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Necesitamos grandes descubrimientos sobre el suicidio: Faye Flam

(Bloomberg) -- ¿Cuál es el descubrimiento médico que salvaría más vidas en EE.UU. en los próximos 10 años? En la década de 2020, la investigación médica probablemente se inclinará hacia los principales asesinos como las enfermedades coronarias o el cáncer. Sin embargo, el mayor potencial para salvar vidas podría yacer en aprender a prevenir el suicidio.

Las tasas de suicidios informados han estado subiendo en las últimas dos décadas. Incluso más perturbador es que los Centros para el Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC, pos sus siglas en inglés) informen que la tasa de suicidios adolescentes haya incrementado 56% entre 2007 y 2017. El incremento en las tasas de suicidios puede ser resultado de muchas cosas: aumento en los niveles de desesperación, la epidemia de opioides, un mayor acceso a las armas, incluso la proliferación de grupos de Internet que ofrecen a las personas consejos sobre cómo matarse. También es posible que más personas estén informando suicidios, en lugar de esconderlos como muertes accidentales.

Es una forma sorprendentemente común de morir, más que los homicidios o los accidentes automovilísticos. A diferencia del cáncer y las enfermedades coronarias, que son las principales causas de muerte entre los viejos, el suicidio le roba a las personas décadas de vida. De acuerdo con estadísticas de los CDC, es la segunda causa de muerte más común, después de los accidentes, para las personas entre los 10 y los 34 años, y la cuarta para las personas entre los 34 y los 54.

En vista de que no ha sido cuidadosamente estudiado como problema médico, hay posibilidades de recortar esa tasa de mortalidad incluso sin ningún descubrimiento tecnológico notorio. Una línea para suicidios de tres dígitos, aprobada el mes pasado por la FCC, podría convertirse en una de las mejores medidas de salud pública del siglo. En otros países, los investigadores están teniendo algo de éxito usando inteligencia artificial para identificar personas suicidas, aquellas cuyas vidas podrían salvarse mediante terapia hablada o medicamentos.

John Pestian, director del centro de medicina computacional en el Hospital infantil de Cincinnati, explica que hay diferentes tipos de suicidios. Algunos son motivados principalmente por enfermedades mentales crónicas, mientras que otros son más impulsivos. Quienes tienen enfermedades mentales crónicas pueden intentarlo varias veces. Las personas tienen un poderoso instinto por vivir, dice, y para que su dolor psicológico lo supere, debe ser muy intenso. Espera ayudar a esas personas a través de la farmacogenómica; encontrar medicamentos que puedan ayudarlos con su dolor emocional crónico.

Los casos más impulsivos son más fáciles de prevenir; piense en el adolescente al que lo acaba de dejar su novio o novia, o un operador de Wall Street que ha perdido todo su dinero, dice. Si alguien está pasando por una crisis intensa y quiere saltar por una ventana, las palabras correctas en el momento correcto pueden ser el único tratamiento necesario para salvar una vida.

El reconocido investigador de los suicidios Edwin Schneidman escribe en su libro “The Suicidal Mind” (La mente suicida) que los terapeutas pueden ayudar a una persona en este estado haciéndolos considerar otras alternativas a darse muerte; ayudándolas a ver que tienen más opciones. Describe cómo ayudó a una estudiante de universidad suicida que se sentía desesperada luego de darse cuenta de que estaba embarazada. Le hizo considerar cuál de sus opciones era la menos terrible, y se recuperó.

En la memorable historia de 2003 de The New Yorker "Jumpers" (Saltadores), Tad Friend describe conversaciones con varias personas que sobrevivieron después de haber saltado del puente Golden Gate. Le dijeron que habían reconocido su error antes de golpear el agua: "[M]e dí cuenta instantáneamente de que todos los asuntos de mi vida que consideraba imposibles de arreglar eran perfectamente posibles de arreglar, excepto el hecho de que acababa de saltar", decía uno. Otro dejó una nota que decía. "Voy a caminar hasta el puente. Si alguien me sonríe por el camino, no salto".

Para aprender más sobre las razones por las que las personas deciden quitarse la vida, Pestian y otros investigadores están acumulando cantidades abrumadoras de datos. Ahora mismo, dice, tiene la mayor colección de notas de suicidio del mundo, así como muestras de discurso y lenguaje corporal de pacientes suicidas. En todo esto hay pistas que pueden buscar los terapeutas, y se puede utilizar patrones y algoritmos para identificar a quienes están en mayor riesgo.

Dice que las líneas de atención a los suicidas son vitales y aprueba la idea de reformar la actual, creada en 2005, de 10 dígitos, a solo tres: 988. No obstante, no es tan fácil como suena, asegura: también debe haber el tipo adecuado de recursos al otro lado de la línea.

Según una noticia, un comité de la FCC calculó el costo de esos recursos en US$570 millones para el primer año y US$175 millones para el siguiente. Eso no es nada en comparación con, por ejemplo, la mamografía de rutina, que cuesta a los estadounidenses miles de millones de dólares y cuyo valor ha sido cuestionado.

En cuanto a la IA, el uso de algoritmos para predecir el comportamiento de alguien puede provocar temor, especialmente el uso de sistemas que intenten marcar a los usuarios de Facebook como suicidas con base en sus publicaciones, u otros que recolecten datos de los teléfonos inteligentes de los usuarios. Sin embargo, Pestian me ha convencido de que la IA tiene potencial para hacer mucho bien en el campo del suicidio, siempre y cuando solo se use para apoyar el proceso de toma de decisiones de los humanos y estos no deleguen la toma de decisiones a las máquinas.

Ha desarrollado algoritmos que funcionan con lo que llama datos de sentimientos: patrones acústicos, visuales o de lenguaje que difieren entre suicidas y no suicidas. En un artículo publicado en 2016 en la revista “Suicide and Life-Threatening Behavior”, aplicó un algoritmo a entrevistas con una muestra de 379 personas, algunas suicidas conocidos, otras diagnosticadas con enfermedades mentales pero no suicidas y un grupo de control sano. El algoritmo uso el discurso, expresiones faciales y lenguaje corporal para identificar al grupo suicida con 85% de precisión.

No es perfecto, pero es más de lo que pueden hacer los médicos. Pestian ha obtenido recientemente un contrato con Oak Ridge National Laboratory para aplicar IA al desenfrenado suicidio entre los veteranos. De acuerdo con un informe del Departamento de Asuntos de Veteranos de EE.UU., más de 6.000 veteranos mueren por suicidio cada año; una tasas 50% más alta que la de la población adulta en general.

Puede que no conozcamos las razones para el aumento en las tasas de suicidios, pero sabemos que está matando a demasiadas personas, y debería ser posible evitar esas muertes. Si bien la ciencia tiene una comprensión muy detallada del cáncer y de los problemas coronarios, relativamente pocos investigadores habían estudiado el suicidio hasta ahora. Es una buena noticia que por fin estén empezando a aprender más.

Nota Original:Suicide Research Could Lead to Big Breakthroughs: Faye Flam

Para contactar al editor responsable de la traducción de esta nota: Carlos Manuel Rodriguez, carlosmr@bloomberg.net

Reportero en la nota original: Faye Flam en New York, fflam1@bloomberg.net

Editor responsable de la nota original: Sarah Green Carmichael, sgreencarmic@bloomberg.net

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