Los once meses de Evo Morales en Argentina, de refugio a cocina electoral

Buenos Aires, 9 nov (EFE).- Exhausto por su traumática salida de Bolivia, Evo Morales recaló en Buenos Aires a fines de 2019 y pidió refugio ante el "golpe de Estado" y el peligro de muerte que denunciaba haber sufrido en su país. Casi 11 meses en los que hizo de Argentina su particular cocina electoral y que culminan ahora con el regreso a su tierra tras la investidura de su delfín, Luis Arce.

"Hermanas y hermanos, me despido de ustedes, pero una parte de mi corazón se queda en Argentina para siempre". Así mostraba este domingo el exmandatario, en un video en las redes sociales, su agradecimiento a un país que le acogió con "los brazos abiertos" y resistió "numerosas presiones externas" para que no se quedara.

ALIADOS QUE LE SALVARON LA VIDA

Después de que "varios grupos de poder" ejecutaran un violento golpe, según él en complicidad con la Organización de Estados Americanos (OEA), Morales (2006-2019) renunció al cargo y el 11 de noviembre huyó a México, donde estuvo hasta que un mes después se mudó a Argentina, donde ya vivían sus hijos y para estar más cerca de su país.

Y la fecha no era casual. A suelo bonaerense llegaba solo dos días después de que el conservador Mauricio Macri entregara el mando al peronista Alberto Fernández, que se acompañaba de Cristina Fernández como vicepresidenta, quien cuando fue jefa de Estado (2007-2015) fue una de las principales aliadas regionales de Morales.

"En esos momentos tan dramáticos recibí la solidaridad de mis hermanas y hermanos de la patria grande, de los presidentes de México y de Argentina. Hicieron desde un principio lo imposible para sacarme con vida de Bolivia", recordó ayer el exmandatario en su despedida, en la que también agradeció al paraguayo Mario Abdo Benítez por su "apoyo fundamental en esas horas tan difíciles".

El recién estrenado Gobierno de los Fernández aceptó recibir a Morales al considerarlo un "perseguido", aunque nunca llegó a quedar claro cuál era el estatus de su residencia.

UN ALTO PERFIL MEDIÁTICO

Ya establecido, el expresidente empezó a conceder entrevistas a todo tipo de medios -afines o no a su ideología- y a asistir a actos en su honor y con la comunidad boliviana, en los que, al tiempo que defendía su gestión, negaba una y otra vez las denuncias de fraude contra él en las elecciones de octubre de 2019, en las que se había proclamado vencedor para un cuarto mandato consecutivo.

Mientras, en Bolivia, en medio de las fuertes protestas que se desataron en las calles tras esos frustrados comicios, a favor y en contra de Morales, acabó tomando el poder la senadora opositora Jeanine Áñez, cabeza de un Gobierno interino que el exmandatario acusa reiteradamente de ser una dictadura.

En una charla con Efe el 24 de diciembre, Morales aseguró que las elecciones que Áñez se había comprometido a convocar debían ser "justas y libres", y alertó de que para ello tenía que dejar de haber "presos políticos", víctimas de la "persecución" que aseguró impulsaba el Gobierno "de facto" de Áñez.

Ya entonces, el político, que fue elegido por su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS), como jefe de campaña a la distancia, adelantó que no volvería a ser candidato presidencial y que el postulante a los comicios -que finalmente se celebraron el 18 de octubre tras dos aplazamientos por la pandemia del coronavirus-, se elegiría por consenso.

BUENOS AIRES, CENTRO DE DECISIONES

A más de 2.500 kilómetros de La Paz, en la capital argentina, Morales encabezó las reuniones con dirigentes del MAS y movimientos sociales que desembocaron, el 19 de enero, en la elección de Luis Arce como candidato presidencial, con el excanciller David Choquehuanca como aspirante a vicepresidente.

El exmandatario, de 61 años, destacó la experiencia de Arce, ministro de Economía durante casi todos sus años de mandato, de cara a levantar el país tras la crisis en la que aseguraba lo ha sometido el Ejecutivo de Áñez.

Asimismo, desde Buenos Aires también pergeñó su propia candidatura a senador, que fue inhabilitada por la Justicia por no cumplir con el requisito legal de vivir en el país.

LAS ACUSACIONES JUDICIALES

Nada más dejar Bolivia, el Gobierno interino impulsó diversos procesos judiciales contra Morales, en los que se le acusaba de delitos de terrorismo, fraude electoral y estupro, entre otros, y se ordenó su detención, aunque nunca se produjo por estar en Argentina.

"¿Qué quiere la derecha? Cómo sentenciar a Evo e inhabilitarlo para futuras elecciones", afirmó a Efe en julio el expresidente, que niega esas acusaciones y las atribuye a una persecución.

Para abordar su defensa, configuró su equipo legal, configurado por los abogados argentinos Raúl Ferreyra y Eugenio Zaffaroni, y el español Baltasar Garzón.

Con esas causas abiertas y la tensión política, el regreso de Morales a Bolivia se fue dilatando.

"Si la Justicia boliviana obra, decide, técnica y jurídicamente, en cualquier momento vuelvo. Si toman decisiones políticas por instrucción del Gobierno de facto y del imperio norteamericano, con seguridad va a tardar", señaló en la misma entrevista.

Pero la victoria de Arce, en primera vuelta el 18 de octubre, pareció dar la bienvenida a un nuevo tiempo. Pocos días después, un tribunal anuló la orden de detención en la causa por supuesto terrorismo y sedición y el camino quedaba un poco más allanado para una vuelta tranquila.

Hoy, Evo Morales retornó a su país, donde insiste que se dedicará a la agricultura y a criar pescado, pero sin renunciar a transmitir su experiencia política y sindical y a "cuidar" a 'Lucho' Arce, su delfín.

Rodrigo García

(c) Agencia EFE