Nuestro reloj interno influye en los infartos

Nuestro reloj interno influye en los infartos

El famoso “reloj interno” existe. Nuestros cuerpos siguen unos ciclos de actividad y relajación que se conocen como ciclos circadianos – porque duran cerca de un día. Y no sólo tiene que ver con el momento en que estamos más despejados. De hecho, puede significar la diferencia entre sufrir un infarto grave o salir de él sin problemas.

Pero ¿qué tiene que ver nuestro reloj interno con un infarto? Porque, como se demuestra en un estudio reciente, nuestro sistema inmune, nuestras defensas, también siguen este ciclo. Por eso nos defendemos mejor de ataques en ciertos momentos.

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Nuestras defensas emplean un conjunto de estímulos para determinar en qué momento del ciclo se encuentran. Por una parte está la luz – la cantidad de horas de luz respecto a las de oscuridad –, por otro niveles hormonales, concentración de glucosa en sangre y un largo etcétera. Con todo ello, determina qué momentos son los mejores para realizar sus funciones.

En el caso concreto de los infartos, esto se relaciona con ciertos glóbulos blancos, células defensoras del organismo, que aumentan su actividad durante la noche. De esta manera, si se sufre un infarto en el momento en que están más activos la respuesta es más rápida, y por lo tanto las consecuencias son menos graves. Por desgracia, no podemos elegir en qué momento sufrimos una crisis cardiaca.

Claro, que no sólo queda en eso. Otro ejemplo de la influencia de los ciclos circadianos en nuestra salud tiene que ver con las alergias. Que también siguen un ritmo diario, y uno muy marcado.

La respuesta alérgica es fácil de entender: nuestras defensas reconocen como una peligrosa amenaza una sustancia inocua. Por ejemplo, un grano de polen que haya entrado en nuestras vías respiratorias.

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Y lo que hacen es segregar histamina. Esta sustancia sirve para señalizar una amenaza, y tiene como consecuencia una inflamación. Lo que notamos los alérgicos es moqueo y lagrimeo, y una sensación de pesadez.

Pues bien, resulta que esta respuesta es mayor en el periodo que va desde medianoche hasta un poco antes del amanecer. El momento en el que el sistema inmune considera que estamos más expuestos a peligros, ya que estamos dormidos y por lo tanto perdemos la consciencia.

¿Qué podemos aprender de este estudio? Dejando al margen que todo conocimiento científico es importante, hay dos ámbitos en los que es relevante. En el clínico, ya que se pueden sacar conclusiones sobre cuándo y cómo realizar trasplantes o ciertas terapias. Y en el del día a día, que los alérgicos debemos tomar los antihistamínicos antes de acostarnos.