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No estamos preparados para los meteoritos

Imagen satelital de la estela dejada por el bólido del Mar de Bering en diciembre | imagen NASA
Imagen satelital de la estela dejada por el bólido del Mar de Bering en diciembre | imagen NASA

Podría encabezar este artículo con algún fotograma extraído de películas como Armageddon o Deep Impact, pero en ocasiones la realidad es mucho más inquietante que los efectos especiales del cine. En Hollywood siempre encuentran la solución para desviar o destruir el asteroide, pero en la vida real nada de lo que ocurre en esas películas podría llevarse a cabo. El ejemplo más claro lo podemos encontrar en el bólido de unos diez metros de diámetro que sobrevoló el Mar de Bering liberando una energía equivalente a 173 kilotones de TNT, unas 10 veces la bomba atómica que arrasó Hiroshima.

El suceso ocurrió el 18 de diciembre, y se ha convertido oficialmente en la segunda bola de fuego más grande de su tipo en este siglo, después del evento Chelyabinsk en Rusia hace seis años, y el tercer impacto más grande en los tiempos modernos desde el evento Tunguska en 1908. Ninguna institución, centro de investigación u observatorio astronómico lo detectó antes de su impacto. La propia NASA, buscando entre los datos y capturas de sus numerosos satélites, por fin ha conseguido encontrar la imagen superior, con la estela del meteorito a su entrada en la atmósfera, hace tan solo unos días, después de pasar meses de la explosión.

La literatura, la ciencia ficción y sobre todo el cine nos han acostumbrado a los finales felices, en donde ingenieros y astronautas trabajan contrarreloj y consiguen anular la amenaza para el mundo. Sin embargo, nada de lo que muestra el cine es real: si ahora mismo un meteorito estuviese a punto de impactar contra tu ciudad, no habría tiempo suficiente para evitar nada. Sin avisos, sin advertencias, sin detecciones previas y, por supuesto, sin soluciones en el último minuto de la película… sucedería y se acabó.

Meteoritos detectados desde 1985 por el sistema de detección gubernamental de EEUU, su lugar de impacto y la energía liberada por la explosión | imagen NASA
Meteoritos detectados desde 1985 por el sistema de detección gubernamental de EEUU, su lugar de impacto y la energía liberada por la explosión | imagen NASA

Alejándonos del cine y centrándonos en el plano científico, la cuestión de los meteoritos nos ofrece dos factores decisivos, dos elementos que decidirán si nuestra civilización tiene un final feliz como en el cine, o simplemente un final. Esos puntos son:

  • Disponer de la tecnología necesaria para detectarlos con suficiente antelación.

  • Contar con los medios para desviar la amenaza.

Detectar y desviar. Dos puntos clave que aunque simples, desafortunadamente, en la actualidad no cumplimos. En este aspecto todavía no estamos preparados, para los asteroides aún somos dinosaurios.

El suceso del Mar de Bering, junto con el bólido de Chelyabinsk de 2013, representan dos de los mayores meteoritos desde que tenemos registros y ni siquiera pudimos detectarlos antes de su impacto. Su trayectoria, su tamaño o su masa se han determinado a posteriori.

En 2016 la NASA creó la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria, cuyo principal objetivo es la detección temprana de objetos potencialmente peligrosos (PHO). Para complementar esta tarea, la agencia estadounidense cuenta también con el Programa de observaciones de objetos cercanos a la Tierra (NEO) cuyo principal objetivo es encontrar, rastrear y caracterizar al menos el 90 por ciento de la cantidad prevista de NEO que tienen 140 metros o más de tamaño. Sin embargo, los recursos (tanto técnicos como económicos) para estos programas de defensa planetaria aún son escasos. El reconvertido telescopio NeoWise es el único dedicado exclusivamente a estas tareas y, como hemos podido comprobar el meteoro del Mar de Bering, resulta claramente insuficiente.

Sabemos con toda seguridad que, más tarde o más temprano, el baile cósmico acercará a nuestro planeta algún vecino incómodo. Los eventos catastróficos a gran escala no son habituales, pero incluso un asteroide de unos pocos metros de diámetro puede liberar una ingente cantidad de energía capaz de devastar grandes regiones de terreno. La cuestión no es si llegarán, porque lo harán, la cuestión es si estaremos preparados. Hoy, no lo estamos.

Referencias y más información:

Neel V. Patel «A Meteor Exploded over the Bering Sea with the Energy of 10 Atomic Bombs». Popular Science

Para ampliar información sobre el apasionante tema de la defensa planetaria, os recomiendo el capítulo de Catástrofe Ultravioleta titulado Asteroide.