Natasha Richardson y Liam Neeson: un amor prohibido que conoció la felicidad y terminó en tragedia
Flechazo, infidelidad, pasión y un compañerismo a prueba de todo. La de Liam Neeson y Natasha Richardson tenía casi todos los condimentos de una clásica historia romántica. Sólo faltaba uno, y no tardó en llegar: la tragedia. Sin embargo, ni siquiera el golpe más bajo pudo hacer mella en un amor que, como todo sentimiento real y profundo, sigue vigente a pesar de la distancia; nutriéndose de recuerdos de un pasado que a veces fue turbulento, otras veces tranquilo, pero siempre feliz.
"Dicen que lo más difícil del mundo es perder a alguien a quien amás. Mi esposa murió inesperadamente. Fue alguien que me trajo tanta alegría... Ella era mi todo", escribió el actor de La lista de Schindler en su cuenta de Facebook, en 2016. Y continuó: "Esos 16 años de ser su esposo me enseñaron a amar incondicionalmente. Tenemos que detenernos y estar agradecidos por nuestros cónyuges. Porque, un día, cuando levantes la vista de tu teléfono, ya no estarán allí. Lo que realmente aprendí sobre todo lo que ocurrió es a vivir y amar todos los días como si fuera el último. Porque, algún día, lo será".
"Lo que ocurrió", fue nada menos que la inesperada muerte de Richardson. El 18 de marzo de 2009, la actriz británica dejaba este mundo como consecuencia de las lesiones que había sufrido en un accidente de esquí. Días después de haberse dictaminado su muerte cerebral, se tomó la difícil decisión de desconectarla de las máquinas que la mantenían con vida.
Así, la hija de Vanessa Redgrave, y por ende miembro de una de las dinastías artísticas más importantes de Gran Bretaña, fallecía dejando a su esposo y a sus dos hijos, Michael y Daniel, sumidos en el más profundo desconsuelo. "Ella se preocupaba por todos. Ella tiene... Tenía un instinto maternal, preparaba cenas para todos y nos cuidaba. Yo siempre veía el vaso medio vacío y ella lo veía medio lleno", explicaba tiempo después Neeson en una entrevista.
Ella, princesa sin corona
La trágica muerte de Richardson no solo destrozó a sus seres más queridos; tiñó de luto a las estrellas más importantes del espectáculo tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos.
Ya desde su nacimiento, el 11 de mayo de 1963, Natasha Jean Richardson había concitado la atención de la prensa. Es que su madre era nada menos que la reconocida actriz Vanessa Redgrave y su padre el director y productor Tony Richardson. Su abuelo materno, Michael Redgrave también era un famoso intérprete, al igual que su tía, Lynn. Con el tiempo, se sumaría a la dinastía artística su hermana Joely.
Su primer papel cinematográfico lo obtuvo a los cuatro años, en el film de su padre, La carga de la brigada ligera (1968). A lo largo de su prematura y exitosa carrera supo brillar tanto en las pantallas como en los escenarios, aunque en los teatros decía hallarse más cómoda. Por su desempeño en Cabaret, en la puesta dirigida por Sam Mendes en Broadway, fue merecedora de un premio Tony.
Fue allí, en Broadway, donde conoció a Neeson, el amor de su vida. En suelo estadounidense, la británica y el irlandés formaban parte del elenco de Anna Christie. La química entre ellos fue instantánea, pero la concreción de su amor no: en ese momento, en 1993, ella estaba casada con el productor Robert Fox.
Amor sin barreras
En sucesivas entrevistas, al hacer un repaso de su historia de amor con Neeson, Richardson reconoció que "todo comenzó en un mal momento", exactamente cuando su primer matrimonio había dejado de ser feliz y comenzaba a vislumbrar su propio ocaso. "Obviamente, me enamoré mucho de él", le contó la actriz al Daily News, en un reportaje publicado en marzo de 2009. Es que el flechazo entre ellos fue tan fuerte que no tuvieron ni siquiera la posibilidad de dudar.
"Era una belleza radiante", recordó Neeson en una entrevista concedida a Anderson Cooper, en 2014. "Sí, su cabello caía en cascada. Lo recuerdo. Eso era muy, muy atractivo", rememoró sobre lo que le llamó la atención al verla por primera vez.
"Nunca había vivido ese tipo de situación de química explosiva con un actor o actriz. Ella y yo éramos como [Fred] Astaire y [Ginger] Rogers. Tuvimos ese maravilloso tipo de baile: danza libre en el escenario todas las noches", graficaba.
Y lo que ocurría en el escenario comenzó a tener su correlato en la vida real. Luego de haber recibido una tarjeta del actor saludándola por su cumpleaños, Natasha decidió que era momento de asumir el riesgo de seguir el dictado de su corazón. Compró un pasaje y viajó a Polonia, donde su amado estaba rodando La lista de Schindler. Nunca más se separaron.
Serenata de amor
Al regresar a los Estados Unidos, la pareja dio un paso más allá. Compraron una casa en las afueras de Nueva York que, en 1994, fue el escenario de su soñada boda. Ese día Neeson entendió que su amada estaría siempre pendiente de los detalles y haría lo posible para hacerlo feliz. Ante su sorpresa, en medio del festejo, la actriz sorprendió a su flamante marido brindándole una serenata. Natasha entonó una cuidada versión de "Crazy Love", el tema de Van Morrison que los dos habían elegido como su canción de bodas.
"A mis espaldas, Natasha había estado tomando lecciones de canto para sorprenderme en nuestro día", contó el actor. Y recordó: "Después de la ceremonia, todos íbamos a entrar para comenzar los festejos, y ella agarró el micrófono y comenzó a cantar. Yo quedé en estado de shock".
El paraíso
El mismo año de la boda, la pareja estrenaría su primera película conjunta: Una mujer llamada Nell. Seis meses después, en junio de 1995, llegaría el primer hijo de ambos, Michael. Y, para dejar en claro que no le temían al vértigo, al año siguiente la familia volvería a agrandarse con el nacimiento de Daniel.
"Natasha era tan elegante... Fue tan maternal conmigo...", recordó una emocionada Lindsay Lohan en julio de este año, en la reunión virtual del elenco de Juego de Gemelas. Su compañera de elenco Elaine Hendrix también recordó cómo fue la filmación de aquel éxito de Disney de 1998, junto a Richardson.
Rememorando las charlas que mantenía con su colega en la sala de peinado y maquillaje, expresó: "Literalmente, se derretía al hablar de Liam y de sus hijos. Realmente parecía tenerlo todo, eso hizo que lo que pasó fuera más devastador".
El golpe más fuerte
A mediados de marzo de 2009, Natasha viajó junto a Michael, de 13 años, y Daniel, de 12, a Mont Tremblant, el centro de esquí ubicado en Québec, Canadá. Allí, mientras tomaba una clase junto a su instructor en una pista para principiantes, cayó por una pendiente. A pesar de haber sufrido un fuerte golpe en la cabeza, al levantarse bromeó con su instructor sobre su pobre desempeño. El hombre, sin embargo, decidió que debía ser inmovilizada y trasladada, cerro abajo, a su hotel. Allí, en su habitación, horas después, la actriz comenzaría a sentir las consecuencias del golpe.
Neeson, en aquel momento, se encontraba en Toronto, filmando junto a Julianne Moore la película Chloe. "Hablé con ella y me dijo: 'Oh, cariño, me caí en la nieve'. Así es como lo describió", recordó el actor durante una entrevista. Cuando finalmente fue trasladada al hospital de Montreal, Natasha ya padecía muerte cerebral.
"Fui con ella y le dije que la amaba", rememoró Neeson. "Le dije: 'Amor, no vas a volver de esto. Te golpeaste la cabeza. No sé si podés oírme, pero eso es... Eso es lo que pasó. Y te traemos de regreso a Nueva York. Toda tu familia y amigos vendrán", contó, conmovido, el actor.
Neeson decidió el traslado de su esposa al Hospital Lenox Hill de Nueva York, pero ya no había vuelta atrás. Según informaron los medios, el marido y la madre de Richardson fueron los encargados de tomar la difícil decisión de desconectarla de los aparatos que la mantenían con vida.
"Liam Neeson, sus hijos, y toda la familia están sorprendidos y devastados por la trágica muerte de su amada Natasha. Ellos están profundamente agradecidos por el apoyo, amor y rezos de todos y piden privacidad durante estos tiempos difíciles" dijo el portavoz de la familia, Alan Nierob, en un comunicado.
Seguir viviendo sin tu amor
Desde aquel momento, Neeson decidió buscar amparo en sus hijos y en su carrera, pero nunca evitó hablar sobre aquella relación, la más importante de su vida. "Eso es lo extraño del dolor: no podés prepararte para eso. Creés que vas a llorar y terminar con todo de una vez. Uno hace esos planes, pero nunca funcionan", le contó a Esquire en marzo de 2011.
"Te golpea en medio de la noche, bueno, por lo menos a mí me golpea en medio de la noche. Entonces, salgo a caminar. Me siento bastante contento, y es como de repente, ¡boom!" , explicó.
"Hay momentos, ahora, en nuestra residencia de Nueva York, en los que escucho que se abre la puerta... Ella siempre dejaba caer las llaves en la mesa y una parte de mí espera que me diga '¿hola?', como solía hacerlo cada vez que llegaba. Cada vez que escucho que se abre la puerta sigo pensando que voy a escucharla y, entonces, el dolor me golpea. Es como una ola. Simplemente tengo esta profunda sensación de inestabilidad. Me siento como una mesa de tres patas. De repente, simplemente la Tierra ya no es estable y luego pasa y se vuelve menos frecuente, pero todavía lo tengo a veces ", confesó, a corazón abierto.