No hablarles a tus hijos de sexo tiene estas gravísimas consecuencias.

Antes de tocar a una mujer, tu hijo ya ha visto porno.

Mucho porno.

Le salta en su tableta, en su móvil o en el tuyo cuando se lo prestas.

REUTERS/Eric Gaillard
REUTERS/Eric Gaillard

A él y a sus amigos les aparece porque teclean en Google esa palabra que han oído en casa o en el colegio y que nadie les dice qué es. O porque los hermanos mayores de sus compañeros les cuentan cosas y ellos tienen curiosidad. O por lo que sea.

Pero están expuestos al porno desde pequeños. El 53 por ciento de los niños tiene contacto con algún contenido sexual explícito entre los seis y los doce años, según una encuesta de la ONG “Save the Children” publicada este martes.

El acceso a la pornografía es mayoritario en el caso de los chicos, pero sube en el de las chicas. La encuesta llama la atención sobre el hecho de que siete de cada diez adolescentes consumen la pornografía de forma frecuente y que ese porno es su principal forma de aprendizaje sexual.

Los colegios españoles están obligados a ofrecer religión cristiana pero no educación sexual. Tampoco se les suele hablar del tema en casa, con lo que el acceso fácil y gratuito en las redes se convierte en su principal fuente de información.

Porno.

Y con ese porno aprenden posturas, ritmos, cuerpos y prácticas que creen que son idénticos a los de la vida real. Mientras el mundo adulto rehúye hablar de sexo con ellos —tan puritanos, a veces, tan vergonzosos y vergonzantes somos—, ellos, nuestros hijos, consumen y creen en lo que ven. Así que cuando llega el momento de la verdad, se frustran, porque evidentemente ni se mueven ni miden ni aúllan ni duran como los actores. Y entonces piensan que el problema lo tienen ellos. Los chicos, claro. Pero cada vez más también las adolescentes -cada vez más pequeñas, más niñas-, que creen que deben adoptar el rol de mujeres objeto al servicio del placer fálico. Hace años que los especialistas advierten de los problemas, las frustraciones y los miedos de esa primera generación que ha crecido con porno accesible y gratuito creyendo que el sexo real es eso que ven en sus móviles.

Niños y niñas que piensan que eso es lo que hay que hacer.

“Dejo que mi chico me estire fuerte del pelo mientras lo hacemos porque creo que es lo que le gusta. Pero a mí no”.

“Le estiro fuerte del pelo mientras lo hacemos porque es lo que le gusta. ¿No? Y que se la meta por detrás. También le gusta. ¿Si se lo he preguntado alguna vez? Pues no, claro.”

.... y si sólo fuera el pelo. Pero de ahí llegamos a las manadas.

Casi la mitad de los adolescentes que participaron en el estudio -el 47,4%- ha imitado comportamientos que han visto en los contenidos pornográficos, a veces, sin contar con el consentimiento de la otra persona.

El 20,2% no son capaces de decir qué tipo de acciones presentes en la pornografía atentan contra la integridad física de una persona durante un acto sexual.

A pornography site optimized for iPad is seen on an iPad at the Pink Visual booth at the AVN Adult Entertainment ExpoJanuary 9, 2011 in Las Vegas, Nevada.  Porn fans are being enticed with cyber sex and virtual affairs as the adult entertainment industry adapts to survive in the Internet Age.  AFP PHOTO  / Robyn BeckGOES WITH STORY: Lifestyle-US-IT-Internet-sex-film-software-Veebeam-AVN-CES (Photo credit should read ROBYN BECK/AFP via Getty Images)
(Photo credit should read ROBYN BECK/AFP via Getty Images)

La publicista Cindy Gallop creó hace unos años la página web makelovenotporn.com —haz el amor, no el porno— donde contrasta esos dos mundos con decenas de ejemplos. En la vida real, las mujeres no siempre llevan depilación integral, ni tienen por qué gustarles penetraciones simultáneas por varios lugares. En el mundo del porno, las mujeres adoran que las llamen “zorra” y “puta” mientras están manteniendo relaciones sexuales. En el mundo real hay gente a la que le gusta que le hablen sucio en la cama. Hay gente a la que no. Y eso es lo que muchos adolescentes no saben. Porque no se lo hemos enseñado. Porque censuramos un pecho. Porque el sexo sigue siendo tabú.

Y entonces aprenden del porno.