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Huelgas, boicot estudiantil y brazos caídos para desafiar a Lukashenko

Minsk, 1 sep (EFE).- Huelgas de brazos caídos en las fábricas, marchas estudiantiles y boicot al inicio del curso escolar. La oposición quiere demostrar al presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, que el pueblo está dispuesto a apretarse el cinturón hasta que abandone el poder.

“El boicot popular es una buena forma de demostrar al poder que estamos en contra de la falsificación y la violencia. Si no quieren reaccionar a las protestas callejeras, entonces recurriremos a las económicas”, comentó a Efe Vitali, un treinteañero residente en Minsk.

La jornada de desobediencia civil conocida como el Día de la Solidaridad incluía también no ir al supermercado, no llevar a los niños a la escuela y no utilizar el transporte público.

SOLIDARIDAD CON LOS HUELGUISTAS

Conscientes de que la alicaída economía nacional se sustenta en sus fábricas estatales, centenares de activistas se congregaron hoy frente a varias de ellas pese a la intensa lluvia para solidarizarse con los trabajadores que se han declarado en huelga.

Son ya más de dos semanas que las fábricas son escenario del pulso entre la oposición y Lukashenko. Algunos operarios se niegan a acudir a su puesto de trabajo y otros se presentan, pero hacen todo lo posible para obstaculizar el trabajo de la empresa.

Con ese fin, unas 200 personas se concentraron hoy al mediodía frente a la fábrica de tractores de Minsk.

“Creo que los han asustado a todos”, comentó Irina.

Hoy, martes, no había ni rastro de los huelguistas, que en la primera semana de protestas obligaron al presidente bielorruso a desplazarse en persona a las fábricas para, primero, intentar aplacar los ánimos y, después, amenazarles con el despido.

Dos de los principales líderes sindicalistas, Serguéi Dilevski (fábrica de tractores), que es miembro de la dirección del consejo coordinador opositor, y Anatoli Bokun (Belaruskalia) cumplen diez y quince días de arresto administrativo, respectivamente.

“Están de huelga en el mismo puesto de trabajo, pero tienen miedo a salir. O puede ser que no los dejen salir”, añade la misma activista.

Algunos trajeron pancartas y otros flores. El ánimo era festivo hasta que apareció los reporteros de la prensa estatal, a los que gritaron “Fuera” y “Vergüenza”.

“Esperaremos lo que haga falta. No tenemos prisa. Hoy hay huelga”, señaló un joven.

Entre los que apoyaban a los huelguistas estaba María, empleada de la Academia de Ciencias, quien se mostró “indignada” con lo que ocurre en el país.

“La huelga es una buena vía para que las autoridades nos escuchen y nos entiendan, de forma que nuestro hijos puedan vivir en otra sociedad”, apuntó.

Al cabo de un tiempo hizo acto de presencia la policía. Tres agentes advirtieron con megáfono en mano que dicha acción representaba una alteración del orden público.

Como en su gran mayoría los presentes ignoraron la advertencia, un furgón policial con efectivos antidisturbios se personó en la puerta del recinto de la fábrica para detener a varios de ellos.

Según pudo comprobar Efe, fueron detenidos al menos seis personas y otros tantos lograron desembarazarse de sus perseguidores con la ayuda de otros activistas que les bloquearon el camino.

MARCHA ESTUDIANTIL

Pese a que Lukashenko les amenazó con revocar sus prórrogas y enviarles al Ejército, centenares de estudiantes de diferentes universidades de la capital bielorrusa se reunieron hoy en el parque Gorki y se dirigieron a la Plaza de la Independencia para expresar su repulsa.

"¡Juntos hasta el fin!", "Viva Bielorrusia", coreaban los estudiantes, muchos de los cuales portaban banderas blanca-roja-blanca, la antigua enseña nacional bielorrusa.

"Vengo siempre a las manifestaciones. Estamos cambiando la historia. Los estudiantes con frecuencia son el motor de las revoluciones. ¿Acaso nosotros somos peores?", comentó un alumno de la Universidad Estatal de Informática.

En su opinión, los estudiantes no deben tener miedo y movilizarse para "tumbar a (Alexandr) Lukashenko", el presidente bielorruso, que lleva 26 años en el poder.

Los llamamientos policiales a dispersarse eran replicados por los estudiantes con gritos de "¡Ganbá!" (vergüenza en bielorruso).

"Tenemos que salir a la calle a protestar, somos jóvenes y no tenemos que tener miedo", le secundó Svetlana, de 18 años, que admite que se pelea con sus padres por participar en las protestas, ya que, aunque no apoyan a Lukashenko, temen que le ocurra algo.

En las redes sociales se difundieron llamamientos a acudir a las protestas estudiantiles.

"Si estáis en huelga o simplemente no estáis ocupados, no hay que esperar a las 18.00 (hora local en que está convocado un mitin opositor). Venid ahora al centro a apoyar a los estudiantes", escribían en Nexta, un canal de Telegram.

Según la organización de derechos humanos Vesná, más de una decena de estudiantes fueron detenidos.

En un intento de evitar que los estudiantes oriundos de otras partes del país no se sumen a las protestas, las autoridades han recurrido al miedo al contagio por coronavirus para pedirles que retrasen su llegada a la capital.

“Nos tienen miedo. Eso es buena señal”, señaló Alina.

De hecho, ni el rector de la Universidad Linguística de Minsk ni ningún funcionario del Ministerio de Educación se personó para recibir la petición por escrito con las demandas de los estudiantes.

“Son unos cobardes. Simplemente temen reconocer que existe un problema. Trabajan para el poder, no para el pueblo”, opinó Yegor.

BOICOT A LA ESCUELA

La escuela fue desde un principio un campo de batalla de la protesta y es que muchos profesores fueron acusados de participar en el fraude al integrar las comisiones electorales en los comicios presidenciales del 9 de agosto.

Después de que algunos estudiantes devolvieran sus diplomas en señal de protesta, hoy algunos padres decidieron no enviar a la escuela a sus hijos.

“No estoy seguro de que quiera que mis hijos sigan estudiando en una escuela pública. Quiero que mis hijos vivan en un país libre y la escuela puede esperar”, comentó Svetlana.

Dmitri, un estudiante que apoya abiertamente las protestas, opina que el boicot es una buena forma de protesta, ya que no exige unas grandes dosis de valentía.

“No hay riesgo de recibir un porrazo en la cabeza. Pueden hacerlo prácticamente todos. De hecho, no hay que hacer nada. Uno puede incluso dormir en pos del derrocamiento de la dictadura”, explicó.

El objetivo de la huelga, que el presidente calificó de “puñalada en la espalda”, es acelerar el estancamiento económico, ya que, según la oposición, Lukashenko no podrá dirigir un país que prácticamente no trabaja.

Nasta Zajarévich

(c) Agencia EFE