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Opinión: Para los inmigrantes, un salario justo y propiedad

María Carmen Tapia en la fundación Robin Hood participando en una reunión sobre Up & Go, una cooperativa de servicios profesionales de limpieza residencial. (Joseph Michael Lopez/The New York Times)
María Carmen Tapia en la fundación Robin Hood participando en una reunión sobre Up & Go, una cooperativa de servicios profesionales de limpieza residencial. (Joseph Michael Lopez/The New York Times)

¿PUEDE UNA SOFISTICADA PLATAFORMA COOPERATIVA AYUDAR A MINIMIZAR LAS CONDICIONES LABORALES EXPLOTADORAS DE LA ECONOMÍA COLABORATIVA, INCLUSO DURANTE LA PANDEMIA?

María Carmen Tapia ha aprendido una gran cantidad de nuevas habilidades en los últimos meses. La trabajadora de intendencia de 42 años y todos sus colegas en la aplicación de servicios de limpieza Up & Go fueron capacitados por instructores autorizados de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional de Estados Unidos, para aprender a ponerse el equipo de protección de manera correcta y establecer protocolos de seguridad para mantener a sus clientes y a ellos mismos a salvo durante la pandemia.

A primera vista, Up & Go se parece a cualquier otra aplicación de intendencia: cuando un cliente solicita un servicio de limpieza en la ciudad de Nueva York, unos cuantos clics llevan hasta su puerta a una trabajadora de limpieza capacitada como Tapia con su cepillo, escoba y esprays ecológicos.

No obstante, Up & Go es diferente de la mayoría de las plataformas de la economía colaborativa. Tapia no es una trabajadora con sueldo bajo que gana apenas lo suficiente para vivir precariamente en una ciudad cara, sino una propietaria de su propia empresa. “Cuando alguien me contrata, lo atiende la jefa en persona”, dijo.

Up & Go es un nuevo modelo de plataforma para cooperativas. En 2017, el Centro para la Vida Familiar, una organización sin fines de lucro de servicios familiares y sociales con sede en el vecindario de Sunset Park, Brooklyn, invitó a Tapia a unirse. Ahora ella es una de 51 trabajadores de limpieza, todos inmigrantes latinoamericanos, que son dueños de la plataforma. “Queremos ofrecerles trabajo justo a los trabajadores al llevar a las cooperativas al siglo XXI”, dijo Sylvia Morse, la coordinadora del proyecto.

Los propietarios-trabajadores comparten oficinas, representantes de atención al cliente y la aplicación. Cada dos semanas, conversan para responder preguntas como: “¿Deberíamos incluir a más trabajadores de limpieza y expandir la cooperativa?”. Durante el periodo de confinamiento impuesto en la ciudad de Nueva York, tuvieron que suspender los servicios de limpieza residencial, que es el centro de su modelo de negocios. Sin embargo, Tapia y sus colegas compensaron parte de las pérdidas al cumplir con contratos de limpieza comercial de Up & Go, y reanudaron sus servicios de limpieza doméstica el 1.° de julio.

El Centro para la Vida Familiar ha trabajado en Sunset Park desde 1978. Ofrece asesoría, así como cuidados para niños y adultos mayores, y durante los últimos doce años ha intentado elevar los salarios de los trabajadores al ayudarles a formar cooperativas. En lugar de los 11 o 12 dólares por hora que Tapia ganaba cuando encontraba clientes a través de volantes, ahora suele obtener 25 dólares la hora con Up & Go.

Por un pago de 135 dólares, realiza una limpieza profunda de cinco horas en un apartamento de una habitación: cepilla el baño, pule los pisos. “Si una casa requiere más trabajo, aumentamos la cuota”, comentó Tapia. Ella tiene dos hijos y ha trabajado como encargada de limpieza y niñera desde que emigró de Ecuador con su madre hace veintiún años. “Apenas ganaba el salario mínimo”, relató. “Mi vida ha cambiado de manera drástica”.

Las cooperativas han proliferado en Nueva York. Jardineros, enfermeros y pintores se organizan cada vez más entre ellos para formar cooperativas. Sin embargo, Up & Go es la única que combina la estructura tradicional de las cooperativas y la tecnología de las aplicaciones de la economía colaborativa. Intenta tomar lo mejor de dos mundos: para los clientes, la conveniencia de una aplicación para reservar trabajadores de manera rápida; para los trabajadores, la seguridad de trabajos regulares y el orgullo de ser emprendedores.

Los trabajadores acordaron protocolos de seguridad en cuanto la amenaza de la COVID-19 se hizo presente. “En este momento estresante, el hecho de que los trabajadores tengan un espacio para compartir y establecer las mejores prácticas marca una gran diferencia”, dijo Morse. Para compensar la pérdida de ingresos, el centro realizó una recaudación de fondos adicional, extendió los horarios de su banco de alimentos y conectó a aquellos que tienen dificultades para pagar sus cuentas con fondos de emergencia.

“Al principio, el gran reto era asegurarse de que los miembros de la cooperativa tuvieran la información correcta, que tomaran precauciones para protegerse a ellos mismos y a sus clientes”, afirmó Morse. “Aquí es donde realmente vimos el poder de la cooperativa. Teníamos estos sistemas en marcha. Todo estaba basado en la experiencia del trabajador, en lugar de la idea de: ‘Necesitamos hacer tanto dinero como sea posible; mandémoslos a trabajar a pesar de que no tienen el equipo de protección adecuado’”. Hasta el momento, ninguno de los trabajadores de Up & Go se ha contagiado de COVID-19.

La economía colaborativa, con plataformas como Uber, Handy y TaskRabbit, parecía ofrecer oportunidades para trabajadores no especializados o independientes cuando se comenzó a popularizar después de la recesión de 2008. Sin embargo, los economistas rápidamente advirtieron sobre los peligros, y la pandemia ha afectado de manera desproporcionada a los trabajadores de la economía colaborativa. Como contratistas independientes, no califican para protecciones básicas como el salario mínimo. La pandemia ha dejado a muchos de ellos sin trabajo sin ninguna protección o ha obligado a algunos a considerar trabajar sin las protecciones adecuadas.

En contraste, los trabajadores-propietarios de Up & Go distribuyen los trabajos existentes de manera justa entre ellos mismos, y cada trabajador ha aceptado quedarse en casa si presenta cualquier síntoma. “Una gran diferencia es que nosotros conocemos mejor nuestros derechos”, dijo Tapia. “No solo somos trabajadores, sino emprendedores. Eso cambió quién soy y cómo me veo a mí misma. Aprendo nuevas cosas constantemente: cómo administrar un negocio, cómo manejar un proceso democrático de toma de decisiones, cómo es una buena gerencia”. También aprecia que los miembros de la cooperativa deciden de manera colectiva si aprueban o no a nuevos miembros, y que si ella se enferma “otro trabajador mantendrá” su lugar disponible.

Los 51 trabajadores-propietarios de Up & Go, de los cuales solo dos son hombres, hablan muy poco inglés. Tapia habla suficiente inglés como para agendar servicios de limpieza básicos, pero deja las conversaciones más complejas y la solución de conflictos a los representantes profesionales de atención a clientes. “Es exactamente esta clientela a la que queremos dar servicio con Up & Go”, enfatizó Morse. “Históricamente, este tipo de trabajo ha sido realizado por inmigrantes y, de manera predominante, por mujeres. El racismo y el sexismo han devaluado este trabajo”.

Los costos de desarrollo son el mayor obstáculo para copiar el modelo de Up & Go. Barclays y Robin Hood, una organización contra la pobreza en la ciudad de Nueva York, financió a la empresa emergente con 500.000 dólares e invirtió de nuevo este año. Los expertos en tecnología de CoLab Cooperative mejoraron la aplicación. Este respaldo financiero y logístico permite a los propietarios de Up & Go conservar el 95 por ciento de sus ingresos; el 5 por ciento se destina a sustentar la infraestructura.

“¿Quién es el dueño de la tecnología? ¿Quién decide cómo se diseña? ¿Cómo influye en la calidad de vida de los trabajadores de la economía colaborativa?”, cuestionó Morse. “Cuando vemos el cambio en el mundo laboral, estas preguntas son importantes”.

Este modelo funcionará a largo plazo solo si suficientes clientes están dispuestos a pagar una cuota más alta para asegurarse de que sus trabajadores de limpieza tienen documentos legales y reciben el pago justo. “He visto ofertas especiales en línea de 30 dólares por la primera limpieza”, dijo Morse. “Up & Go simplemente no puede hacer eso”.

En cambio, Up & Go ofrece calidad y confianza. “Es un asunto de confianza dejar entrar a alguien a tu hogar”, dijo. “Con Up & Go, sabes que la persona no solo descargó una aplicación, sino que es un copropietario que cumplió con un proceso de capacitación. El sentido de responsabilidad y seguridad es enorme”.

Para estar seguros, aunque su sitio web describe las múltiples precauciones que los trabajadores-propietarios toman para evitar propagar o contagiarse de COVID-19, también es honesto con los clientes potenciales sobre el hecho de que siempre existe el riesgo de contagio. Así que Up & Go, como muchas empresas de servicios, requiere que los clientes firmen una forma de exención de responsabilidad antes de contratar a sus trabajadores de limpieza.

Antes de la pandemia, dijo Morse, era probable que Up & Go tuviera ganancias este año y se expandiera. Ahora, ella espera que las limpiezas comerciales mantengan a flote a la empresa emergente y que otras ciudades e industrias copien el modelo. Le pareció especialmente motivante que casi el 50 por ciento de sus clientes residenciales continuaran pagando por los servicios para apoyar a los trabajadores a pesar de que no podían recibirlos durante el confinamiento.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company