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Ómicron no será la última variante de la covid-19: los datos alarmantes en África lanzan un aviso al mundo

Si 2020 fue el año en el que el coronavirus se expandió por todo el planeta y 2021 el de la esperanza con la llegada de las vacunas, el 2022 se puede caracterizar por ser el de las variantes. De momento, la aparición de Ómicron ha generado una gran incertidumbre en las sociedades.

Y es que el fabricante de vacunas estadounidense Moderna cree que esta nueva mutación de la covid-19 podría hacer que las vacunas actuales perdieran eficacia, obligando una vez más a los científicos a desarrollar un remedio que combata de una forma más efectiva al coronavirus.

No llegan suficientes vacunas a África. (Photo by KOLA SULAIMON/AFP via Getty Images)
No llegan suficientes vacunas a África. (Photo by KOLA SULAIMON/AFP via Getty Images)

Además, Ómicron ha puesto de relieve una realidad: que la única manera de combatir a la covid-19 es consiguiendo que la vacunación se extienda a todos los rincones del planeta. De lo contrario, el virus seguirá mutando una y otra vez y conseguirá escapar de las vacunas.

A lo largo de toda la pandemia se ha hablado del desigual reparto de las dosis por el mundo. Mientras que los países ricos incluso tenían que tirar inyecciones debido a que caducaban, en numerosos países, principalmente africanos, no llegaba la inmunización.

Los datos de vacunación por continente reflejan el inmenso problema que hay por delante por la falta de solidaridad en el reparto de las dosis.

Mientras que Oceanía, Asia, América y Europa superan el 60% de población con al menos una dosis, en África el contador se ha quedado en el 11%. De hecho, solo un 7,17% del total tienen la pauta completa y un 3,7% ya se han puesto la primera y están a la espera de la segunda.

La vacunación ha dejado atrás a África. (Our World in Data).
La vacunación ha dejado atrás a África. (Our World in Data).

Lógicamente esa es simplemente la media del continente, pero luego hay países que van más avanzados y otros más atrasados. Por ejemplo, Burundi tiene vacunada a un 0,01% de su población, lo que equivale a decir, en un país de algo menos de 12 millones de habitantes, que prácticamente no se ha vacunado nadie.

Algo mejor va el país más poblado del continente, Nigeria, donde un 2,9% de su población ha recibido al menos un pinchazo, pero todavía está muy lejos de lograr el 60% o el 70%.

Mientras tanto, Estados Unidos, Europa y otros países ricos se afanan en poner terceras dosis, cuando en África ni siquiera han empezado las vacunaciones masivas porque no llegan suficientes inyecciones. Por ponerlo en contexto, los vacunados con tres dosis en las naciones más desarrolladas ya superan a la población con una en las menos desarrolladas.

El problema es que el coronavirus no entiende de fronteras ni de dinero. Es una pandemia global y una pandemia global solo se resuelve con una solución global que incluya a todos. Dejar atrás a determinadas sociedades, en este caso las africanas, provoca que el virus pueda seguir expandiéndose rápidamente y generando mutaciones que pueden escapar cada vez con más éxito de las vacunas.

Por tanto, ¿de qué sirve poner tres, cuatro, cinco o las dosis que sean necesarias si al mismo tiempo la covid-19 está cambiando para poder evitarlas? Como dice el refrán, es pan para hoy y hambre para mañana.

Llegada de un cargamento de vacunas a Sudán. (Photo by EBRAHIM HAMID/AFP via Getty Images)
Llegada de un cargamento de vacunas a Sudán. (Photo by EBRAHIM HAMID/AFP via Getty Images)

El fracaso de COVAX

Con el objetivo de que todos loa países del mundo tuvieran acceso a las vacunas, la Organización Mundial de la Salud promovió COVAX, una iniciativa en la que los países ricos se comprometían a facilitar la llegada de dosis a aquellos que no pudieran pagarlas.

Sin embargo, casi un año después de que llegaran las vacunas a Occidente, el mecanismo ha fallado, o al menos no ha conseguido los resultados esperados. Se habían prometido 2.000 millones de dosis y por el momento apenas han llegado 238 millones, lo que supone aproximadamente el 12%.

Estados Unidos es el que más ha enviado, 120 millones, pero muy lejos de los 800 millones a los que se había comprometido. España, por ejemplo, ha entregado ocho millones, lo que supone un 16% del total que prometió.

Así pues, Ómicron muestra que la estrategia egoísta de los países no está dando resultado. Solo incluyendo a los países a los que no llegan vacunas en la ecuación se podrá ver la luz al final del túnel de la pandemia.

EN VÍDEO I Muestra cómo evolucionan los anticuerpos contra la Covid tras la vacuna

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