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Nobel de Física: a días de la entrega, ¿cuáles son las grandes apuestas de los científicos argentinos?

Una medalla de oro del Premio Nobel
Una medalla de oro del Premio Nobel

En la previa de la semana de los Nobel que se entregan a la ciencia (lunes, Medicina y Fisiología; martes, Física; y miércoles, Química), investigadores argentinos del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Instituto Balseiro lanzaron –en una conferencia virtual ayer a la mañana– una suerte de apuesta respecto de quiénes pueden llegar a ser tocados por la varita mágica de la academia sueca (y la transferencia millonaria, desde ya) y recibir el Nobel de Física. ¿Los temas o áreas más convocantes según los expertos locales? El éxito en términos tecnológicos de las nanopartículas, las computadoras cuánticas en las que se están invirtiendo miles de millones de dólares (empresas y Estados) y las teorías del caos, fueron las más citadas por este grupo de nueve físicos nacionales. ¿El investigador por el qué más se apostó? Alain Aspect, un científico cuántico experimental francés de 75 años y discípulo de otro Nobel, Claude Cohen-Tannoudji. Más allá de la posibilidad de acertar, que depende de azares y de cierta impredictibilidad sueca, el repaso sirve para ver el estado de la investigación y los merecimientos.

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Alejandro Fainstein, físico del Instituto Balseiro y director de un laboratorio en el Centro Atómico Bariloche, confiesa que nunca ganó apuesta alguna, pero de todos modos se anima –esto no es por plata- a citar a dos colegas que merecerían el premio. “Uno es el francés Michel Devoret, hoy en la Universidad de Yale, y uno de los pioneros en el campo de la computación cuántica”, dijo. Y agregó: “El otro podría ser Alain Aspect, otro físico cuántico, por la demostración de que la realidad es no local”, lo que llevó a nuevas aplicaciones “que rompen la cabeza”. Entre ellas, la computación cuántica que tiene una potencia tal que “podría romper todos los algoritmos de seguridad, por eso ya apareció la criptografía cuántica para evitarlo”, dijo Fainstein, quien estimó que en diez años podría estar avanzada la revolución de la computadora cuántica, dado el estado de la técnica y la mencionada inversión multimillonaria.

También Daniel Domínguez, vicedirector del área de ciencia del Instituto Balseiro, citó a Aspect como candidato. “Es un poco como Borges”, dijo, en el sentido de que es un eterno postulante al premio. “Sería muy justo”, agregó. Pero del mismo modo sumó a físicos teóricos como Charles Bennett (norteamericano que trabaja en IBM) y David Deutsch (británico, en la Universidad de Oxford), “quienes idearon la computación cuántica universal”; y a John Martinis, el norteamericano que lidera la computadora cuántica de Google.

A su turno, Lucía Cabrera, becaria del Conicet en el Balseiro, sumó su voto para Aspect, pero además tomó otra dirección: a la hora de elegir dónde tirar su segunda ficha viró hacia científicos japoneses. “Takashi Taniguchi, que trabaja en un laboratorio en las afueras de Tokyo, hizo cristales de carbono hexagonales, lo que lo llevó a la fama, junto con su colega Kenji Watanabe”, dijo. Y agregó que su trabajo es importante porque permitió depositar capas del espesor de un átomo, “y permitió producir dispositivos de ángulo mágico, que pueden ser superconductores o aislantes completamente, según cómo se los coloque”.

Jorge Facio, investigador del Centro Atómico Bariloche, también se sumó a la apuesta por el dúo japonés: “Hicieron una pequeña revolución con un avance tan concreto y específico que le da de comer a toda el área de materiales de 2D, un avance técnico que permitió otra serie de avances”. Otra propuesta que hizo Cabrera fue en un sentido diferente: Stephen Quake, que trabaja en los nexos entre la física, la biología y la biotecnología al usar herramientas de física para métodos de medición biológica, como la secuenciación de ADN.

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De Alfred (Nobel) a Albert (Einstein)

Silvia Goyanes, quien dirige el laboratorio de de polímeros y material del Departamento de Física de la UBA, argumentó que el testamento de Alfred Nobel, de donde viene el dinero y la voluntad de los premios, es taxativo al decir que el premio se instaura para aquellos que durante el año anterior hayan generado el mayor avance para la humanidad, o una persona que haya hecho un descubrimiento en el campo de la física, lo que ciertamente no siempre se cumple. “Lo cierto es que todos los años va como rotando”, dijo Goyanes: un año le toca a cosmología, otro a óptica, después a las partículas, “pero solo el 10% son mujeres”, se lamentó. “También se ve que si bien se premia a científicos por sus investigaciones, ellos mismos tienen patentes… Einstein tiene 50 patentes y una de ellas está vendida a una empresa”. Tras esta introducción, la científica dio su voto a Xiangfeng Duan, un investigador chino que trabaja en la UCLA de Estados Unidos, que se especializó en nanotecnología y creó un transistor de molibdeno. “Otro muy importante es Yongfang Li, especialista en celdas solares flexibles”, señaló y agregó una mujer a la lista: Cherie Kagan, de la Universidad de Pensilvania, “que tiene un desarrollo increíble al lograr colocar nanocristales de un semiconductor de cadmio para crear una electrónica flexible de alto rendimiento”.

Enzo Tagliazucchi, profesor e investigador del Departamento de Física de la UBA y el Conicet, prefirió inclinarse por una disciplina que no es física, sino que engloba fisiología, medicina y biología. “Es un japonés de 88 años, Seiji Ogawa, que escribió un paper en 1990, de enorme impacto, acerca de resonadores que se usan ahora en muchísimas investigaciones”, explicó, con las que ahora se puede construir un mapa del cerebro del orden de un milímetro. “Es el que inventó la resonancia magnética funcional. Es una técnica con aplicaciones en todas las áreas de la neurociencia: todo un programa de investigación se abrió con esto. Para hacer un mapeo de los distintos lugares del cerebro, antes se esperaba a las guerras y que apareciera gente baleada en la cabeza. Ahora se puede hacer de manera no invasiva”, añadió.

Julián Amette, también en el grupo de física de la UBA, propuso a David Ruelle, “físico y matemático belga que trabajó en sistemas dinámicos y mecánica estadística y desarrolló un sistema de turbulencia”, dijo. Y agregó que “es alguien que llena todos los casilleros para el Nobel; de todos modos, como siempre hay un componente de época y el año pasado se lo dieron a alguien del área, así que no creo que vuelvan”, se lamentó.

“Voy a perder”, admitió Guillermo Silva, investigador de la Universidad Nacional de La Plata, pero igual explicó y justificó su voto. “Propongo a Alexander Polyakov, un ruso que se graduó allá hacia los 60 y después se fue a Princeton. Fue uno de los líderes en los años setenta de la teoría de campos, con un montón de ideas nuevas, como introducir la topología en cuestiones que usualmente son locales. Es de algún modo alguien que pensó solo y después cuando se encontraba con la gente del Oeste agregaba y modificaba sus ideas”, señaló. Por último, Augusto Roncaglia, investigador del departamento de Física de la UBA, votó a Aspect y también a Anton Zeilinger, un físico austríaco que colaboró en el área de Aspect y en el entrelazamiento de varias partículas. “Fue el primero que logró una teleportación y trabajó en criptografía cuántica con fotones”, argumentó. La rueda está girando y el martes se verá quién ganó.