Cómo Netflix logró hacerse con los derechos de la historia de la falsa millonaria, Anna Sorokin
Fue una estafa elaborada donde la verdad es más extraña que la ficción. Cuando finalmente se supo que una mujer joven estuvo engañando a gente en Nueva York fingiendo ser una millonaria heredera, las redes sociales se volvieron locas. Ahora que Anna Sorokin, que se hacía llamar Anna Delvey, cumplió su tiempo en prisión, BBC Mundo compartió la historia de cómo Netflix ganó la contienda para contar su historia.
A finales de mayo de 2018, Anna Sorokin, entonces de 27 años, despertó un día más dentro de la famosa cárcel de Rikers Island en la ciudad de Nueva York.
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Después de haber causado un caos financiero en medio de un pequeño círculo de personas y bancos, estaba esperando juicio por varios cargos de robo. Hasta ese momento, era una desconocida para la mayor parte del mundo. Todo esto estaba a punto de cambiar.
No siempre es fácil predecir qué historias se volverán virales. Todos quieren la fórmula secreta, pero la primera revelación del caso de Anna Sorokin en la página The Cut fue lo más cercano a tener todos los ingredientes correctos: dinero, intriga y una estafa increíble.
Según el rastreador de la industria Chartbeat, se cree que es la sexta historia más leída de ese año en todo el mundo. En caso de que te la hayas perdido: es la vida de una pasante de una revista que fingió ser la heredera de una fortuna y logró estafar a banqueros, hoteleros y nuevos amigos por cientos de miles de dólares.
Mientras se mostraba con ropa de diseño y una vida de jetset en Instagram, detrás de esta apariencia estaba rebotando cheques y falsificando documentos para asegurarse préstamos. Decía llamarse Anna Delvey, pero, en realidad, era Anna Sorokin, de una familia rusa promedio que vivía en Alemania. La policía finalmente la atrapó cuando huía en Malibú, California.
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La historia, con todas sus vueltas audaces y cinematográficas capturó inmediatamente la imaginación del público. Y menos de dos meses después de que saliera el artículo en la revista, la presa número 19G0366 firmó un contrato con Netflix por los derechos de una película sobre ella.
BBC News obtuvo una copia de los contratos entre Netflix y Sorokin, a través de una solicitud basada en la libertad de información, ya que estos documentos debieron presentarse ante las autoridades estatales después de que fuera condenada.
Estos muestran que el primer pago de US$30.000 se acordó el 8 de junio. Fue el pago “inicial”, enfatizó su abogado Todd Spodek. Bajo su firma, se escribieron dos nombres para estar seguros: Anna Delvey alias Anna Sorokin.
Con el tiempo, los pagos de Netflix a Sorokin subirían a US$320.000. Y por primera vez en casi 20 años, activaron una controvertida ley de Nueva York, diseñada para evitar que los delincuentes condenados se beneficien de su delito.
Netflix cumplió con esas leyes estadounidenses y no hubo irregularidades legales. Pero su rápida acción para asegurar el trato muestra cuán importantes son las historias virales para las plataformas de video en internet.
El “verano de los estafadores”
En 2018, Netflix estaba produciendo contenido para una base masiva de suscriptores, pero estaba, y todavía lo está, enormemente endeudada. Había presión por producir contenido original, especialmente porque se sabía que otros servicios de transmisión, de Disney, Apple y HBO, estaban en ello.
La historia de Sorokin era atractiva, no solo porque era asombrosa, sino también porque el interés ya era importante. Su nombre fue tendencia en las redes; la gente vestía camisetas con lemas de “heredera falsa”, la revista Elle había ofrecido un tutorial sobre cómo maquillarse “los ojos como Anna Delvey”.
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Era el comienzo de lo que se conoció como el “verano de las estafas” o la “temporada de los estafadores”. Así es como The New Yorker describió más tarde el interés de los medios en tales historias: “La temporada de estafadores llega de manera irregular, pero llega a menudo en Estados Unidos, y se basa en mitologías de ganancias y reinvención y ascenso espectacular”.
La revista citó el caso de Sorokin, ”un clásico instantáneo”, pero también hizo referencia a Billy MacFarland y su desastroso Festival Fyre, y Elizabeth Holmes y su fallida compañía de biotecnología Theranos. En internet, el público consumía con entusiasmo las lecturas largas relacionadas con estas historias, mientras que las compañías de cine y televisión luchaban para producir las versiones definitivas en pantalla.
Bad Blood, el libro sobre Holmes, ya había desatado una feroz guerra de ofertas por los derechos cinematográficos, y en ese momento se estaban produciendo dos documentales del Festival Fyre: uno de Netflix y otro de un competidor, Hulu.
No es inusual que una compañía de entretenimiento trate de conseguir este tipo de historias para ver si luego las hace. Es el primer paso: el pago de una suma pequeña para retener la historia, mientras se considera la viabilidad del proyecto. Esto puede mantenerse en limbo por un año o más, y luego puede que la idea se descarte.
Sin embargo, en este caso particular, el paso siguiente se hizo sin demora. Netflix reveló su gran presupuesto para la producción el 8 de junio, el mismo día que Sorokin firmó por los primeros US$30.000 y solo 11 días después de que se publicara su historia en The Cut.
El sitio de entretenimiento Variety anunció la producción, que dio a entender que podría haber pasado más rápido sino fuera por ciertas complicaciones: “Una fuente cercana dijo que el proceso fue difícil y que Delvey [Sorokin] estuvo haciendo llamadas a varios actores y productores con respecto a quién le gustaría que la interpretara”.
A estas alturas, la historia era mucho más grande que la propia Sorokin. Al timón de la serie estaba una de los mayores productoras de Estados Unidos. Shonda Rhimes, de Grey’s Anatomy y Scandal, había firmado un contrato de tres años con Netflix a mediados de 2017 por unos asombrosos US$100 millones.
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Ella y la empresa estuvieron esperando por el proyecto adecuado para tener impacto. Un drama de ficción basado en la historia de Sorokin, más tarde llamado Inventing Anna (Inventando a Anna), iba a ser su primera producción bajo este acuerdo. La expectativa fue instantánea. “Las expectativas están por las nubes. Esta es su primera vez en la sala de guionistas de Netflix”, escribió Lacey Rose de The Hollywood Reporter.
Cuando Rose entrevistó a Rhimes, la productora dijo que había leído el artículo en The Cut y que había expresado su interés enseguida. Jessica Pressler, autora del artículo, también fue rápidamente contratada. Pressler también tenía una sólida trayectoria; uno de sus artículos anteriores de la revista se había convertido en la aclamada película de Jennifer Lopez Hustlers.
“Este es el mercado ahora”, comentó Rose y agregó: “A las pocas horas de que se publican artículos, se ven guerras de ofertas”.
Asegurarse la exclusividad
El acuerdo de Netflix con Sorokin fue luego más allá del trato inicial y, después de que fuera condenada, se convirtió en un contrato de “derechos de vida” más caro.
Esta es una práctica común en EE.UU. Entre otras cosas, compra protección contra demandas, le permite usar la imagen de alguien y, a veces, incluso puede incluir la cooperación de la persona como consultora. El contrato muestra que Sorokin otorgó a la compañía derechos exclusivos y también acordó cooperar potencialmente como consultora. Los términos para el trabajo de consultoría remunerada no incluyen la participación en documentales o programas sin guión mientras la serie está en producción.
También dice que no aparecerá en programas de entrevistas o publicaciones en las redes sociales sobre experiencias de la serie sin permiso de la compañía, durante los tres años posteriores a la emisión del episodio final. Se le permite escribir un libro, pero no puede ser lanzado dentro de un año de la primera emisión del programa.
Sin embargo, puede hablar sobre experiencias fuera del tema del programa. Un acuerdo de “derechos de vida” no significa que otras personas no puedan contar la historia, que tiene múltiples perspectivas, pero le da rienda suelta a la empresa y garantiza que Sorokin no pueda ayudar a la competencia.
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Cómo hacer un acuerdo de derechos con un prisionero
Cuando Netflix se puso en contacto por primera vez con Sorokin, la joven no había sido condenada, pero una vez que lo fue, había reglas que debían seguirse. La ley de Nueva York “Son of Sam” (Hijo de Sam) entró en juego.
Los orígenes de la ley se remontan al asesino en serie de la década de 1970 David Berkowitz, conocido por su seudónimo “Hijo de Sam”, cuando existía la preocupación de que este se beneficiaría de su notoriedad vendiendo su historia.
En respuesta, el estado de Nueva York aprobó una ley para evitar beneficiarse de tal fama, y varios estados siguieron su ejemplo. Sin embargo, los editores se defendieron.
A fines de la década de 1980, Simon & Schuster estaba trabajando en un libro en colaboración con el exmafioso Henry Hill, cuando las autoridades cancelaron un pago de US$90,000. La disputa llegó hasta la Corte Suprema, que finalmente anuló la ley, diciendo que estaba en conflicto con el derecho a la libertad de expresión.
El libro, Wiseguy, siguió adelante, al igual que los pagos de regalías, e inspiró la película Goodfellas de Martin Scorsese, con la cual Hill supuestamente ganó US$480.000 más. En 2001 se introdujo una ley del Hijo de Sam reelaborada. Hoy en día, una empresa debe notificar a la Oficina de Servicios para Víctimas (OVS, por sus siglas en inglés) si le está pagando a un delincuente convicto más de US$10.000.
La oficina no confiscará ese dinero, pero congelará la cuenta bancaria y notificará a las víctimas del crimen, quienes luego podrán presentar sus propias demandas para hacer reclamos. Esto es lo que sucedió en el caso de Sorokin; los bancos que ella había estafado dieron un paso al frente.
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“Netflix notificó a OVS que le pagó a Sorokin US$320.000 y esos fondos fueron congelados”, le dijo a la BBC una portavoz de OVS, Janine Kava. “City National Bank presentó una demanda y obtuvo US$100.000 y CitiBank hizo lo mismo, obteniendo US$70.000. El saldo de los fondos debe pagar los honorarios de sus abogados; los fondos restantes serán para Sorokin”, agregó.
La amiga de Sorokin, Rachel Deloache Williams, no se benefició de esta ley porque Sorokin fue declarada inocente del cargo relacionado en la corte. Williams había pagado US$62.000 después de que Sorokin la invitara a lo que ella pensó que era un viaje con todos los gastos pagados a un resort de lujo en Marruecos. Su dinero fue finalmente reembolsado por American Express y escribió un libro sobre la experiencia (“Mi amiga Anna”).
Según la OVS, algunas de las otras víctimas han sido reembolsadas bajo órdenes del juez en el caso de Sorokin. La oficina dijo que el caso de Sorokin es el primero en poner a prueba la ley del Hijo de Sam desde que se reintrodujo en 2001.
¿Cómo continúa la historia entre Anna y Netflix?
La pandemia demoró la filmación de “Inventando a Anna” el año pasado, y la serie ahora tiene previsto estrenarse a fines de 2021. Para Netflix, sigue siendo una prioridad.
“Pero una cosa que cambió desde el acuerdo de Sorokin y desde la pandemia es que las plataformas ahora pueden crear sus propias historias virales”, aseguró Tom Harrington, analista de medios de Enders Analysis.
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“Con tanta gente mirando, pueden tomar una parte de la programación, ponerla en la parte superior de su plataforma y convertirla en un éxito. Mira a Tiger King, ese tipo había hablado con mucha gente antes, pero Netflix lo hizo internacional, así que todo el mundo hablaba de ello al mismo tiempo”, sostuvo.
Dicho esto, la fiebre del oro por las historias “candentes” sigue vigente. A principios de este año, Netflix se convirtió en uno de los muchos jugadores que buscan adaptar la saga GameStop, una historia de David contra Goliat. Actualmente hay siete proyectos en sus etapas iniciales.
En cuanto a Sorokin, fue liberada de prisión la semana pasada, después de haber cumplido tres años y medio de una sentencia de cuatro a 12 años. Su abogado, Todd Spodek, aclaró: “Anna está actualmente trabajando en su apelación. Anticipo que, en última instancia, se iniciará un proceso de deportación basado en su estado”.
Mientras tanto, ella está de vuelta deambulando por Nueva York, documentando la vida en Twitter e Instagram, con su amigo Neff Davis (el exconserje del 11 Howard Hotel, donde Sorokin acumuló una factura de US$31.000).
Sorokin también publicó en internet algunos extractos de su diario de la prisión y está escribiendo una biografía. Su abogado confirmó que su contrato con Netflix conlleva ciertas limitaciones. Sorokin se negó a ser entrevistada para esta nota. “Habla con el presidente global de Anna Delvey TV”, dijo en un correo electrónico.
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Este resultó ser Doug Higginbotham, un cineasta ganador de un premio Emmy. Es un profesional independiente y dice que no aprueba sus crímenes. Sorokin lo contactó recientemente diciendo que un equipo de televisión estaba siendo demasiado intrusivo al seguirla. “Ella pensó: ‘¿por qué no contrato a un equipo yo misma para poder controlar la narrativa?’”, aclaró.
Desde entonces, estuvo documentando su vida, mientras trata con los paparazzi, va de compras y visita a su oficial de libertad condicional. “Todavía no sabemos qué haremos con lo que grabamos, pero ella está recibiendo muchas ofertas importantes, así que no queríamos perdernos nada”, concluyó.