Nicolás Gil Pereg denuncia torturas e insiste en que es un "gato salvaje"

Nicolás Gil Pereg, acusado del doble crimen de su madre y su tía, ocurrido hace un año en Mendoza, denunció que es víctima torturas en la cárcel y volvió a insistir con que es un "gato salvaje". El femicida, además, se encuentra en huelga de hambre y dijo que no volverá a comer hasta que el tormento carcelario que vive no se detenga, según informó el diario UNO.

Pereg, acusado de asesinar a las mujeres isrelíes Pyrhia Saroussy, de 63 años, y Lily Pereg de 54 años, le relató al juez, Sebastián Sarmiento, que está a cargo de la causa, que grupos de penitenciarios se meten dentro de su celda con tijeras a cortarle el pelo. Detalló que en esos intentos, le cortaron la cara, el cuello y casi le sacan un ojo. Por otro lado, denunció que le lanzaron gas pimienta y agua. Sobre el agua dijo que le tiran porque saben que es "hidrofóbico".

La estrategia del gato

Dado esto último, insistió con que no es "una persona, es un gato salvaje". En tanto, según el diario UNO, el fiscal a cargo, Fernando Guzzo, pidió que sea trasladado al Cuerpo Médico Forense para corroborar o desacreditar las lesiones que dice tener. La Justicia le rechazó el traslado al pabellón psiquiátrico del penal de Ezeiza, en Buenos Aires: para los fiscales del caso, todo se trataría de actuaciones preparadas para evitar una condena a prisión perpetua.

Según publicó LA NACION, desde el Ministerio Público Fiscal, representado por Fernando Guzzo y Claudia Ríos, cuestionaron duramente las presentaciones realizadas en favor de Pereg, a quienconsideran que está realizando un "show", y aseguraron que es consciente de sus actos. Asimismo, pusieron de relieve los estudios de los dos hospitales neuropsiquiátricos de la provincia, El Sauce y Pereyra, que consideraron innecesaria la internación.

Es más, durante el proceso, los fiscales ya han advertido de las condiciones de lucidez del imputado, como cuando le transfirió armas a sus abogados en forma de pago.

Finalmente, el juez Sarmiento consideró que Pereg padece un trastorno de personalidad, pero que no llega a constituirse en discapacidad mental, por lo que su solicitud fue rechazada. Así, volvió a la celda del penal de Boulogne Sur Mer, en la capital provincial, donde también, periódicamente, sigue protagonizando episodios como si fuera un gato.