Opinión: Del aplauso a la vergüenza: los extremos de una misma historia

Al pasado día sábado sucedió uno de los hechos más aberrantes que jamás se hayan vivido en un estadio de fútbol en Argentina. Y eso que, lamentablemente, los actos vandálicos protagonizados por las barras bravas a lo largo de la historia han manchado de sangre y lágrimas al deportes más popular de dicho país.

La muerte de Emanuel Balbo, un hincha de Belgrano asesinado por los propios hinchas del club en una de las tribunas del estadio Mario Alberto Kempes de la ciudad de Córdoba en el entretiempo del clásico de la provincia entre Belgrano y Talleres conmocionó a la sociedad toda.

A raíz de esta tragedia inhumana, este miércoles, en la previa del partido entre Talleres e Independiente, disputado en el mismo escenario, saltaron al campo de juego ambos equipos junto a los de Belgrano, portando una larga bandera con la frase (hashtag) #No Somos Enemigos.

El mensaje, apoyado por la mayoría, tuvo a un cierto grupo de inadaptados que parecen no aceptar o no comprender que esto es un juego, donde existe la rivalidad y el folklore de las bromas pero no el odio. Ellos se dedicaron a silbar, como si justificaran lo sucedido. Una verdaderas “bestias”.

Seguramente esas mismas “bestias” descerebradas son las que apoyan al energúmeno que le robo las zapatillas al agonizante Balbo, quien estaba tirado sobre el cemento con su cráneo destrozado.

Merecen la cárcel, el repudio generalizado. Ojalá muy pronto puedan identificarlos y juzgarlos de la misma manera que serán juzgados quienes cometieron el crimen. No merecen ser parte dela sociedad. Merecen un castigo ejemplar, para que estas barbaridades jamás vuelvan a suceder.

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