Qué necesita Ucrania para ganar la guerra aérea a Rusia

Niño en un columpio contra un edificio residencial dañado por un cohete ruso en una zona residencial de Kiev. <a href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/kyiv-ukraine-feb-25-2022-war-2130296600" rel="nofollow noopener" target="_blank" data-ylk="slk:Drop of Light / Shutterstock;elm:context_link;itc:0;sec:content-canvas" class="link ">Drop of Light / Shutterstock</a>

Desde hace ya algunas semanas el mundo entero se encuentra a la expectativa del resultado de “la contraofensiva ucraniana” que haga desaparecer la presencia rusa en Ucrania. Son varias las capacidades que han sido transferidas a Ucrania para que esta contraofensiva pueda llevarse a cabo con éxito.

Pero si bien es cierto que para este cometido Kiev ha recibido carros de combate, sistemas de artillería de alta movilidad o helicópteros, el ejército ucraniano no ha recibido de momento cazas para completar esas grandes unidades (brigadas y divisiones) que sirvan para expulsar a los invasores de su territorio. A pesar de que lo pidió insistentemente el 1 de junio en la Conferencia de Política Europea en Moldavia ante casi medio centenar de líderes europeos.

¿Qué capacidades aéreas necesitaría Ucrania para acompañar a las fuerzas terrestres? ¿Por qué el presidente Volodímir Zelenski ha pedido F-16? ¿Qué efecto tendrían los cazas en el equilibrio de fuerzas en el futuro?

¿Qué capacidades aéreas necesitaría Ucrania para su ofensiva?

Uno de los elementos que menos influencia ha tenido en la guerra en Ucrania ha sido el aéreo. A pesar del sufrimiento que han padecido los ucranianos, la aviación rusa no ha tenido la importancia que se hubiera previsto en una operación como la que está desarrollándose.

Las defensas aéreas ucranianas han mantenido a los aviones rusos lejos del campo de batalla, lo que ha supuesto que los SU-24, SU-25, MIG-23 y los MIG-29 no han podido dar apoyo aéreo a las fuerzas terrestres rusas.

Si bien esta situación no es determinante, el apoyo aéreo inmediato es un aspecto desequilibrador en las campañas militares, tal y como se demostró con las acciones del general Quesada en el desembarco de Normandía, o con el ataque sobre el Paso de Mitla en la Guerra de los Seis días (1967).

Si nos centramos cómo puede desarrollarse la contraofensiva, Ucrania se beneficiaría de contar con aviones de ataque aéreo inmediato capaces de alcanzar objetivos hostiles que acechen y/o amenacen a sus fuerzas terrestres. En ese sentido, y viendo lo que tienen los aliados occidentales, la aeronave que más se adecúa a las necesidades de Ucrania es, sin lugar a duda, el A-10.

El A-10, o Thunderbolt, es un avión de fabricación norteamericana que tiene capacidad para volar a poca altura, hasta 300 metros, y desde ahí castigar a las tropas enemigas. Esta capacidad para volar tan bajo le pone en especial riesgo frente a misiles tierra-aire o incluso frente a sistema de defensa aérea portátil.

Por ello, el A-10 cuenta con un blindaje especial de 510 kilos que le permite mantenerse en el aire incluso después de ser alcanzado, convirtiendo al A-10 en una aeronave que prima la supervivencia para el cumplimiento de la misión.

Además, tiene capacidad para aterrizar en aeropuertos comerciales o incluso en carreteras anchas, algo que, teniendo en cuenta la destrucción que ha sufrido Ucrania en estos meses, le convierte en un caza especialmente útil.

Sin embargo, a pesar de todas estas características óptimas para el cumplimiento de la misión, Ucrania ha rechazado al Thunderbolt como avión para la contraofensiva.

¿Por qué Ucrania ha rechazado el A-10 y ha solicitado el F-16?

Como hemos dicho antes, el A-10 es una aeronave óptima para la contraofensiva ucraniana, aunque también es cierto que sus puntos fuertes son su principal limitación para llevar a cabo otro tipo de misiones.

Por ello, Kiev se ha fijado en un avión como el F-16, un caza que, como el A-10, es válido para el apoyo aéreo inmediato, pero que además puede desarrollar misiones de supremacía aérea o de ataque contra defensas en tierra.

El F-16 es el caza más deseable para el ejército ucraniano al tratarse una aeronave polivalente que le permitiría controlar su espacio aéreo frente a los MIG y a los Sukhoi de sus vecinos.

¿Qué efecto tendrán los cazas en el equilibrio de fuerzas en el futuro?

Si algo queda claro es que los F-16 no van a formar parte de las grandes unidades en el comienzo de la contraofensiva. A pesar de que parece que llevan ya algún tiempo entrenando a pilotos ucranianos, el periodo de adiestramiento es demasiado largo para las necesidades de las fuerzas ucranianas.

Además, hace falta establecer centros de reparación y mantenimiento para estos cazas, por lo que, aunque se lograra adiestrar a los pilotos ucranianos en un tiempo récord, no podría asegurarse la continuidad de sus aviones.

No obstante, lo que Ucrania busca con la transferencia de los F-16, además de satisfacer sus necesidades defensivas, es integrarse en las estructuras de seguridad occidental poniendo a la fuerza aérea ucraniana a la altura de países como Holanda, Portugal o Polonia.

Por ello, cuando el pasado 17 de mayo París, Bruselas, Londres y Washington se comprometieron a ceder sus F-16 a Ucrania, no solo le estaban dando capacidades aéreas para la contraofensiva, sino que además le estaban dando a Kiev la bienvenida a Occidente y probablemente a la OTAN.