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Opinión | Regionalización de mercados abiertos

Los productos y algunas materias primas tendrán una limitación conforme se tenga una adaptación a la nueva realidad. Pero el petróleo y gas natural no tendrán efecto en ello. El mundo deberá reducir en corto plazo los riesgos de la extracción de los hidrocarburos en función de tener un precio de la materia prima por arriba del punto de equilibrio deseado en superficie para su comercialización y transformación. Esta última parte del proceso del negocio dependerá del incremento de la movilidad de la gente económicamente activa en un inicio en forma regional con un aprendizaje de interrelación comercial.

Los mercados energéticos de América del Norte (petróleo, gas natural, electricidad) están integrados e interdependientes con la infraestructura energética y el comercio que cruza las fronteras de Estados Unidos, Canadá y México. El comercio de petróleo crudo, gas natural, productos refinados, como gasolina y petroquímicos y electricidad entre Estados Unidos, Canadá y México es multidireccional; según información de API de 2017, en esta gráfica se indican los flujos de energía.

 

 

La reforma energética ha permitido tener un mercado abierto que se inició hace cuatro años, el cual debemos de proteger para que entren inversiones ante la contracción económica de inversión por parte de las empresas productivas que están dejando de pagar algunas empresas dentro de la cadena de proveeduría. y no pretender tirar a la borda lo que costó días, hojas, discusiones, desvelos y desacuerdos para que en el último momento paremos y nos atrasemos ante una nueva realidad en el cambio de la forma de hacer negocios en el mundo y, de nuevo, empecemos de cero en cada administración futura.

El mundo antes del COVID-19 estaba por llegar a la era de la hiperglobalización (elevada interdependencia en la sociedad mundial), y hoy, ante el cambio de la movilidad de las personas con la nueva forma de intercambiar productos entre continentes, se tendrá una pausa en función de los nuevos procesos que se tendrán que implementar a lo largo del aprendizaje y experiencia que tengamos de la pandemia.

Esto dará como resultado regresar en forma momentánea al inicio de la base económica que dio paso a la globalización: la regionalización entre países con frontera cercanas y con alto contenido de intercambio comercial, aprovechando la experiencia de los tratados o acuerdos realizados anteriormente con la modernización que hoy en día tenemos. Es decir, países o regiones deberán empezar a mover sus mercancías, servicio o productos entre países que lo conformen en una forma libre con el objetivo de consolidar cada una de las economías con el objetivo de poder reiniciar con las nuevas prácticas de intercambios que se realizarán en el mundo y regresar al momento de que se iniciara la pandemia con nuevas prácticas de comercio mundial.

Empresas como Valero, Chevron, Exxon de origen estadounidense, han confiado y creído en poder ser parte del nuevo mercado abierto energético; han realizado inversiones en millones de dólares, y con el tratado que entró en vigor, toman una alta importancia mantenerlas dentro de un ámbito de crecimiento del país.

 

En México hay que cambiar nuestra manera de realizar nuestros negocios, debido a que somos reactivos legales sin fundamento técnico y apenas estamos aprendiendo a hacer contratos en energía, sin la influencia y lineamientos que las empresas del Estado tenían al tener un mercado cerrado por muchos años.

La regionalización que se llevará acabo con el T-MEC nos llevará a que seamos un país que, ante la falta de una inversión pública que cubra todo el mercado de acuerdo con el plan de desarrollo de la nación de la actual administración, como país pueda sentar las bases bajo el modelo abierto de lo que requiere el país y no lo que no podemos cumplir en el mercado que demanda una certidumbre de poder tener acceso a consumir. Una vez que se aprenda a vivir con la nueva realidad, regresará la globalización y después la hiperglobalización, y al no haber aprovechado interactuar con nuestros socios quedaremos de nueva cuenta en desventaja en el mundo.

En los próximos dos o tres años México dependerá de una regionalización y será el nuevo inicio de partida que tendremos; una única segunda oportunidad de demostrarnos a nosotros mismos que dejaremos de ser un país en vías de desarrollo o emergente. No debemos desaprovechar, ante el reinicio del reloj económico mundial, la forma de comercializar lo que podemos ofrecer al mundo una vez comprendido nuestro mercado interno energético abierto.

Esto no se logrará si continuamos pensando en que las empresas del Estado son las responsables de poder cubrir toda la demanda energética e iremos al fracaso en menos de una década por la forma como gastamos el presupuesto.

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Ramsés Pech es analista y asesor de la industria energética y en economía. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.