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Muerte en la cancha: una historia que se repite

Foto: Associated Press
Foto: Associated Press

Por Federico E.

Argentina y el fútbol. Amor y odio. Pasión y locura. Inmensas alegrías manchadas por momentos trágicos, de esos que nos hacen replantear todo pero que parecen no cambiar nada. El caso de Emanuel Balbo, el hincha de Belgrano que murió el último sábado tras ser golpeado salvajemente y caer de una tribuna en el estadio Mario Kempes, pone al descubierto una violencia que se ha transformado, a lo largo del tiempo, en parte integral de la cultura del fútbol nacional. Porque Emanuel no fue el primero. Según la organización Salvemos al Fútbol, el número de víctimas por la violencia en el fútbol argentino llega a la escalofriante cifra de 318.

La primera fatalidad, allá por 1922, se dio cuando un menor de edad cayó de una tribuna improvisada en la cancha de Sportivo Barracas. Luego se sucedieron infinidad de casos, incluyendo las famosas tragedias de la Puerta 11 (1944; 9 fallecidos) y Puerta 12 (1968; 71 muertos), ambas ocurridas en el Estadio Monumental de River Plate y que se debieron al aplastamiento del público en retirada contra las puertas de salida, que se encontraban cerradas.

En el año 1983 una bengala marina disparada por la barra brava de Boca se clavó en la garganta de Roberto Basile, un empleado bancario de 25 años e hincha de Racing que cayó desplomado sin poder despedirse de su gran amor, que poco después descendería a la B. El caso tuvo tal repercusión que un conmovido “Flaco” Spinetta afinó la guitarra para despedirlo a su manera, con “La Bengala Perdida”.

Dos años más tarde, moría de un balazo Adrián Scaserra, de solo 14 años. Había ido a ver a Boca de visitante contra Independiente.

En 1990, un caño de 6 pulgadas de diámetro y 5 metros de largo le destrozó la cabeza a Saturnino Cabrera (37), socio de Boca y padre de 3 hijos. La barra de San Lorenzo, ubicada en un piso superior, había arrancado el proyectil de un baño del estadio.

Foto: EFE
Foto: EFE

18 metros cayó Alfredo Vera desde la tribuna alta del estadio de Rosario Central, mientras se disputaba un partido contra Independiente el 11 de Julio del año 2000. La policía lo encontró 41 horas después.

El 11 de noviembre de 2006, Martín Meneghello vio jugar a Chacarita por última vez, antes de que una avalancha humana le pasara por arriba. Algunos dicen que en realidad lo mataron de una trompada. 11 años después, sus familiares todavía esperan sacarse la duda.

El listado crece año a año, como un cáncer, alimentándose de cuerpos que transforma en mártires. Y cada muerto es una promesa de venganza, una venganza en manos de gente dispuesta a dar la vida por su club, o a quitarla.

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