Potencias cruzan acusaciones sobre Libia mientras se busca un alto el fuego

Naciones Unidas, 8 jul (EFE).- Grandes potencias internacionales y varios de los Gobiernos involucrados en la guerra en Libia intercambiaron este miércoles acusaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU, aunque coincidieron mayoritariamente en la necesidad de un alto el fuego que detenga la cada vez más compleja situación en el país.

El largo conflicto libio ha entrado, según Naciones Unidas, “en una nueva fase, con la interferencia extranjera alcanzando niveles sin precedentes”.

Así lo aseguró el jefe de la organización, António Guterres, que denunció el suministro a las partes de “equipamiento sofisticado” y de mercenarios por parte de distintos actores extranjeros, a los que evitó señalar directamente.

Sumida en el caos y la guerra civil desde que en 2011 cayó la dictadura de Muamar al Gadafi, Libia vive ahora mismo un enfrentamiento entre fuerzas del Gobierno en Trípoli, el reconocido por Naciones Unidas, y el Ejército de Liberación Nacional Libio, liderado por el mariscal Jalifa Hafter desde el este del país.

El mariscal cuenta con el apoyo económico, político y militar de Jordania, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Francia, Sudán y Rusia, mientras que Trípoli tiene el respaldo de Catar, Túnez, Italia y Turquía, que es su máximo valedor.

Haftar lanzó hace algo más de un año una gran ofensiva sobre Trípoli, que en los últimos meses el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) consiguió frenar con ayuda turca, obligando a las fuerzas rivales a retroceder y a acantonarse en la ciudad costera de Sirte y en el oasis de Al Jufra, ambos de alto valor estratégico.

"El tiempo no juega de nuestro lado en Libia", advirtió Guterres, que alertó del peligro que plantea la acumulación de tropas en esas áreas y que urgió a aprovechar cualquier posible oportunidad para romper el “impasse político”, impulsar un alto el fuego y avanzar hacia una salida negociada del conflicto.

CRÍTICAS A LAS INTERVENCIONES EXTRANJERAS

Uno tras otro, los países que participaron en la reunión, muchos representados por sus ministros de Exteriores, denunciaron la intervención extranjera en Libia, algo que hicieron incluso varios que están muy involucrados en el conflicto.

Las potencias criticaron las repetidas violaciones del embargo de armas que pesa sobre Libia y subrayaron la necesidad de implementar los compromisos que se pactaron el pasado enero en Berlín, que incluían promesas para detener esos flujos y para un cese de las hostilidades.

“Es momento de traducir las palabras en acciones concretas”, defendió el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, que urgió a acabar con la “polarización que ha convertido a Libia en un escenario de guerras de poder” entre distintos actores internacionales.

“Es hora de detener esta absurdez cínica”, señaló el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, que presidió la reunión.

Estados Unidos, cuya postura ha ido variando a lo largo del conflicto, insistió en que “todos los actores externos” deben suspender “inmediatamente las operaciones militares” y detener el suministro de equipos y combatientes a Libia.

“Dejen que sea clara: no hay sitio para mercenarios extranjeros o fuerzas delegadas en Libia, incluidos, como lo dejan claro las pruebas, agentes del Gobierno ruso que combaten junto y en apoyo de las fuerzas del Ejército de Liberación Nacional”, señaló la embajadora estadounidense, Kelly Craft.

Aunque Rusia no interviene oficialmente, según varios informes hay más de un millar de mercenarios del grupo ruso Wagner que operan en Libia en apoyo de las fuerzas de Hafter.

El embajador ruso en la ONU, Vasili Nebenzia, negó cualquier participación de su Gobierno y defendió que todo el caos libio se deriva de la intervención de la OTAN para apoyar el derrocamiento de Al Gadafi.

Junto a esas fuerzas rusas, Egipto y Emiratos Árabes Unidos son los otros grandes apoyos de Hafter sobre el terreno, mientras que Turquía es el principal sostén del Gobierno de Trípoli.

Según Emiratos, en Libia están operando ahora mismo unos 10.000 mercenarios sirios, supuestamente enviados por Turquía, algo contra lo que también arremetió Egipto, que denunció el uso de estos "extremistas" y acusó a Ankara de no querer preservar la estabilidad en el Mediterráneo.

Turquía, por su parte, defendió que ve cómo una responsabilidad respaldar a las autoridades "legítimas" y advirtió de que los "intentos de resucitar un régimen totalitario", en referencia a los apoyos a Hafter, son lo que desestabilizarán el país y toda la región.

Mario Villar

(c) Agencia EFE