OPINION | ¿Están 'matando a la gente'? Biden no tiene toda la razón, pero tampoco se equivoca

Fue un comentario impactante, aunque en muchos aspectos es cierto. "Están matando a la gente", dijo en voz muy alta el presidente Joe Biden para que lo escucharan a pesar del estruendo de su helicóptero Marine One, que se encontraba en el jardín sur de la Casa Blanca el viernes.

No se refería a terroristas ni a líderes de naciones rebeldes, ni siquiera a fabricantes de armas. Se refería a los magnates de la tecnología de Silicon Valley, más concretamente a personas como Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg, los dos máximos líderes de Facebook, y al papel de su plataforma en permitir que la peligrosa desinformación sobre las vacunas contra la COVID-19 se transmita por todas partes.

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"La única pandemia que tenemos está entre los no vacunados, y es... están matando a la gente", dijo cuando le pidieron que enviara un mensaje a las plataformas de redes sociales ante el aumento de las infecciones en zonas donde las personas rechazan las vacunas.

Este mensaje claramente coincide con el recrudecimiento del conflicto entre el gobierno de Biden y Facebook. Jen Psaki, la secretaria de prensa de Biden, y el cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy, ya lo habían señalado a principios de la semana, pero de manera mucho menos contundente. Psaki señaló la crisis de salud pública como el motivo para presionar a las empresas de redes sociales, que también se enfrentan a la dificultad de tratar de equilibrar las preocupaciones sobre la protección de la libre expresión con el peligro de cierta desinformación.

Además, en una entrevista conmigo hace dos semanas, el jefe de gabinete de Biden, Ron Klain, también parecía estar sentando las bases para culpar a Facebook de que el gobierno no alcanzara el objetivo prometido de un 70 por ciento de vacunados para el 4 de julio: "Facebook ha creado una serie de herramientas para ayudar a la gente a encontrar vacunas, etcétera. Sin embargo, le he dicho de manera directa a Mark Zuckerberg que, cuando reunimos a grupos de personas que no están vacunadas y les preguntamos por qué no están vacunadas y nos dicen cosas que están mal, información falsa, les preguntamos dónde han oído todo eso y la respuesta más común es Facebook".

Como es posible imaginarlo, Facebook no estuvo de acuerdo con ese comentario.

"No nos distraeremos con acusaciones que no están respaldadas en hechos", señaló un portavoz de la compañía en un comunicado. "El hecho es que más de dos mil millones de personas han visto información fidedigna sobre la COVID-19 y las vacunas en Facebook, más que en cualquier otro sitio de internet. Más de 3,3 millones de estadounidenses han utilizado también nuestra herramienta de búsqueda de vacunas para saber dónde y cómo vacunarse. Los hechos demuestran que Facebook está ayudando a salvar vidas. Punto".

¿Punto? Difícilmente. Más bien punto y coma, si tuviera que elegir un signo de puntuación.

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Lo cierto es que Facebook sirve de puerta de acceso a todo, puesto que presenta información indudablemente sólida sobre la COVID-19, pero también es el lugar en el que se ha desbordado una enorme avalancha de mentiras al respecto, y durante mucho más tiempo.

En mayo del año pasado, por ejemplo, como lo indica The New York Times, apareció “Plandemic”. Se trata de un video de 26 minutos en el que se alegaba que un grupo secreto de personas poderosas estaba utilizando el virus y las próximas vacunas para ganar dinero y consolidar su control del mundo.

“Plandemic”, informa el Times, “se publicó en línea el 4 de mayo cuando su creador, Mikki Willis, un productor de cine poco conocido, lo subió a Facebook, YouTube, Vimeo y un sitio web independiente creado para compartir el video. Durante tres días, el video cobró fuerza en las páginas de Facebook dedicadas a las teorías de conspiración y al movimiento antivacunas, la mayoría de las cuales enlazaban con el video alojado en YouTube. Luego llegó a las páginas y canales convencionales y estalló. Poco más de una semana después de la publicación de ‘Plandemic’, ya había sido visto más de ocho millones de veces en YouTube, Facebook, Twitter e Instagram, y había generado innumerables publicaciones”.

Eso fue solo al principio, ya que la buena y la mala información se enfrentaron durante todo el año, y parte de la mala información provino del ocupante de la Casa Blanca en ese momento: Donald Trump. Aunque en efecto no es culpa de Facebook que Trump eligiera reflexionar sobre cómo el virus iba a desaparecer así como así, alegara a favor de no usar cubrebocas o hablara de inyectarse lejía para ser inmune, la compañía y otros toleraron sus tonterías durante demasiado tiempo. Solo lo expulsaron después de que utilizó sus herramientas para ayudar a incitar el asalto al Capitolio, y sus medidas fueron, como siempre, demasiado limitadas, demasiado tardías y, a decir verdad, demasiado inútiles.

En esta época, el liderazgo de los medios de comunicación está controlado aquí y en todo el mundo por Facebook, YouTube y Twitter, por lo que son blanco fácil para el gobierno de Biden. Aunque también se podría criticar —lo hice y lo volveré a hacer— a Fox News por sus lamentaciones con un nivel descarado de falsedad sobre la pandemia al principio (¡no es tan malo como la influenza!), a la mitad (¡sin cubrebocas!) y al final (rabia infinita contra las vacunas o ante la mera sugerencia de requisitos de vacunación) de la crisis.

También se podría culpar a los individuos por creer mentiras y no tomarse el tiempo ni hacer el esfuerzo de comprobar sus datos. Al fin y al cabo, la decisión de renunciar a una vacuna es personal aun si es desafortunada.

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No obstante, la capacidad de resistir a los gigantes de las redes sociales palidece en comparación con el tremendo poder de estas plataformas para amplificar la información errónea. Intentar frenar las falsedades pretendiendo ofrecer buena información es como utilizar un solo saco de arena para contener un océano increíblemente fétido. Es el mismo caso cuando se trata de una serie de temas antes inofensivos pero ahora divisorios, desde la integridad de las elecciones hasta la teoría crítica de la raza o cualquier cosa, que mantienen a este país en un estado constante de confusión.

Entonces, ¿Facebook está matando a la gente porque proporcionó la invención que permite que todo esto suceda? No exactamente, pero me recuerda la famosa cita de que “una mentira puede recorrer medio mundo mientras la verdad apenas se está poniendo los zapatos”, que se atribuye irónicamente por error a Mark Twain (se considera que en realidad es una versión de una frase que escribió Jonathan Swift).

Venga de donde venga, cada vez resulta haber sido más profética, solo que ahora las mentiras viajan mucho más rápido gracias a Facebook.

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Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

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