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Niní Marshall: el recuerdo de su nieta a 107 años del nacimiento de la genial comediante

"Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo la graciosa. Así quiero que me sientan y así quiero que me recuerden", decía la enorme Niní Marshall en ocasión de su 90º cumpleaños. Actriz, guionista y comediante, María Esther Traverso -así su nombre verdadero- había nacido el 1° de junio de 1903, y durante 50 años de carrera profesional se convirtió en una de las figuras del Espectáculo más importante de nuestro país. Intervino en 38 películas en Argentina, México y España, participó en más 10 programas de televisión, así como también hizo carrera en el teatro y la radio. Sus personajes más populares, como Cándida o Catita, recreaban la idiosincrasia argentina como arquetipos de la inmigración europea que llegó a América a comienzos del siglo XX.

En diálogo con LA NACION, la psicóloga Marina Gamallo, nieta de la talentosa artista, recordó a su abuela Niní en la intimidad de la familia, repasó historias y anécdotas mayormente desconocidas que compartió de niña con su abuela, hasta que la vida las separó el 18 de marzo de 1996, cuando la prestigiosa actriz murió cerca de cumplir 93 años de edad. Unos años antes había sido declarada ciudadana ilustre de la ciudad de Buenos Aires.

"Me pusieron Marina por ella. Salvo las sobrinas, que le decían Marina, nosotras le decíamos Mimina. A mi mamá y a mi papá les gustaba el nombre y me pusieron Marina por eso", recuerda la nieta de Niní Marshall, hija de Angela Dora Edelmann, única hija de la comediante, que adelantándose a su época, se casó tres veces.

-Niní murió a los 92 años, habrás compartido muchos años con ella.

-Sí, yo tenía cuarenta y pico cuando murió. La disfrutamos mucho, porque además mi abuela vivía en la misma cuadra donde vive mi mamá ahora, frente a la Plaza Vicente López, en Recoleta, así que teníamos un trato fluido con ella. Y trabajó hasta los 80 años.

-¿Cómo recordás la infancia con tu abuela célebre?

-Cuando éramos chicos con mi hermano Carlos, que es cuatro años menor que yo, compartíamos mucho con ella. Nos llevaba a pasear, hemos compartido muchos veraneos en los lugares donde estaba trabajando, y después era muy compinche. Siempre me acuerdo de una vez que éramos chicos, era verano, hacía mucho calor, y los tres nos pusimos a jugar en la bañadera de su casa. Después ella tenía un balcón terraza muy lindo en el décimo piso donde vivía, y hemos hecho picnics en el balcón. O sea que se ponía a jugar a la par nuestra. También cuando éramos chicos construyó un teatro de títeres y nos hacía funciones en ese teatro, que después mi mamá lo donó al colegio donde mi hermano fue a la escuela primaria, el Juan José Castelli. También nos hizo obras de teatro en los cumpleaños, donde mi hermano y yo actuábamos, y en una oportunidad, como siempre nos peleábamos, nos hizo una obra con una moraleja aleccionadora. También recuerdo otra obra sobre Colón. Era un juego para que nosotros nos divirtiéramos, porque nos encantaba, y ella también disfrutaba con eso.

-¿Alguna otra anécdota?

-Bueno, en otra oportunidad yo estaba en la primaria y nos invitó con unas amigas a tomar el té en su casa. Entonces nos dio ropa, zapatos, carteras, pelucas, todo para disfrazarnos y jugar. Y como tenía pies chiquitos, también podíamos usar los zapatos, así que imaginate. Estaba buenísimo. También tenía un piano y nos cantaba canciones que había compuesto ella misma. Inventábamos cosas, dibujábamos monstruos, se le ocurrían juegos y nosotros nos enganchábamos. Con mi hermano ponían el noticiero, le bajaban el volumen y entre los dos inventaban lo que decía cada periodista, todo en tono jocoso. Y cuando ella viajaba, bueno, siempre nos escribía cartas muy lindas, nos traía regalos. En una oportunidad habíamos salido a comer a un restaurante con ella y mi hermano, y cuando viene el mozo le dice, ¿usted es mimoso? Y el mozo se quedó. Cuando estaba en quinto año del colegio, hizo una función de Y se nos fue redepente y todo lo recaudado fue para nuestro viaje de egresadas.

-¿También pasaron vacaciones juntas?

-Si, nuestro primer viaje a Europa, en 1969, lo hicimos con ella. Cuando éramos chicos veraneamos juntos en la Casa del teatro en Villa Giardino, Córdoba. También en Mar del Plata o Tandil, siempre que estaba trabajando nosotros íbamos a veranear con ella. ¡Nos hemos divertido un montón!

-¿En su casa solían encontrarse con otros artistas?

-No, ella no era de relacionarse mucho con la gente del mundo del espectáculo. Sí era amiga de Jorge Luz, y cuando cumplió ochenta él estuvo en su cumpleaños, así como cuando cumplió los noventa estuvo (Leonardo) Favio, porque en una época vivía al lado de su casa, eran vecinos, pero ella no era de hacer mucha sociabilidad. Sí la invitaban mucho a los estrenos, y mi hermano y yo la acompañábamos. Después, ella adoraba -y ellos también la adoraban-, a Les Luthiers. Cuando íbamos a los estrenos, ella aplaudía a ellos, y ellos a ella.

-Niní fue una gran comediante: ¿Qué es lo que más te hacía gracia de tu abuela? ¿Cómo era ese humor de entrecasa?

-Sí, de entrecasa también era graciosa. Ayer mi hermano me hizo acordar que cuando éramos chicos había una propaganda en televisión de una tienda que decía que vendía de todo. Entonces iba un cliente y le preguntaba si tenía trampa para osos, y el vendedor le decía: ¿Para osos grandes o para osos chicos? Y mi abuela, siempre, lo que vos le pidieras, ella tenía. Entonces nos decía: ¿Trampa para osos grandes o para osos chicos? Y en una oportunidad yo necesitaba yeso para hacer algo para el colegio, y cuando se lo fui a pedir me dijo: acabo de tirarlo porque nadie lo usaba.

-¿Cuál de sus personajes era tu favorito?

-Ella tenía dos personajes masculinos. Uno era Mingo, el hermano de Catita, y el otro era Don Cosme, un señor cascarrabias que no lo hizo mucho tiempo porque el fonoaudiólogo le dijo que le podía afectar la garganta. A mí me gustan todos, pero el que más me encanta es Mingo, un pibe que estaba en la calle, muy sencillo, medio "bestiún", que Catita siempre retaba. Después están Cándida y Catita, sus personajes más populares que de alguna manera la hicieron conocida.

-Niní se caracterizó por la observación minuciosa de sus personajes que recreaban la idiosincrasia de las corrientes inmigratorias: ¿Tenía algún método para componer?

-Sí, totalmente. A la mañana ella se sentaba en la cama y se ponía a escribir. Si estaba inspirada pedía que no la interrumpieran, y una vez que tenía el personaje se lo hacía escuchar a mi mamá. En esa época había un famoso crítico que se llamaba Jaime Potenze, y mi abuela decía que mi mamá era su Jaime Potenze. Si por ahí había algo que criticar o corregir, mi mamá daba en la tecla. He visto varias veces las películas de mi abuela y me sigo riendo como si fuera la primera vez. Después hace unos años atrás salieron varios CD con los programas de radio y sus distintos personajes, que fue lo último que se editó.

-¿Cómo te gustaría recordar a tu abuela en este nuevo aniversario de su nacimiento?

-Bueno yo te explico, para mi siempre fue mi abuela, nunca fue Niní Marshall, y con los años, tomé la dimensión de lo que había sido ella. La he escuchado en radio y la he ido a ver cuando trabajaba en teatro. Para mí era mi abuela, pero una abuela diferente, que participaba, jugaba con nosotros. La verdad que es un orgullo ser la nieta de Niní.