy tienen la jubilación mínima y que muchas veces dejan de comprar un medicamento para comprar alimentos", sostuvo.

COMEDORES SOCIALES PARA ALIVIAR EL HAMBRE

La organización posee decenas de comedores sociales en la capital argentina y sus alrededores, en donde palpa a diario la crítica situación social que genera la recesión económica que azota a la Argentina desde 2018, con una pobreza que afecta a más de un tercio de la población y con un desempleo en constante aumento.

La inflación, que el año pasado alcanzó el 53,8 %, no cede al ritmo esperado tras el cambio de Gobierno y el alza de los precios repercute en los sectores más vulnerables, que suelen destinar todos sus ingresos a la compra de alimentos.

"Los precios se han ido una barbaridad, no alcanza la plata", lamentó Viviana Isabel Rodríguez, que tiene a su cargo un comedor social en la denominada Villa 31, uno de los asentamientos más antiguos y más densamente poblados de Buenos Aires, en el barrio de Retiro.

En el comedor social se cocinan fideos y polenta, un alimento a base de harina de maíz hervida, "lo más económico que se pueda", relató Rodríguez.

"Por semana comprábamos cinco leches, ahora compramos tres y tenemos que estirarlas para que alcancen toda la semana. Lo mismo el pan, que subió una barbaridad, antes el kilo estaba 75 pesos (1,20 dólares) y ahora está 90, 95 o 100 pesos (1,42 a 1,60 dólares). Nosotros pedimos la leche en polvo más que nada, aceite y azúcar, que es lo más básico que necesitamos en el comedor", expresó.

Mónica Bustamante, una peluquera que en sus ratos libres lleva adelante un espacio donde brinda la merienda a niños en la Villa 31, aseguró por su parte que "los precios están por las nubes y las familias comen una vez al día".

"Es duro para las familias hoy día porque creo que nadie llega a fin de mes, menos en los barrios vulnerables. Al no tener qué comer y al no haber clase en las vacaciones, los 'merenderos' y los comedores explotan", afirmó Bustamante.

La mujer organiza con otras madres las meriendas con bizcochuelos, pan casero y tortas fritas, porque no pueden comprar galletas ya que son muy caras, pero los niños que asisten muchas veces no pueden esperar hasta la tarde: "Vienen a las 9 de la mañana a preguntar a qué hora pueden venir a la merienda, eso te parte el alma".

(c) Agencia EFE