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“A nivel de los grandes del siglo”: Luis Caffarelli, el “Messi de la matemática” que ganó el equivalente al Nobel de la disciplina

"Los matemáticos parecen que están contentos con que me hayan dado este reconocimiento”, señala Luis Caffarelli
"Los matemáticos parecen que están contentos con que me hayan dado este reconocimiento”, señala Luis Caffarelli - Créditos: @Abel Prize

Cincuenta años después de doctorarse en la Universidad de Buenos Aires (UBA), Luis Caffarelli (nacido en esta ciudad en 1948) obtuvo esta mañana el premio Abel, considerado el Nobel de las matemáticas. El galardón, otorgado por la Academia Noruega de Ciencias, consta de 676.500 euros (el equivalente a 7,5 millones de coronas noruegas) y es el reconocimiento a una vida dedicada al pensamiento abstracto. “Han sido muy gentiles conmigo y ahora en la Universidad (de Texas, en Austin) vamos a tener una celebración”, dijo Caffarelli a LA NACIÓN. “Quizá no sea un premio tan popular como el Nobel, que llega a tanta gente, pero los matemáticos parecen que están contentos con que me hayan dado este reconocimiento”, agregó.

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Según la academia noruega, se le dio el premio “por sus contribuciones seminales a la teoría de la regularidad para ecuaciones diferenciales parciales no lineales, que incluyen problemas de frontera libre y la ecuación Monge-Ampere”. Esto significa que Caffarelli ha logrado mejorar las herramientas con las que matemáticos, y científicos en general, predicen el comportamiento del mundo (que está escrito en caracteres matemáticos, como se sabe desde Galileo). Caffarelli recibirá el Premio Abel en Oslo el 23 de mayo, con la presencia del rey Harald.

Ningún otro matemático vivo ha hecho más contribuciones a nuestra comprensión de estas ecuaciones que Luis Ángel Caffarelli”, señaló la academia noruega en un comunicado. “Ha introducido nuevas e ingeniosas técnicas, ha mostrado un brillante conocimiento geométrico y ha aportado muchos resultados fundamentales”, dijo del argentino que pertenece a las academias de ciencias de Estados Unidos, España y la Argentina, entre otras.

De las técnicas de Caffarelli para la creación de teoremas se ha dicho que son “virtuosas y simples”, lo que constituye un elogio mayor en su campo; también se destacó su carácter prolífico, con más de 320 artículos publicados y más de 19.000 citas. Helge Holden, jefe del comité Abel que dio el premio, indicó a este diario que “los teoremas de Caffarelli han cambiado radicalmente nuestra comprensión de estas ecuaciones que describen la naturaleza que nos rodea”; y puso un ejemplo práctico de qué significa estos estudios sobre “la frontera libre” o límite (o incluso borde, según la traducción): “Considere el problema del hielo que se derrite en agua. Aquí el límite libre es la interfaz entre el agua y el hielo; es parte de lo desconocido que ha de ser determinado. Otro ejemplo lo proporciona el agua que se filtra a través de un medio poroso: nuevamente se debe entender la interfaz del agua y el medio. Caffarelli ha dado soluciones penetrantes a estos problemas”, señaló Holden.

 “Los matemáticos tenemos fama de raros, pero hacemos vida normal después de todo; incluso cambié los pañales de mis hijos y ahora los de mis nietos”, grafica
“Los matemáticos tenemos fama de raros, pero hacemos vida normal después de todo; incluso cambié los pañales de mis hijos y ahora los de mis nietos”, grafica - Créditos: @gentileza Universidad de Texas

Colegas argentinos consultados también se mostraron exultantes con el premio. “Caffarelli y su trabajo son extraordinarios, sus contribuciones a ecuaciones diferenciales están al nivel de los grandes matemáticos del siglo. Y ya había ganado el premio Wolf, otro sumamente importante”, dijo a LA NACIÓN Alberto Rojo, físico y divulgador argentino también con larga carrera en los Estados Unidos. “Es un notición, qué alegría”, dijo Alicia Dickensten al enterarse de este premio “que es como un Nobel”, durante un congreso en Alemania. “Caffarelli tiene una claridad impresionante, reúne análisis con geometría e hizo un trabajo notable”, dijo y agregó que él y su esposa, la matemática argentina Irene Martínez Gamba (tres hijos y cuatro nietos), vienen mucho al país. Caffarelli lleva décadas en los Estados Unidos y desde 1997 enseña en la Universidad de Texas, en Austin, luego de pasar por las universidades de Princeton, Nueva York, Chicago y Minnesota.

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Elogio de la cooperación

Más allá del lauro personal, Caffarelli hace hincapié en las colaboraciones con matemáticos, ingenieros y físicos, que en su caso se cuentan por encima del centenar. “Ese intercambio de ideas es lo más agradable de lo que hago; sé que mi trabajo es en cuestiones abstractas, pero hay cierta connotación para las ciencias en general. A mí me gusta pensar que en realidad no es tan abstracto y colaborar con ingenieros me ayuda”, dice.

¿Se podría decir entonces que lo que hace es darles herramientas a los científicos para comprender mejor el mundo? Caffarelli ríe ante la insinuación y reconoce que “es una linda descripción, que me hace quedar muy bien. Pero podría decirse que son herramientas analíticas para describir modelos distintos de ciencia. Eso es lo que hago con gente de otras áreas con la que conversamos; no es que hay algo de competición, pero vienen y se habla de tal cosa y la miramos juntos. Yo mejoro a los físicos y ellos me mejoran a mí, es una interacción muy agradable”, dice Caffarelli, que para descansar de tanto pensamiento abstracto suele tocar Beethoven y Chopin en el piano; además, el matrimonio tiene la afición de mirar películas argentinas de la década de 1960, en especial las de Leopoldo Torre Nilsson, “cuando la sociedad era más sencilla y eso se traslada a las películas”, evalúan Caffarelli y Martínez Gamba. “Los matemáticos tenemos fama de raros, pero hacemos vida normal después de todo; incluso cambié los pañales de mis hijos y ahora los de mis nietos”, grafica.

Pese a llevar cinco décadas en los Estados Unidos –sus hijos y nietos viven en San Francisco, Chicago y St. Louis– vuelve seguido a Buenos Aires y a Mar del Plata, de donde es Martínez Gamba y donde tienen estudiantes y un grupo con ingenieros en materiales. De hecho, su nacionalidad es objeto de comentarios y hasta de insinuaciones de ser “el Messi de la matemática”, comparación que se toma a las risas. “Me dijeron: es buen año para la Argentina, primero ganaron el Mundial y ahora el premio Abel; me pareció un poco exagerado”, admite y finaliza: “Dentro de un par de años creo que me voy a jubilar, pero hasta entonces, este tiempo que me queda voy a seguir haciendo investigación en Estados Unidos”.