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Opinión: No esperes que la COVID-19 engendre expresiones artísticas grandiosas

No esperes que la COVID-19 engendre expresiones artísticas grandiosas. (KLAAS VERPLANCKE/The New York Times)
No esperes que la COVID-19 engendre expresiones artísticas grandiosas. (KLAAS VERPLANCKE/The New York Times)

NUESTRO SISTEMA DE APOYO PARA LOS PROFESIONALES CREATIVOS ES PÉSIMO. LOS ARTISTAS NO DEBERÍAN SENTIRSE MAL POR NO INSPIRARSE DURANTE UNA CRISIS.

Es un refrán común cuando suceden episodios devastadores: la creatividad prosperará en estas condiciones. He visto que lo dicen en días recientes cuando se cancelan las giras, se posponen las producciones de televisión y cine y los creativos se ven obligados a aislarse a causa del coronavirus.

Tan solo piensa en todas las grandes canciones y los grandes libros y guiones que saldrán de esto.

Como los artistas estarán atrapados en casa, se espera que creen cosas increíbles. Entiendo el deseo de encontrar el lado positivo de una situación terrible; es un mecanismo natural para sobrellevar estos escenarios. Sin embargo, pasa por alto el mal diseño de nuestra infraestructura para apoyar a los artistas.

Soy cofundador de una disquera y de Talkhouse, un medio de difusión para músicos, artistas y cineastas, y durante los últimos quince años he trabajado con gente creativa en casi todas las maneras imaginables. Las últimas semanas han sido una pesadilla andante para todos nosotros. Me he tumbado en la cama pensando en nuestra comunidad. En ningún momento he pensado: “¡Estos artistas van a hacer cosas impresionantes!”.

La observación de que Shakespeare escribió “El rey Lear” y “Macbeth” mientras estuvo en cuarentena durante la peste suele ser promocionada como un ejemplo de la creatividad que florece en las crisis. No obstante, como lo señaló hace poco Daniel Pollack-Pelzner en The Atlantic: “El modelo de Shakespeare ofrece poco consuelo: escribir mientras esperas a que termine la cuarentena; apoyarte en mecenas acaudalados para que te rescaten; explotar la muerte de tus rivales”. La realidad es que los artistas están perdiendo mucho en este momento, y se están arriesgando a perder incluso más. Muchos, si no es que la mayoría de ellos, no tienen acceso a una atención médica asequible. Viven al día.

La mayoría de los músicos depende de una próspera infraestructura de espectáculos en vivo: recintos (que están despidiendo a gran parte de su personal porque han tenido que cerrar), representantes para las giras, equipos encargados de la iluminación, gente de sonido, comerciantes. El cierre de las tiendas independientes de discos cobrará una factura muy alta, y el aumento en el volumen de la reproducción digital en continuo (del cual aún no hay datos que lo confirmen; de hecho, hemos visto lo opuesto) de ninguna manera podrá compensar los ingresos perdidos por las ventas de boletos y mercancía.

No se me ocurre ninguna otra profesión en la que esperemos un mejor rendimiento de la gente bajo circunstancias cada vez peores. Nadie dice: “Si le quitamos la mayoría de sus ingresos a este contratista general y perjudicamos el sustento de los trabajadores experimentados que lo respaldan, eso los inspirará a construir casas de mejor calidad”. Un estudiante que se quema las pestañas para aprobar un examen a medio semestre tal vez trabaje mejor bajo presión, pero no es así cuando depende de que escribas una canción exitosa el que puedas llevar comida a la boca de tus hijos.

Ponemos mucha presión sobre las personas creativas para que creen cosas que nos hagan sentir mejor y a veces olvidamos que también podrían estar sufriendo. Como dijo mi amiga Katie Harkin, quien toca con Sleater-Kinney y Courtney Barnett, en un evento reciente en Talkhouse: “Hay un mito que cuenta que metabolizamos el dolor para convertirlo en arte, el arte en ganancias y las ganancias en felicidad”.

“Eso es algo muy dañino”, agregó. Y será especialmente cierto a lo largo de esta crisis: en los próximos meses, los artistas tendrán problemas para crear arte y generar ganancias, y no satisfarán todas sus necesidades. En efecto, la gente ha recurrido y seguirá recurriendo a la música, las películas, el teatro y otras formas de entretenimiento para encontrar consuelo. Sin embargo, mucha gente responsable de crear ese contenido quedará en el limbo en un futuro próximo, sin tener la certeza de cuándo ni cómo se materializará su próximo pago.

A final de cuentas, esto favorece a los artistas más privilegiados entre nosotros. Los mecenas de Shakespeare eran condes y altos funcionarios de la corte. Lo mantenían protegido, alimentado y, en última instancia, aislado de los horrores de la peste mientras los teatros estaban cerrados.

Tal vez haya una lección más productiva de los años que vivió Shakespeare durante la peste: necesitamos un mejor sistema de apoyo para los artistas. En años recientes, el sitio web Patreon ha emergido como un medio para que los artistas tengan un diálogo creativo con su base de seguidores y para que reciban cuotas de suscripción mensual a cambio de la promesa de que habrá un flujo de contenido exclusivo. La semana pasada, Bandcamp, una plataforma que posibilita que los músicos vendan su mercancía y música directamente a sus seguidores, no exigió su comisión por los ingresos de la venta de música durante un día. Billboard ha reunido una lista de recursos para apoyar a los profesionales de la música que estén necesitados durante la pandemia.

A lo largo y ancho de la industria musical, las empresas pequeñas e independientes y los individuos intentan encontrar mecanismos para que los artistas reciban pagos por tocar en “espectáculos virtuales” emitidos en continuo desde el autoaislamiento. La única red de seguridad es la que estamos tratando de hilvanar juntos, y a toda prisa, en este preciso momento.

También hay un elemento humano que disipa la falacia de “la tragedia = un arte grandioso”. Mientras escribo esto, estoy recibiendo mensajes y correos electrónicos preocupantes de amigos, colegas y seres queridos. Hago pausas para ver Twitter cada tantos minutos. Me bombardean las alertas de noticias, cada una más terrible que la anterior. La noción de que la creatividad puede florecer en estas circunstancias es absurda.

No sientas presión para hacer la próxima gran obra de arte en esta época, y resiste la necesidad de poner esa presión en alguien más. Cuida a los artistas que cuidan de ti. Los necesitaremos para salir adelante.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company