Noa: "Israel va hacia un lugar muy oscuro, estamos luchando por nuestra vida"

Shefayim (Israel), 7 ago (EFE).- Sumida en las protestas contra el primer ministro y con el espíritu de lucha que la caracteriza, la cantante israelí Noa confiesa a Efe su profunda preocupación sobre el futuro de su país, que ve que "va hacia un lugar muy oscuro", y habla de su responsabilidad como artista y del estado actual del conflicto regional.

Achinoam Nini, popularmente conocida como Noa, no es una cantante más. Su voz punzante es capaz de endulzar el oído pero también de sacudir gigantes y atravesar fronteras.

Por eso no sorprende que sus palabras resuenen en el tiempo, ya no como un eco sino como los temblores que siguen a un terremoto.

Y por eso tampoco sorprende oír a manifestantes israelíes, más jóvenes y más mayores, recorriendo las calles de Jerusalén coreando la adaptación de Noa de "We will rock you": "De mo cratia", el término hebreo para democracia.

En eso se ha convertido ella hoy, en una de las voces más importantes de un movimiento intergeneracional, que disecciona en una larga charla en su casa en el kibutz Shefaym, donde se sumerge también en las profundidades de su identidad política y expresa sus sensaciones sobre el presente del conflicto con los palestinos.

Pregunta: Has hecho varios conciertos solidarios durante la pandemia, incluyendo para España, Italia y Francia. ¿Sientes una responsabilidad, como artista, de ayudar durante estos tiempos difíciles?

Respuesta: Es algo muy personal, cada artista lo ve a su manera. Yo definitivamente sentí que tenia un papel que cumplir, que esto es lo que podía contribuir durante la pandemia, de alguna manera entregando esperanza y energía positiva. Creo en el poder de dar, sobre todo cuando uno está en problemas, es una buena manera de no pensar en las dificultades que uno atraviesa, al mismo tiempo que se hace algo por otros. Creo que los artistas tenemos una cierta magia y somos una fuente de energía, y sentí que la gente necesitaba un poco de eso.

P: ¿Te consideras una representante de Israel en el exterior?

R: A mí nadie me paga para representar a Israel, no trabajo para nadie. Pero sé que para mucha gente soy la única o una de las pocas conexiones con Israel y trato de hacerlo de la mejor manera, con mis valores y mi música, con una mente abierta y ondeando la bandera de la paz. Cuando era joven, intenté distanciarme de eso. Tenía poco más de 20 años y no sabía mucho sobre política. Yo crecí con una narrativa claramente judía sionista y no conocía en absoluto la narrativa palestina. Así que fui aprendiendo más y entendí la profundidad del problema que tenemos acá en Israel. Por eso me identifiqué con Isaac Rabin cuando empezó el proceso de paz y acepté tocar en el acto en que luego lo asesinaron, algo que significó un trauma enorme para mí y para Israel, del que creo que nunca nos recuperamos. Fue en ese momento en que decidí alzar la voz y tomar partido, y lo vengo haciendo hasta el día de hoy.

P: Tanto tu identidad israelí como tus opiniones han sido motivo de críticas y cuestionamientos, ¿Cómo lo vives?

R: Fue muy difícil para mi ser criticada desde ambos lados y siento que eso viene de que la gente no entiende lo que se dice, no se mete en las profundidades de los problemas e intenta entender sus complejidades. Siempre me acerqué e intenté comunicarme directamente con la gente que me ha atacado, sean del BDS (movimiento de boicot contra Israel) o de la derecha israelí, a menos que sean violentos o inabordables. La gente solo necesita respeto, y si los escuchas sin despreciarlos, puedes llegar lejos.

P: Y ya en el plano local, ¿en qué consiste el movimiento de protestas del que formas parte?

R: Yo soy parte del movimiento Banderas Negras, que a su vez forma parte de una serie de protestas que hay actualmente en todo el país. Hay una enorme cantidad de enojo justificado contra el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en parte por su gestión irresponsable del coronavirus, que está basada en sus intereses personales y no en el bienestar del pueblo, algo que causó un daño terrible a la economía y al sistema de salud. Me consta que hoy no hay ningún líder a la altura del cargo, pero cualquiera que no esté acusado por el Estado de fraude, cohecho y abuso de confianza, está en una mejor situación para gobernar, porque una persona con esas preocupaciones no puede estar manejando el país. Este ha sido el impulso de las protestas, pero no es todo. Si no solucionamos la situación política, Israel va hacia un lugar muy oscuro, estamos luchando por nuestras vidas ahora.

P: ¿Y qué forma tendría el cambio que buscan estas protestas?

R: No podemos pretender que las cosas vayan a mejorar inmediatamente, pero tenemos que empezar por algo y la renuncia de Netanyahu debería ser ese primer paso. ¿Qué lo hará irse? No lo sé, debería ser presión que le haga entender a él y a su partido que por el bien de todos no puede seguir en el poder. Espero que se despierte la derecha (sus votantes) y si no, habrá elecciones. Lo que necesitamos ahora es un gobierno honesto que recomponga la sociedad civil y que se centre en cuestiones como la igualdad y la justicia social, para que este increíble país pueda alcanzar el enorme potencial que tiene. El proceso de paz, que se ha convertido en una cuestión secundaria, tiene que volver al primer plano. Porque no podremos vivir en seguridad, florecer y estar bien nosotros, si no nos aseguramos de que también lo estén nuestros vecinos.

P: ¿Cuál es tu opinión sobre el estado actual del conflicto con los palestinos?

R: Mi opinión sobre el conflicto no cambió en todos los años en que lo he observado. Creo que debemos recuperar el foco y no perder de vista algunas cuestiones centrales. Primero, que sí hay un socio para la paz, y es tan solo cuestión de buscarlo y dialogar con respeto, buena voluntad y honestidad. Segundo, que la solución de dos estados no ha muerto, aunque digan lo contrario. No creo en una solución de un solo estado en la que los derechos de un pueblo sean aplastados y no haya igualdad de derechos, porque eso es un estado de apartheid. Y si sí hay igualdad de derechos para todos, entonces tendremos un gran problema. ¿Cómo será el nombre de ese país? ¿Quién estará a cargo? ¿Qué lenguaje se hablará? ¿Qué religión habrá?. Creo sin embargo que el principal problema hoy es que no tenemos un liderazgo con el coraje necesario para resolver esta situación.

Pablo Duer

(c) Agencia EFE