Se necesita una manera más inteligente de hacer pruebas de coronavirus

El Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota compiló un documento sobre la "aplicación inteligente de pruebas para ayudar a garantizar que la prueba correcta se administre a la persona adecuada en el momento oportuno y que los resultados de la prueba se proporcionen con la premura indicada para permitir acciones que minimicen las enfermedades, las muertes y la transmisión". (Gracia Lam/The New York Times)

Puesto que el COVID-19 sigue causando estragos en diversas comunidades de todo el país, muchas personas están buscando pruebas que les indiquen si tienen el virus o los anticuerpos para combatirlo, es decir que ya estuvieron infectadas en el pasado.

Según los expertos, las personas que quieren hacerse pruebas enfrentan dificultades adicionales. Los que temen estar infectados actualmente quizá estuvieron expuestos hace demasiado tiempo como para tener el virus activo o hace muy poco como para tener suficiente cantidad del virus escondido en sus narices, gargantas o saliva y, por lo tanto, no se vería en una prueba. Incluso cuatro días después de un contacto cercano con una persona con el nuevo coronavirus, el 40 por ciento de las pruebas que den negativo seguramente serán falsas.

Entonces, incluso si una prueba del COVID-19 da negativo, a cualquiera que sepa que haya estado expuesto al virus se le aconseja aislarse durante 14 días. Y aquellos que desarrollen síntomas compatibles con el COVID-19 deben aislarse durante toda la enfermedad y tres días más después de recuperarse.

A finales de junio había filas largas para realizarse las pruebas, mencionó Howard Bauchner, el médico editor de la revista JAMA. Explicó que si las personas estaban bien y no tenían conocimientos de haber estado expuestos al virus no había razón para que se sometieran a un análisis. El uso excesivo de este recurso obstruye las filas de aplicación de pruebas, dijo, y podría dificultar que las personas verdaderamente infectadas se hagan una prueba que ayude a proteger a los demás (a menos, claro está, que la prueba forme parte de un proceso de rastreo de contactos o un muestreo comunitario para detectar un posible brote).

En una entrevista con Bauchner, Anne Schuchat, subdirectora principal de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, dijo que la gente a veces se decepcionaba cuando las pruebas salían negativas. Sin embargo, añadió, si desarrollas síntomas, deberías quedarte en casa para evitar infectar a otros, además de avisarles a las personas con las que estuviste los tres o cuatro días previos para que sepan que corren riesgo de estar enfermas.

Muchas otras personas que se realizan la prueba esperan ya haber tenido COVID-19 y ahora tener anticuerpos circulando en su sangre que los puedan proteger hasta que haya disponible una vacuna eficaz. Desgraciadamente, las pruebas de anticuerpos son mucho menos confiables que las pruebas para saber si se tiene el virus. Tal es el caso sobre todo entre los que presentaron una forma muy leve de la enfermedad y no lograron estimular una respuesta inmunitaria que se pueda detectar fácilmente. O quizá produjeron anticuerpos en algún momento, pero estos ya no pueden detectarse.

Una advertencia más: el mes pasado, el FBI advirtió que algunos estafadores estaban publicitando pruebas de anticuerpos fraudulentas e invitó a los que quisieran hacerse la prueba a consultar la página de la Administración de Alimentos y Medicamentos donde hay una lista verificada de pruebas y las compañías que las realizan.

En una entrevista, Michael T. Osterholm, profesor de Salud Pública en la Universidad de Minnesota y experto en enfermedades infecciosas, describió el contexto actual de las pruebas como “el salvajísimo salvaje Oeste ”.

Un gran interrogante sobre los anticuerpos contra el COVID-19 es el nivel que se necesita tener para evitar enfermarse, o incluso qué anticuerpos se necesitan y en qué momento. Tampoco se sabe cuánto durará la inmunidad. Según un informe en línea de la revista Nature, F. Perry Wilson de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale señaló que “aproximadamente el 20 o el 30 por ciento de las personas” que se recuperaban de COVID-19 no tenían niveles de anticuerpos mucho mayores a quienes nunca habían estado infectados.

Los dos tipos principales de anticuerpos relevantes para el COVID-19 son la inmunoglobulina M, que el cuerpo genera durante una infección activa, pero se disipa gradualmente, y la inmunoglobulina G, que son anticuerpos de acción a largo plazo. Sin embargo, Wilson enfatizó: “La mera presencia de anticuerpos no significa que estos te protejan”.

De la mayoría de las personas que sí desarrollan anticuerpos, ¿son estos los llamados anticuerpos neutralizados que pueden evitar que el virus se multiplique? En una prueba de laboratorio con plasma de 111 pacientes recuperados de COVID-19 que se atendieron en el Hospital Universitario Rockefeller de Nueva York, el 33 por ciento tenía muy pocos anticuerpos neutralizadores como para evitar una reinfección. “Ahí los resultados no fueron tan alentadores”, observó Wilson.

A fin de ayudar tanto a los profesionales de la medicina como a los legos en la materia a hacer el mejor uso posible de las pruebas de COVID-19, el Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota compiló un documento sobre la “aplicación inteligente de pruebas para ayudar a garantizar que la prueba correcta se administre a la persona adecuada en el momento oportuno y que los resultados de la prueba se proporcionen con la premura indicada para permitir acciones que minimicen las enfermedades, las muertes y la transmisión”.

Osterholm, quien dirige el centro, explicó que los análisis fidedignos requieren el uso de pruebas que tengan pocas probabilidades de dar falsos negativos o falsos positivos. Llamó “terribles” a las pruebas desde el automóvil que ahora mucha gente se hace, pues generan muchos falsos negativos y falsos positivos, en parte debido a la forma en que se toman las muestras.

Kelly Wroblewski, directora de enfermedades infecciosas en la Asociación de Laboratorios de Salud Pública en Silver Spring, Maryland, explicó que cuando hay una prevalencia un tanto baja de una enfermedad, como es el caso actualmente con el COVID-19, las posibilidades de tener falsos positivos en las pruebas de anticuerpos aumentan. Scott Becker, director de la asociación, dijo que esos resultados transmiten la idea equivocada de: “Estoy seguro, puedo seguir con mi vida”.

“No tiene sentido depender de que las pruebas sean el non plus ultra” dijo Wroblewski. Las pruebas para el virus representan solo un punto en el tiempo. Una persona podría salir negativa un día y positiva al otro. “Hacerse pruebas todos los días no es práctico”, afirmó. “Limitar la exposición a las personas, no hacerse pruebas una y otra vez, es lo que nos será más útil”.

This article originally appeared in The New York Times.

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