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Olvídense de California. Florida tiene la mejor manera | Opinión

Últimamente, están apareciendo por toda la Florida camisetas y gorras que celebran el estado libre de la Florida sugiriendo “Make América Florida” (Hagamos de Estados Unidos la Florida).

Sin embargo, el gobernador de California, Gavin Newsom, tiene ideas opuestas, quiere imponer el California Way (Estilo californiano) en todo Estados Unidos. Él ha difundido los anuncios de tono casi cómicamente sordo aquí en la Florida. Si Newsom se sale con la suya, haría de Estados Unidos un California.

El ex asesor de la Casa Blanca Michael Anton describió una vez a California como “el mayor paraíso de la clase media en la historia de la humanidad”; California ha experimentado desde entonces una inundación de refugiados económicos y políticos que huyen de los crecientes desafíos de mantener sus negocios o de encontrar alimentos y viviendas asequibles, o incluso agua potable.

! Solo en 2021, 360,000 personas participaron en el “éxodo californiano”, no solo hacia Texas y Arizona, sino, en la ironía de todas las ironías, ¡incluso a México!

Los precios de la gasolina en California están en cerca de $6 a galón, superando en más de $1.50 a galón la media nacional. Esta carga del costo del combustible se suma a los apagones regulares a pesar de los enormes recursos energéticos. (California tiene las terceras reservas de petróleo más altas de Estados Unidos).

California ha estado bajo control demócrata durante casi dos décadas (ningún republicano a republicano ha sido elegido para un cargo estatal desde 2006) y los izquierdistas han puesto en marcha una economía de mando y control estatal.

Durante ese tiempo, California pasó de ser, en palabras de Elon Musk, quien trasladó la sede de Tesla a Texas, una “tierra de oportunidades” a la tierra de los impuestos, sobre regulación y los litigios”. El Pacific Research Institute señala que California tiene:

  1. Las tasas de impuestos sobre los ingresos individuales, la gasolina y las ventas más altas en el país, y la tercera tasa de impuestos a las empresas y a los negocios más alta.

  2. La mayor cantidad de restricciones regulatorias: según el Mercatus Center de la Universidad George Mason, 396,000.

  3. El peor entorno para los litigios, según la clasificación de la American Tort Reform Foundation, con más de 200,000 empleos perdidos por abusos legales al año, según una estimación.

Hay una imagen perdurable de las restricciones por el COVID en California, que contrasta con la fiesta de Newsom, sin mascarilla, con sus amigos en un elegante restaurante de Napa, mientras la policía aplicaba las medidas del COVID al detener a un surfista solitario lejos de la costa. La libertad personal se rindió y la prosperidad personal se perdió en nombre de la seguridad y el bien de la colectividad.

California exigió a sus ciudadanos que renunciaran a las libertades individuales a favor de una autoridad centralizada que perseguía nociones idealistas (socialistas) que proporcionarían a todos los ciudadanos una (falsa sensación de) seguridad.

Más bien, esa renuncia a la libertad personal, así como la pérdida de fortuna personal, condujo inexorablemente a la definición de socialismo de Winston Churchill: el reparto equitativo de la miseria.

Las tentadoras aguas del colectivismo han conducido a una infraestructura en ruinas, a la explosión de la pobreza, un número récord de personas sin hogar y la privación de derechos humanos y libertades básicas, incluyendo desafíos extremos a la seguridad personal ante la creciente anarquía, en un estado unipartidista. California está siguiendo el camino descendente que los floridanos del sur, originarios de Venezuela y también de Cuba conocen demasiado bien.

Más allá de los problemas económicos de la Costa Izquierda, la verdadera ironía de la campaña publicitaria de Newsom es su intento de comparar la California de Newsom con la Florida del gobernador Ron DeSantis. El California Way apoya el adoctrinamiento de los niños en las escuelas dictado por el Estado, en contraposición a la Florida, que honra la prerrogativa de los padres, en particular cuando se dan lecciones a los niños de cinco años sobre el privilegio racial o la identidad sexual.

California ha mantenido las escuelas cerradas durante tanto tiempo que conseguir que los estudiantes vuelvan a clase ha sido un desafío (un cuarto de los estudiantes en San Francisco todavía están crónicamente ausentes). La Florida mantuvo escuelas abiertas y el desempeño de los estudiantes se está recuperando rápidamente. California está reduciendo ahora la elección educativa de los padres con una regulación excesiva que ha dado lugar a una disminución real de un movimiento de escuelas chárter que en su día fue sólido. En su lugar, han optado por dar más poder a las juntas escolares operadas por el estado que dan poder a los burócratas. Por otro lado, la Florida sigue fomentando las opciones educativas y empoderando a los padres.

Mientras que la Florida ha sido clasificada como el primer estado en abrir un nuevo negocio, California ha visto el cierre de negocios como Walgreens e incluso Starbucks debido a la alta delincuencia no perseguida. Los negocios prosperan cuando se protegen las libertades básicas. No puede haber libertad cuando es imposible caminar de modo seguro, incluso durante el día, en algunos barrios. Las calles de ciudades antaño grandiosas como San Francisco o Los Ángeles están ahora invadidas por la delincuencia violenta, los robos y las tiendas de campaña de las personas sin hogar, sucias por las agujas y montones de excrementos humanos.

Mientras que nuestros dirigentes estatales en la Florida apoyan plenamente la aplicación de la ley, el California Way ha creado una aplicación laxa y una persecución blanda que conduce a una delincuencia desenfrenada. El efecto es la pérdida de la libertad más fundamental, como la describió una vez el juez William Douglas: la simple “libertad de caminar, pasear...” por una calle de la ciudad al anochecer.

La elección es clara: el California Way o, como dice el eslogan, “Make America Florida”.

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Edward J. Pozzuoli es el presidente del bufete de abogados Tripp Scott, con sede en Fort Lauderdale.