Opinión: No acabemos con el aprendizaje remoto, pues las familias negras y latinas lo necesitan

No acabemos con el aprendizaje a distancia, pues las familias negras y latinas lo necesitan. (Ilustración de Arsh Raziuddin/The New York Times)
No acabemos con el aprendizaje a distancia, pues las familias negras y latinas lo necesitan. (Ilustración de Arsh Raziuddin/The New York Times)

ELIMINAR EL APRENDIZAJE REMOTO EXACERBA LAS DESIGUALDADES EDUCATIVAS Y DEL CUIDADO DE LA SALUD QUE YA EXISTEN.

Instrucción a distancia. Aprendizaje virtual. Escuela por Zoom. Se llame como se llame, ha mantenido a este hombre negro —junto con mi mujer y mi hijo de 7 años— a salvo de la COVID-19 durante el último año, aunque no haya sido fácil para nadie. Cada día, mientras mi hijo se sienta en su escritorio en nuestra casa cerca de Washington, D. C., y aprende sobre gráficos de barras en la pantalla de una computadora portátil, me reconforta saber que no está sentado en un aula mal ventilada con riesgo de enfermarse.

Aunque mi mujer y yo pudimos vacunarnos, también sé que la desigualdad en materia de vacunas ha dejado a muchas comunidades negras y latinas como la mía, que ya son las más afectadas por esta pandemia (y que a menudo carecen de atención sanitaria para empezar), sin acceso a las inoculaciones que ellos y sus hijos necesitan. Esto incluye a vecinos míos que no tienen más remedio que trabajar en persona debido a la naturaleza de sus trabajos (se temía que las dudas sobre las vacunas, un legado del racismo sistémico, fueran el problema inicial para las comunidades negras y latinas. Sin embargo, como lo informó el mes pasado la Kaiser Family Foundation el porcentaje de adultos negros y latinos que retrasan o rechazan la vacunación está disminuyendo. Incluso entre los reticentes a las vacunas, preocupaciones como el hecho de tener que ausentarse del trabajo, los gastos de bolsillo y la imposibilidad de vacunarse son las principales barreras).

El aprendizaje a distancia también ha sido útil para los padres con los que trabajo cuyos hijos padecen enfermedades crónicas como asma y diabetes.

Por eso, los anuncios realizados en el último mes por políticos como el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, y el gobernador de Nueva Jersey, Phil Murphy, acerca de que el aprendizaje a distancia no estará disponible durante el próximo año, son una mala noticia para la mayoría de los estudiantes negros, latinos y asiáticos del país, así como sus padres, que desean mantener el aprendizaje virtual como una opción. La eliminación del aprendizaje a distancia, que muchas de estas familias apoyan, agrava las desigualdades educativas y sanitarias ya existentes. La ciudad de Nueva York y otros distritos deberían averiguar cómo mantener el aprendizaje a distancia como una opción.

A pesar de que el 88 por ciento de los edificios escolares de todo el país han sido reabiertos, según el Departamento de Educación de Estados Unidos, la realidad es que la mayoría de las familias de color (e incluso un número significativo de hogares blancos) siguen optando por que sus hijos aprendan de manera virtual. Las encuestas han mostrado de modo constante el apoyo al aprendizaje a distancia entre las familias no blancas. Como ejemplo reciente, el 59 por ciento de los padres no blancos encuestados en mayo por el Sindicato Nacional de Padres dijeron que querían opciones tanto presenciales como a distancia para el próximo periodo escolar.

Las familias negras, latinas y asiáticas admiten que la escuela a distancia puede ser un desastre. Décadas de abandono de la banda ancha por parte del gobierno federal, así como las dificultades de los distritos para desplegar la tecnología de manera oportuna, han hecho que los estudiantes se vean perjudicados en varios momentos del último año. No obstante, estas familias también están evaluando de manera realista los riesgos a los que ellos y sus hijos se siguen enfrentando por culpa de la COVID-19, así como las escasas probabilidades de tener una ventilación y mitigación adecuadas en los edificios escolares de sus comunidades, a menudo descuidados. Muchos edificios escolares de las comunidades negras y latinas estaban mal ventilados mucho antes de la pandemia. El asbesto y las terribles condiciones también han sido problemas constantes. Aunque la Ley federal del Plan de Rescate de Estados Unidos dedica parte de los 123.000 millones de dólares asignados a las escuelas a la mejora de los edificios, las crecientes pruebas de que los distritos escolares están comprando purificadores de aire no probados, junto con la admisión tardía de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de que el coronavirus se propaga por el aire, han incrementado aún más su arraigada desconfianza.

Aunque los adultos pueden vacunarse, la mayoría de los estudiantes (en especial los menores de 12 años) no pueden hacerlo. Es probable que no puedan vacunarse hasta finales de este año, cuando se inicien las clases.

Los jóvenes menores de 19 años representan ahora el 24 por ciento de los casos de COVID-19, frente al 10,6 por ciento del pasado octubre, según la Asociación Estadounidense de Pediatría. Estudios del último año sugieren que, debido a las disparidades causadas por el racismo sistémico, los jóvenes negros y latinos son en particular vulnerables a las infecciones. Los jóvenes negros y latinos representan casi el 60 por ciento de las muertes por COVID-19 entre los menores de 18 años, según datos de los CDC.

Las nuevas variantes más transmisibles son preocupantes. Dado que los niños a menudo no presentan síntomas —entre el 50 y el 70 por ciento de los estudiantes de Israel que dieron positivo en la prueba de COVID-19 eran asintomáticos, según un estudio realizado el pasado mes de octubre por el departamento de salud de ese país—, pueden contagiar sin saberlo a otros estudiantes y a sus padres en casa.

El potencial de contagio a los adultos es preocupante si se tiene en cuenta la equidad de las vacunas. Las normas de prioridad y los esfuerzos de distribución no han apoyado de manera adecuada a comunidades como el condado de Prince George, Maryland, donde vivo. Como resultado, a finales de mayo, en todos los estados, el 29 por ciento de los adultos negros y el 32 por ciento de los adultos latinos habían recibido al menos una dosis de la vacuna frente al 43 por ciento de sus homólogos blancos. El resultado es que las comunidades negras y latinas son probablemente más vulnerables a los brotes y la propagación que las comunidades blancas en este momento. Esto se ve con claridad en Washington, D. C., donde los negros representan ahora el 82 por ciento de todos los nuevos casos de Covid, frente a tan solo el 46 por ciento del año pasado, según la alcaldesa Muriel Bowser.

Las familias negras y latinas como la mía esperan que las condiciones, tanto en las escuelas como en las comunidades circundantes, mejoren para el comienzo del próximo año escolar. Sin embargo, sabemos muy bien que las cosas mejoran en Estados Unidos solo después de que se pierdan tantas vidas por hacer las cosas mal.

Además, incluso después de que esta pandemia pase a ser parte de la historia, las disparidades sanitarias seguirán siendo una de las principales razones por las que las familias adopten el aprendizaje a distancia.

Los niños que padecen enfermedades crónicas, como asma o diabetes, pueden utilizar la enseñanza a distancia para seguir aprendiendo sin perder días de clase y sin desviarse del camino hacia la graduación. Los estudiantes con asma, que representan alrededor del diez por ciento de todos los jóvenes en las aulas, pierden más de diez millones de días de clase al año, según Attendance Works, una organización sin fines de lucro que se enfoca en la asistencia escolar. Los niños negros son más propensos a tener asma, con un 14,3 por ciento diagnosticado en 2018 frente al 5,6 por ciento de los niños blancos.

Gracias a la pandemia, los distritos escolares ya han invertido mucho en la enseñanza a distancia. Más vale que sigan utilizándola. Algunos distritos, sobre todo el Distrito Unificado de Los Ángeles, Houston y el condado de Fairfax, Virginia, tienen previsto ofrecer opciones virtuales el año que viene. No hay ninguna razón para que el aprendizaje a distancia no se integre en las aulas ordinarias, como se está haciendo ahora a través de la enseñanza híbrida. De este modo, los estudiantes negros y latinos pueden seguir aprendiendo y seguir estando seguros.

Los distritos escolares no deberían añadir más cargas a las familias que ya sufren disparidades educativas y sanitarias. La enseñanza a distancia debe seguir estando disponible incluso cuando la COVID-19 deje de ser una epidemia.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

This article originally appeared in The New York Times.

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