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Netflix: la historia de Yanina Ávila, la misionera revelación de Crímenes de familia

Agradecer y comparar la autenticidad con el amor de madre y padre son dos costumbres de Yanina Ávila.Tanto que sorprende, que dan ganas de interrumpirla y decirle que los agradecidos son los otros, el público, sus compañeros de elenco, los dos cineastas que la dirigieron, Diego Lerman en Una especie de familia, en 2017, y Sebastián Schindel en Crímenes de familia, la película estrenada por Netflix en agosto, ambos apoyados en el ojo sensible de la directora de casting María Laura Berch que vio lo que había que ver.

"Es una actriz natural, tiene ese don", dice Schindel. "Tiene una expresividad singular, es tremendo lo que transmite", dice Lerman. Yanina Ávila no estudió actuación pero se encontró con "ese caminito" un día hace más de tres años, mientras limpiaba el salón del Centro Integrador Comunitario (CIC) en 25 de Mayo, la localidad donde vive y nació hace 29 años, en el centro sur de Misiones, cerca del río Uruguay y la frontera con Brasil. En ese pequeño pueblo sin salas de cine, Lerman decidió filmar su película y en ese lugar, realizar el casting. Buscaba a la coprotagonista, una mujer acorralada por la pobreza envuelta en la red de la adopción trucha.

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"¿No querés hacer una prueba?", dijo su amiga Macarena Czernecki, de Oberá, la ciudad más cercana, y que trabajaba en la producción. "Me da vergüenza", respondió Yanina. Pero se animó y la cámara la aceptó de inmediato. Poco después, ganó el premio Sur como Revelación femenina. Pasaron dos años y Berch recomienda su nombre para Gladys, la mucama de Crímenes de familia. Yanina y su hijo menor, Santiago, de 4 años (el mayor, Kevin, tiene 9), viajan por primera vez a Buenos Aires para el rodaje. Alrededor de dos meses de convivencia con el elenco, directores y equipo técnico pero, en especial, con Cecilia Roth, "la patrona" de Gladys y con quien tienen, tanto Santi como Yanina, casi todas las escenas del film que se convirtió, ni bien estrenado, en el más visto de Netflix.

"Estoy muy agradecida por este momento que estoy viviendo, de mucha emoción. Toda la gente del pueblo, que me visita, que me agradece, es una etapa muy feliz", dice por teléfono Yanina, desde su casa en 25 de Mayo donde alquila junto con su mamá, Norma, ama de casa, 59 años, y sus dos nenes.

-Hace unos días pudiste ver la película en tu casa. ¿Qué sentiste al verte con tu hijo?

-Cuando me vi en la pantalla de la computadora me agradecí yo sola por trabajar bien y hacer bien las cosas y estar ahí con mi hijo, con ese equipo y esas personas, es una experiencia muy linda.

-¿Tenés computadora?

-No, la trajo Macarena y hablamos mucho con María Laura, la vimos todos, con mi mamá y mi hermana María.

-¿Qué te dijo Kevin, el más grande?

-Que también quiere actuar, no solo Santi (se ríe), me lo echa en cara, ¿viste? Está un poco celoso, mi amor.

-Qué bueno que María Laura te recomendó

-Sí. Ella fue mi coach pero es como una madre, la tengo adentro mío, la tengo muy presente. Siempre con su simpatía, con su amor, con el abrazo cariñoso que tiene, transmite palabras lindas. Yo soy tan humilde en cierto sentido, un poco vergonzosa, pero ella me transmitió tanto, me enseñó, me preguntaba qué necesitaba... "¿estás cómoda?, tenés que mirar así, ponerte así", me decía.

-¿Cómo fueron esos dos meses en Buenos Aires?

-La primera vez que viajé fue a La Rioja y Catamarca (para la película de Lerman) y después a Buenos Aires. Esos dos meses fueron muy especiales, cosas que nunca me había imaginado, conocer gente nueva, experimentar lugares nuevos. María Laura me llevaba. Le agradezco infinitamente a Sebastián por confiar en mí. Y a Diego Lerman antes también, los dos fueron como tener un papá al lado que te recibe con un abrazo.

-¿Qué fue lo que más te gustó de la ciudad?

-Lo que más me gustó fue saber que hice pie ahí, conocer cosas que nunca había conocido en mi vida, son recuerdos que tengo conmigo.

-En la película, se nota el vínculo entre Cecilia y Santiago

-Los niños no mienten, fue más que una actriz, una madre, fue parte muy especial en el rodaje con Santi, vivió con Santi, hubo un vínculo de amor.

-¿Hablaste con Cecilia últimamente?

-Sí, hablamos hace poco, estamos muy felices las dos y saber que tengo el apoyo de ella me llena de emoción.

-¿Cómo estás pasando la cuarentena en tu pueblo?

-Gracias a Dios, ya no hay más casos, tenemos la libertad de salir, a disfrutar una plaza, a ver a un familiar, a tomar aire.

-¿Y con las clases de los chicos como te arreglás?

-Kevin está en tercer grado y Santi en el jardín. Voy a buscar la tarea a casa de las maestras de cada uno y a la de apoyo porque no entiendo muchos esas tareas. Tengo mucha gente a favor ayudando. Me dedico a ellos.

-¿Seguís trabajando en el CIC?

-Sí. Ahora estoy de licencia porque tuve una gripe muy fea pero ya estoy bien, tengo que hacerme unos estudios y tomar vitaminas para recuperarme de la anemia y pronto volveré a trabajar.

-¿Querés estudiar actuación?

-Mi sueño es que me surja estudiar y seguir en esta carrera, es lo que me gusta y lo que aprendí. El don que Dios me dio ojalá me abra muchas puertas, que me venga esa oportunidad, de arrancar una carrera de estudio, lo haría con mucho orgullo.

-¿Sos muy creyente?

-Siempre, al levantarme y al acostarme, agradezco a Dios, es lo que primero hago y después tomo mi rutina.

-¿Los vecinos te preguntan sobre tus actuaciones?

-Sí, salgo acá, al portón y la gente se asoma y me dice: "¡vamos, Yani, un abrazo!". Es muy lindo que te valoren, que te abracen, porque no lo hago sólo por mí sino por mi pueblo, un pueblo tan hermoso. Todo empezó acá y de eso no me olvido, lo difundo con amor.

-¿En quién pensaste para interpretar los dos personajes que te tocó protagonizar, Marcela y Gladys?

-Son personajes muy fuertes, ponerme en ese lugar me pone la piel de gallina. Dos señoras se me acercaron esta semana a contarme que sabían de lo que hablaba. "Yani, sos la representante del pueblo, el ejemplo del pueblo, mujeres que les pasan cosas y no saben cómo contarlo". Hay que unirse, las mujeres tienen que unirse y amarse a sí mismas en primer lugar, y valorarse el cuerpo, lo que sí es sí y lo que no, es no, primero está el respeto. Y si no podés, hacé señas, tratá de comunicarte y ahí estaremos otras mujeres para sacar a flote a las que no pueden salir del pozo.

-¿Actuar era tu sueño o ni te lo imaginabas?

-Sí, desde chica. Siempre fui la juguetona de la familia, hacía como un teatro en casa, era la chistosa, me llamaban para hacer reír, entre charlas y risas hacía divertir a mi familia. Pero nunca pensé que esto golpearía mi puerta.

-Computadora todavía no tenés. Pero sí televisión. ¿Qué te gusta ver, quiénes son tus preferidos?

-Miro novelas. Y siempre quise conocer a Marley y, sobre todo, a Susana Giménez. Cuando estuve en Buenos Aires pensé que a lo mejor me la cruzaba. Es un sueño pendiente. También cuando la vi a Cecilia Roth casi me caigo de espaldas. Conocer gente tan grosa, personas tan profesionales, tan talentosas, te eriza la piel.

-¿Y ahora, ya te sentís actriz? ¿Si te preguntan, respondés "soy actriz"?

-Sí, es un poco nuevo pero sí. Pero también soy la Yani de siempre, nunca hay que olvidarse de quien sos y de dónde viniste. Tengo mucho aprendizaje por delante.

-¿Tuviste alguna propuesta nueva?

-Ojalá. Había algo para teatro pero por la cuarentena no pudo ser. Fue todo por teléfono, quedó en la charla. Espero que surjan cosas nuevas, las haría con mucho gusto, eso es lo que una espera, en televisión o lo que sea. No elijo, lo que importa es que haya proyectos nuevos, lo recibo con mis manos abiertas.

-Levantó bastante polvareda hace unos días una nota donde decía que no te habían pagado por tu trabajo y el de tu hijo. Después se desmintió. ¿Por qué pensás que se dio ese malentendido?

-Estoy agradecida porque han cumplido conmigo y con Santiago, gracias a Dios, está todo arreglado, lo dejo el tema ahí nomás. No sé, a veces desde el fondo del corazón o por ser tan transparente yo, a veces una siente la maldad de la gente y no conoce el interior de una, eso me duele, es tocar la moral de una persona, no sé.

-¿Te gustaría mudarte de 25 de Mayo?

-Si hay cosas buenas y para mejor, lo haría. También me partiría un poco en dos el corazón.

-¿Estás de novia?

-No, hace muchos años, ya que no. Soy mamá soltera, siempre saqué al frente a mis hijos y me dedico a ellos. Para tener una pareja, tendría que valorarme como mujer antes y no por esto de ahora, y que ame a mis hijos.

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-¿Quiénes son tus amigas?

-Mi mamá, es la única que tengo, está todo el día ocupándose de mis hijos, deja su espacio para dedicarlo a nosotros. También Samanta Pereyra, mi amiga, mi confidente, nos conocemos desde los cuatro años, somos como hermanas. Ya nos pertenecemos, ella vio a mis hijos crecer, yo veo al de ella. Y mi hermana María. Somos cuatro hermanos pero María es la más allegada, la que camina sus caminitos lejos para acercarse, ayudar con los chicos y dedicarse a mí y a mi mamá. Todas somos mujeres.

-¿Cómo imaginás el brindis de fin de año?

-Este año, con la pandemia, hasta a los profesionales se les cerraron sus planes. Que se termine pronto y podamos abrir nuestras puertas y salir a renovar lo que tenemos guardado para el futuro.